⚔Capítulo 17⚔

47 10 2
                                    

La tormenta se acercó a ellos trayendo fuertes vientos y olas furiosas. Cuando los rayos comenzaron a chocar contra el barco no tuvieron otra opción más que refugiarse bajo cubierta. Los rayos no solo llegaban al barco y se esfumaban, sino que cuando tocaban la madera parecían cobrar vida y recorrían una pequeña parte del barco antes de extinguirse; como arañas hechas de electricidad.

La tormenta duró unas pocas horas que parecieron toda una eternidad. Y, como desde el comienzo del viaje, las elfas fueron quienes se encargaron de que no murieran. Definitivamente merecían que el dragón blanco estuviera primero en Wulaus. Cuando el peligro pasó, ambas tuvieron que retirarse a alimentarse y descansar.

La cubierta del barco ahora estaba hecha un desastre. Gran parte estaba quemada. En ciertos lugares se podían notar las marcas donde habían caído los rayos y luego las quemaduras en zigzag que estos producían cuando andaban por unos segundos para luego apagarse.

Tuvieron que anclar el barco para que todos pudieran descansar y pescar algo. Además, porque habían perdido el rumbo.

Al día siguiente se enfrentaron a otro enorme problema (literalmente). Las olas comenzaron a comportarse más extraño. Se movían más lento mientras ganaban tamaño. A medida que avanzaban, las olas se volvían más enormes. Una casi provocó que el barco se volcara. Issej, cansada, tuvo que intervenir. Frente al barco hizo que las olas se calmaran formando como un camino de agua pacífica.

El barco, empujado por Melizza, avanzó tranquilamente y todos veían las enormes olas pasar a su lado sin provocar daño alguno. No sabían si se debía a un extraño evento climático o si simplemente era algo normal en esa área del mar. Con las cosas que ya habían ocurrido, nada era de sorprender.

Las olas enormes estuvieron presentes durante todo el día y noche, aunque se detenían por algunos periodos de tiempo.

El viaje continuó con la incertidumbre del qué vendría después.

***

Issej se lanzó a su colchón con agotamiento hasta en su última gota de sangre. Todos sus músculos, especialmente de los brazos, dolían. Su cuerpo le pedía que ya se detuviera, que dejara de moverse y de utilizar su magia.

Que se vaya todo al carajo.

La elfa se frotó los ojos.

—Agh —se quejó—. Ya no quiero estar aquí, ¿por qué vineee?

—No te quejes —respondió Melizza pasando la página del libro. Rayos, extrañaba el café—. Ya estás aquí, tú decidiste venir. Así que ahora aguanta las consecuencias.

—Eres molesta.

—No más que tú.

—¿Cómo puedes estar tan tranquila? —Issej miró a Melizza.

—Estamos aquí y no podemos cambiarlo, ¿por qué me molestaría arrepintiéndome?

Issej miró el techo.

—Lo único que falta es que Everard escape y nos mate a todos. Todo el esfuerzo será en vano.

—Él no escapará, Sombra lo está vigilando bien. Además me dijo que no ha dado problemas.

—Eso es aún más extraño.

Melizza devolvió su vista hacia el libro, pero no para continuar leyendo, sino para pensar.

Durante años se habían escuchado historias sobre la Sombra de Muerte y Everard. Historias sobre su rivalidad. Por alguna razón, después de tanto tiempo, todavía ninguno acababa con el otro. Ella tenía siempre la posibilidad de acabar con él, mas no lo hacía.

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Where stories live. Discover now