7 | A 332,147 kilómetros de la luna.

64 16 4
                                    

HUNTER

Las semanas pasaron volando como si alguien hubiera soplado el polvo que se acumula en los alfeizares de las ventanas. Cada viernes, saliendo de clases, los entrenamientos de basquetbol consumen mi tiempo. Y si se preguntan qué ha sucedido con Harry Baker, es simple: comencé a evitarlo.

¿Por qué?

Simple: no quiero nada que tenga que ver con él.

Pero, para mi suerte, hoy el entrenador ha suspendido el entrenamiento porque su esposa se ha puesto grave por una enfermedad respiratoria, o algo así me contaron los chicos. Así que, apenas escuchar el «se suspende el entrenamiento, chicos», salí pitando del instituto con Lexie tomada de mi brazo con el plan en mente: pasar la tarde bronceándonos en su jardín.

Necesitábamos un momento a solas para contarnos lo que no hemos podido decirnos después de que los maestros nos empezaran a bombardear con tareas, mis entrenamientos y sus clases de baile. No tenía ni idea que en ese instituto de "malandros" (como lo llama el maestro O'Connor) hubiera taller de baile.

Entonces, mientras siento la fresca brisa envolverme el cuerpo húmedo después de haberme dado un chapuzón en la piscina, me recuesto encima del césped y emito un suspiro larguísimo. Lexie aparece por la puerta corrediza que conecta el jardín con la cocina y sale con dos vasos de limonada. Me entrega el mío antes de recostarse en el camastro junto a la piscina.

—¿Seguro que no quieres el otro camastro que está por allá?

—No, gracias. Aquí se está bien —digo pasando la mano por el césped fresco.

Ambos damos un sorbo largo a nuestras bebidas, después cada uno se recuesta y emitimos un suspiro al unísono. Tomo mi teléfono del césped cuando escucho el tono de notificación, anunciando la llegada de un nuevo mensaje.

Deslizo el índice por la pantalla, desbloqueándolo.

—¿Quién te mensajea, Hunter?

—Es Jason —me incorporo, tomo mi limonada y bebo un pequeño sorbo—, dice que viene en camino con un par de amigos. ¿Lo invitaste?

Asiente, se incorpora.

—Lo invité, sí, pero no le dije que se trajera a más gente... Conociéndolo va a armar una fiesta sin consentimiento...

Se pone de pie del camastro bufando, me río bajamente y la sigo con la mirada hasta que entra en la cocina desapareciendo de mi vista. Aprovecho el momento a solas para enviarle una nota de voz a Jason, advirtiéndole sobre la frustración de nuestra amiga.

—Alerta, Lexie se ha convertido ya en la Bruja Lex. Ya sabes qué significa...

Apenas enviarlo, me entra una nueva notificación que no me molesto en revisar porque veo, debajo de su nombre, que Jason está grabando una nota de voz. Cuando me llega, presiono al instante el play para reproducirlo y su gruesa voz suena tan atractiva por la bocina de mi teléfono.

—Oh, Dios... Satán la ha gobernado. ¡Prepárame el crucifijo, la biblia y un bote con agua bendita porque se avecina un exorcismo! —Ríe—. No te creas, dile que, entre más gente, más diversión habrá. Ya sabes a qué me refiero con esto último...

Pongo los ojos en blanco. Grabo otra nota.

—¿Entre tus amigos viene tu próximo rollo de una noche?

—Así es, mi estimado conejito.

—¿Conejito? ¿Y eso por qué?

—Porque te gusta comer zanahorias gruesas y largas.

Tan cerca de la luna [#1]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें