1 | A 384,400 kilómetros de la luna

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HUNTER

La ciencia afirma que el universo se creó gracias a una gran explosión hace, más o menos, unos 13,700 millones de años, lo que quiere decir que todavía no había estrellas, ni galaxias, ni algún otro astro que se conoce hoy en día. Toda mi vida he relacionado los eventos cósmicos con las reacciones humanas, y es que, ¿no es exactamente una explosión de emociones lo que sentimos cuando estamos enamorados? Digo, si el Big Bang fue una explosión enorme que dio origen a todo el sistema cósmico que conocemos, ¿no es un Big Bang —literal— lo que nos sucede cuando nos gusta alguien?

Si lo analizamos bien, podemos darnos cuenta que cuando una persona está enamorada experimenta los sentimientos más comunes de todos: felicidad, tristeza y enojo. Pero de estos tres siempre derivan otros más, como la admiración, la nostalgia, la rabia... Y sí, aunque suenan como sinónimos pueden sentirse de manera distinta.

¿Y si la teoría de la Gran Explosión solamente fue porque George Lemaitre quería darle una explicación a sus sentimientos hacia alguna persona por la que estuviera interesado y terminó siendo una teoría aceptada por, básicamente, todo el mundo sobre cómo fue que se creó «todo»?

Una vibración en mi bolsillo del pantalón me devuelve a la realidad: mi celular. Me había perdido la noción del tiempo mirando el atardecer desde las afueras de la ciudad. Sí, era ese sitio perfecto que me servía para relajarme y preguntarme cosas sobre la vida como, por ejemplo, ¿por qué los científicos repentinamente dejaron de estudiar las profundidades del océano y ahora buscan la posibilidad de habitar uno de los ocho planetas de nuestro Sistema Solar? ¿O nueve? ¿Plutón se consideraría «planeta»? ¿Por qué lo habían hecho a un lado? ¿Qué culpa tenía?

A veces me preguntaba si Plutón y yo éramos lo mismo, siempre terminaba a un lado como él.

Deslizo el dedo por encima de la pantalla táctil y el rostro de mi mejor amiga aparece medio borroso debido a la mala cobertura que se tiene hasta este punto. Le sonrío ampliamente.

—¡Hola, loca! ¿Qué pasó?

—Hola... Mike... fiesta... ¿vienes? —Su voz se cortaba por la mala señal.

—¿Qué?

—Mike... hará... fiesta... ¿vienes?

—Mejor escríbeme un mensaje —le pedí poniéndome de pie.

—¡No... cho! ¡Hunt...! —Y se fue.

Resoplo poniendo los ojos en blanco mientras bloqueo la pantalla del teléfono y tomo mis cosas del suelo. El sol todavía no se ha metido del todo, pero poco a poco esos perfectos e hipnotizantes rayos dorados, naranjas y rosas se van difuminando en el cielo, dándole paso a una pequeña luna llena. Me coloco la mochila sobre el hombro y comienzo a guardar, con precaución, mi laptop y el telescopio, guardando los informes que he hecho en el Word.

Camino hacia la Chevrolet c-10 depositando las cosas en la parte trasera. Abro la puerta y me introduzco en ella. Meto la llave en el contacto y el motor ronronea, como si le fuera la vida en ello. Enciende y apenas avanzar unos cuantos metros por el campo abierto hacia la carretera principal, se apaga.

—Otra vez no, carajo —murmuro poniendo los ojos en blanco.

Intento encenderla de nuevo, pero sucede lo mismo: un par de metros y se apaga. Cuando estoy al borde de la carretera, suspiro y desciendo de la camioneta. ¿Por qué siempre las cosas malas me tienen que suceder a mí? Avanzo hacia la parte de enfrente, abro el cofre y lo reviso detenidamente supervisándome que todo esté bien. Y así es.

—¿Entonces qué es...? —Murmuro.

—¿Necesitas ayuda?

Una voz gruesa resuena por detrás de mí. Me giro de inmediato preparándome para encontrarme con un asaltante o, peor, un asesino con cara de ángel. Pero lo único que me encuentro es un chico más o menos de mi edad, con un pequeño aro en el lóbulo derecho y una sonrisa de labios cerrados. Su cabello castaño se dispara en todas las direcciones y sus ojos cafés me miran esperando una respuesta.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now