⚔Capítulo 10⚔

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Tzar trotaba por las calles de Wulaus. Everard le había perdido el rastro a la princesa y su rostro era la clara advertencia de: acércate y te mato.

Ningún elfo o persona lo miraba por más de un segundo. Inteligente de su parte.

Llegó al puerto y localizó de inmediato el barco de Lord Vil. Sabiamente, habían quitado la bandera que mostraba una calavera atravesada con una espada. Sin ganas, Everard guió a su caballo hacia allí. Subieron la rampa de madera hasta el interior del barco.

Everard llevó a Tzar a un espacio parecido a un establo que tenían reservado solo para caballos de la pandilla. Ahora quedaban unos pocos.

Comenzó a subir los escalones de madera y se encontró con la cara que más odiaba.

—¿Y la princesa? —interrogó Vil con los brazos cruzados.

Everard pasó a su lado como si no existiera.

—Te hice una pregunta —le gritó desde atrás.

Él siguió su camino y escuchó detrás los pasos de Vil.

—No puedo creer que hayas vuelto a fracasar.

Everard llegó hasta su camarote, abrió la puerta y entró.

—Es increíble que no hayas podido con una princesa —continuó Vil, en un fallido intento de hacerlo sentir mal.

Everard se detuvo y lo miró por encima del hombro.

—Entonces hazlo tú.

Vil abrió la boca para responder, pero Everard le cerró la puerta en la cara.

—Vas a lamentarlo —le gritó golpeando la puerta.

Everard se dirigió a su escritorio y apoyó sus manos sobre él. Una corriente de dolor se esparció por toda su mano. Apretó los dientes y miró su mano vendada. Se vengaría de la Sombra de la Muerte por eso.

Observó el mapa que tenía sobre el escritorio, el punto que había marcado donde apuntaba la estrella. O al menos, el punto aproximado. Debía haber una isla allí. Si era grande o pequeña, si había criaturas desconocidas, eso no lo sabía. Nadie había cruzado nunca el Mar Oscuro y, si lo hicieron, nunca regresaron para contarlo. Así que, Everard supuso que sí había criaturas desconocidas y peligrosas.

Calculó las coordenadas. Podrían llegar en tres o cuatro días, dependiendo si el viento quería o no ayudarlos.

No sabía qué estaría haciendo ahora la Sombra de la Muerte, lo que sí sabía era que tarde o temprano ella cruzaría el Mar Oscuro.

Tal vez en lugar de perseguirla deberíamos esperar a que se acerque a nosotros, dijo una voz en su cabeza. No era mala idea. Seguro ella estaría pensando que la perseguían. No esperaría encontrarlos al frente. Ese sería su elemento sorpresa: atacar en el agua cuando menos lo esperaran.

Everard salió de su camarote y se dirigió a cubierta. Lord Vil estaba allí dando órdenes. Los hombres aún llevaban cajas con provisiones al barco.

—Debemos zarpar lo más pronto posible —dijo Everard sin expresión alguna en su rostro.

—¿Disculpa? —cuestionó Vil volteando a verlo con el ceño fruncido. Si algo hacía enfadar a Vil, era que le dieran órdenes.

—Debemos - zarpar - lo - más - pronto - posible —respondió lentamente Everard.

Esbozó una media sonrisa y se marchó dejando a Vil a punto de escupir fuego tras él.

***

Nira se dirigió a los establos de la mansión de Melizza. Realmente aquella mansión contenía de todo. La elfa bien podría ser una reina.

Lyandreu se encontraba allí cepillando a uno de los caballos que, de seguro, había robado en la mañana. La princesa en realidad no quería hablar con ella, de hecho, quería estar lo más alejada posible de la Sombra de la Muerte. No obstante, necesitaba saber qué sucedería en los próximos días.

—¿De dónde sacaste ese caballo? —preguntó Nira para iniciar la conversación.

Lyandreu no se detuvo en su trabajo cuando respondió:

—Lo intercambié por los otros dos.

Claro que no mencionó a los hombres que dejó atados en los establos.

Nira respiró hondo antes de formular su siguiente pregunta.

—¿Ya está todo listo para mañana?

—Melizza sigue trabajando en eso, pero sí, para mañana todo estará listo.

Un escalofrío recorrió la espalda de Nira al pensar en el Mar Oscuro y en las cosas que podría haber allí. Se alejó un poco de Lyandreu y miró el cielo repleto de estrellas verdes y, ahora, una azul.

Esperanza; eso era lo único que le quedaba. Debía encontrar al dragón blanco, debía regresar del Mar Oscuro, debía vivir y salvar la tierra. Miró las sandalias violeta que le habían brindado. Cerca de su pie había una pequeña flor marchita. Se puso de cuclillas y con su dedo índice acarició los pétalos moribundos. La flor comenzó a tomar color, a erguirse. Cuando volvió a la vida, Nira retiró su mano y sonrió.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Lyandreu a sus espaldas, muy cerca de ella.

La princesa se sobresaltó y aplastó la flor con la mano.

—¿Hacer qué? —preguntó, pero la situación ya era obvia.

—¿Siempre has tenido esos poderes y no has hecho nada por tu reino? —acusó Lyandreu.

—No es lo que parece —se defendió Nira sintiendo su cara arder.

Se puso de pie y miró a la mujer a la cara.

—No son poderes tan geniales, en realidad. Puedo hacer que una planta vuelva a la vida, pero igual sigue necesitando de la tierra para vivir y, ya que esta sigue siendo débil, el efecto pasa eventualmente. Además solo puedo devolver la vida una vez.

—Aun así, después de que encontremos al dragón, vas a ser de gran ayuda para restaurar todo.

—Sí, tal vez —concordó encogiéndose de hombros.

Lyandreu volvió a dirigirse al caballo.

—Deberías ir a descansar. Mañana comenzamos un largo y difícil viaje.

 Mañana comenzamos un largo y difícil viaje

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Nota de la autora:

Hola, espero que te encuentres bien.

Solo pasaba para decirte que vayas preparando tu equipaje, porque en el próximo capítulo zarpamos al misterioso Mar Oscuro.😉

Más allá del Mar Oscuro (Disponible en físico)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt