⚔Capitulo 8⚔

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Lyandreu se preparó para la pelea. No quería que hubiera sangre de ninguno, mucho menos de la princesa. Por la reacción de Nira cuando Everard delató que ella es la Sombra de la Muerte, supo que sería difícil hacer que continuara viajando con ella. Y, cuando el hombre desenfundó su espada, supo que era tiempo de atacar.

El primer movimiento de Everard fue intentar lastimar a Lyandreu. Ella lo esquivó con facilidad y luego se lanzó hacia él sosteniendo bien su daga. Un ataque directo al cuello hubiera sido suficiente para acabar con él, pero no lo hizo.

Intentó lastimarle los brazos para que soltara la espada, mas Everard tenía un entrenamiento tan bueno como el suyo. Sus movimientos con la espada eran espectaculares, parecía tener calculados cada paso y cada acción de ella. Normalmente la espada volvía más lenta a las personas, pero Everard la dominaba a la perfección. Un punto en contra de Lyandreu.

La asesina logró irse por detrás de él, pero antes de poder realizar cualquier movimiento, recibió un codazo en la sien. Lyandreu retrocedió y chocó contra un árbol. El golpe la dejó aturdida por unos segundos. El suficiente tiempo para que Everard fuera tras la princesa.

Inteligentemente, Nira se fue corriendo en dirección al pueblo de los elfos. Bien. Lyandreu se recuperó y corrió tras Everard. Ambos ya le llevaban mucha ventaja, y la oscuridad no la ayudaba a ganar terreno.

Afortunadamente, de entre los árboles y la penumbra, Hurson interceptó a Everard y lo golpeó en la cara con el puño cerrado. Este último cayó al suelo por el impacto.

—¿Dónde rayos estabas? —le reprendió Lyandreu en cuanto llegó a su lado.

—La yegua se escapó —explicó Hurson y, efectivamente, el animal estaba detrás de él.

Everard no tardó mucho en levantarse. El hombre los miró a ambos con rabia, pero, por alguna razón, a Hurson más. Empuñó su espada y se lanzó contra él. Hurson sacó su propia espada y se defendió.

—¡Cuidado! —advirtió Lyandreu.

Hurson fue muy lento para defenderse del golpe que le dio Everard en la sien con la empuñadura de su espada. El pirata cayó inconsciente. Everard levantó la espada y la bajó a toda velocidad. La Sombra de la Muerte logró interponerse justo a tiempo, frenando la espada con dos de sus dagas. Empujó la espada con todas sus fuerzas y logró que Everard retrocediera un paso. Él volvió a estar en movimiento al instante. Blandió su espada hacia la garganta Lyandreu, ella logró retroceder, pero se tropezó con el cuerpo de Hurson. Su espalda azotó con fuerza en la tierra y se le clavaron algunas ramas secas. No perforaron su piel, pero dolió como si sí hubiera pasado.

Sin poder reaccionar rápido, en un parpadeo Everard ya estaba sobre ella, presionando su cuello con la mano.

—Siempre me he preguntado cómo es tu rostro —le dijo—. Espero que no te moleste que lo vea antes de matarte.

Oh no, claro que no lo iba a permitir.

Lyandreu sostuvo con fuerza la empuñadura de su daga y cuando la mano de él se acercó a su cara, ella le clavó la daga. La hoja de hierro le atravesó la palma de la mano. Everard rugió de dolor y se echó a un lado. Se arrancó la daga de la mano y continuó retorciéndose.

Lyandreu se acercó a Hurson y le dio palmaditas en la cara.

—Hurson, despierta.

Nada, no respondía. Un hilo de sangre bajaba por su sien. Verificó su pulso. Aún estaba vivo. Lyandreu lo agarró por debajo de los hombros y lo arrastró hacia la yegua que los esperaba nerviosa.

—Pagarás por esto —gruñó Everard todavía desde el suelo. Un chorro de sangre salía de su mano. Si no se atendía rápido...

Lyandreu sacudió sus pensamientos. No le respondió al hombre. Con mucha dificultad logró subir a Hurson a la yegua. El tipo pesaba mucho más de lo que ella creía, gracias a los dioses que era delgado. De lo contrario, no hubiera podido sacarlo de allí.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora