27 | A 26,911 kilómetros de la luna.

31 12 1
                                    

HUNTER

Sonrío al ver mi reflejo en el espejo de piso, repasando con la mirada cada centímetro de mi conjunto para el evento de esta noche. Si alguna vez me preguntaran qué es lo que más me gusta del lugar en donde vivo, diría que el evento "Luna de amor" que se celebra de vez en cuando en el momento exacto en el que un eclipse lunar surca el cielo nocturno.

Claro, no somos adivinos; el gobernador y el comité de organización está al tanto de las noticias que da la NASA al anunciar los eventos astronómicos de los que podemos ser testigos. Y esta vez ha tocado uno de mis eventos favoritos y más duraderos: un eclipse.

Desde pequeño me ha encantado la manera en la que poco a poco la luna va pasando de blanca a roja cuando la Tierra se interpone entre ella y el Sol. Y ahora, recordando un poco la leyenda griega que le conté a Harry hace unas semanas en el campo cuando veíamos el atardecer, sonrío al imaginarme a la Tierra como la tercera en discordia haciendo que la relación del Sol y la Luna se vea afectada. Qué dramático suena, la verdad, como de telenovela.

Llaman a mi puerta y vuelvo a la realidad.

—¿Ya estás listo? —La voz de mi madre resuena por detrás de la puerta de madera.

Me ajusto la sudadera blanca con una media luna diminuta estampada en la parte izquierda del pecho, y me giro sobre mis talones tomando mi celular de la cama para después dirigirme hacia la puerta de la habitación. Cuando abro la puerta, mi madre me recibe con una enorme sonrisa.

—Qué linda sudadera, ¿ocasión especial? —Pregunta moviendo una ceja con coquetería.

Pongo los ojos en blanco mientras una sonrisa se dibuja en mis labios.

—Algo así —me muerdo el labio inferior.

—¿Harry vendrá?

Asiento dos veces seguidas con lentitud.

—De hecho, hace un momento me dijo que ya venía en camino.

—¿Y cómo van las cosas entre ustedes?

Bien, ¿sabes? Ya hasta me metí su pene hasta la garganta...

¡Cállate, subconsciente!

Trago saliva y tomo aire, el suficiente para llenar de más a mis pulmones.

—Bien, sin presiones.

—¿Ya les contó a sus padres lo de...?

—No —la interrumpo—, y tampoco pienso presionarlo para que lo haga, es una decisión que solamente él puede decidir cuándo anunciarlo.

Asiente y sonríe.

—Me gusta que eres muy comprensivo —me da un pequeño beso en la frente.

—Es que yo sé lo que se siente descubrirte a ti mismo y anunciarlo al mundo, mamá, y no quiero que se sienta presionado.

—Bueno —me abraza—, vámonos que tu padre ya está en el parque apartando uno de los lugares.

—¿Apagarán todo como los años pasados?

Asiente.

—Genial.

—Lo sé —ríe.

Sin decir más, salimos de la casa tomados del brazo. Cuando cruzamos la puerta de la entrada, mi teléfono vibra en mi mano y me freno en seco. Mi madre me mira con una ceja arqueada.

—¿Qué pasa?

—No, nada —digo desbloqueando la pantalla—, adelántate. Ahorita llego.

Sonríe, asiente y me manda un beso en el aire. Después se gira sobre sus talones y continúa su camino hacia el parque donde meses atrás me encontré con Harry y sus amigos, y comimos pizza fría mientras bailábamos y reíamos con ganas.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now