⚔Capítulo 42⚔

74 9 15
                                    

Durante los siguientes días el ambiente estuvo tenso en el grupo. Nadie hablaba de no ser necesario. Todos esquivaban a Everard al igual que él los esquivaba a ellos. Nira deseaba que esa tensión se fuera cuanto antes, aunque dudaba que sucediera pronto.

La mayor parte del tiempo la princesa tuvo que viajar a caballo, puesto que el dragón blanco continuaba drenando su energía.

El viaje de regreso fue más sencillo que el de ida. Las criaturas de la isla no los atacaban, pero, a diferencia de los demonios, no lo hacían por miedo a ser lastimados por Nira, sino por respeto al pequeño dragón.

Después de largos días caminando, largas noches sin dormir y soportar el frío y el calor, finalmente llegaron a la costa. Nira sintió que su pecho se comprimía al ver el barco. Durante el camino se habían asegurado de encender fogatas para que, mediante el humo, la tripulación supiera que seguían con vida. Y, al parecer, durante ese tiempo la tripulación se había dedicado a arreglar la nave. Una nueva vela se alzaba con orgullo.

Avanzaron hacia los botes de remos, que se encontraban clavados en la arena y ya algunos cangrejos habían tomado por hogar.

Nira observó a los demonios escondidos en los árboles. Sus rostros retorcidos expresaban odio. Era un alivio que no pudieran seguirla por el agua.

Miró con emoción al barco mientras se acercaban en los botes. Por fin emprenderían el viaje de regreso a casa.

***

Al día siguiente, después de haberse limpiado y darse un merecido descanso, el grupo se reunió en un camarote para determinar lo que sucedería una vez llegaran al puerto de Wulaus.

Nira, a pesar de haber dormido toda la noche y parte de la mañana, sentía que no había descansado nada. El dragón blanco continuaba sin abrir los ojos y, por ende, continuaba absorbiendo su energía. De vez en cuando la pequeña criatura buscaba ubicarse en el pecho de la princesa, allí donde estaba su marca. Parecía querer asegurarse de que estaba en los brazos correctos. Cuando hacía eso, Nira sentía la marca calentarse un poco, también sintiendo la conexión que tenían ambos.

—No todos los reinos estarán de acuerdo en que restauremos sus tierras y luego pasemos al siguiente —habló Lyandreu, sentada en la cama junto a Nira—. Muchos querrán quedarse al dragón solo para ellos.

Hurson, sentado en el suelo al lado de la cama, asintió con la cabeza.

Nira miró a Melizza. La elfa se había lavado el cabello y ahora estaba radiante como cuando habían zarpado del puerto de Wulaus. Parecía que una cascada de oro caía de su cabeza.

—Sé que tú y Lyandreu hicieron un trato, pero me temo que primero debo ir a Arnac y dejarle saber a mi padre que estoy bien. Luego debemos enviar cartas a todos los reinos para dejar saber la noticia y establecer el orden en que estaremos llegando.

Melizza no mostró ninguna expresión en su rostro; solo miró el suelo, pensativa.

—Restaurar cada reino puede tardar meses. —Miró a la princesa—. Será mejor no avisarle a todos los reinos al mismo tiempo, de lo contrario se formará un caos, una lucha para ser los primeros.

—De igual forma, si no le notifica a los reinos ella misma, los rumores lo harán. ¿No es peor que eso suceda? —opinó Issej—. Si se enteran por rumores creerán que quieres ocultar al dragón y lo buscarán. Enviarán a sus mejores espías y se formaría un caos peor. Reino contra reino lucharán para quedarse al dragón. Yo digo que es mejor avisarle a todos los reinos, así sabremos quiénes quieren ser nuestros aliados y quiénes nuestros enemigos.

Nira los observó a todos. Everard era el único que se encontraba apartado del grupo, jugando con una daga entre sus dedos y sin parecer importarle la conversación.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora