26 | A 30,003 kilómetros de la luna.

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HARRY

Joder...

Joder.

J O D E R.

Aprieto el abdomen cuando Hunter se introduce mi pene hasta la garganta, después se la saca y, sin dudarlo, vuelve al ataque. Se introduce nuevamente mi miembro, pero esta vez emito un gemido ronco cuando desliza su lengua por mi glande, saboreándolo.

Cierro los ojos mientras lo único que se escucha entre el ruido del agua caer son las mamadas de Hunter. Con la espalda apoyada contra el frío azulejo de las paredes, aprieto las manos en puños conteniendo las ganas irrefrenables que tengo de tomarle del cabello y follarle la boca con fuerza, ansia, deseo. Aprieto la mandíbula sin temor a que se pueda llegar a romper por la fuerza que ejerzo en ella, pero todo sea con tal de no llegar pronto al orgasmo porque Hunter, en estos momentos, me está dejando algo verdaderamente claro: sabe lo que hace.

Cierro los ojos disfrutando de su lengua parear por mi tronco, deslizarse constantemente por él y succionar en algunos momentos mi glande. Después se la saca de la boca, abro los ojos y emito un gemido grueso cuando pasa su lengua por la parte baja del pene hasta los testículos, chupándolos uno a la vez. Toma ambos con su mano, masajeándolos, después vuelve a succionarlos y contraigo el abdomen.

Trago saliva, y entonces mis manos se guía por sí solas hacia su cabello húmedo, se introducen entre él y lo toma, dando pequeños jalones para volver a introducir mi miembro en su boca, volviendo a repetir lo de hace unos minutos. Pero él no pone oposición, porque deja que mis manos guíen los movimientos de su mamada a la velocidad que mi cuerpo anhela que lo haga.

Cuando siento que estoy llegando al borde del clímax, me detengo abruptamente introduciéndosela hasta la garganta, provocándole una arcada. Aprieto el trasero pegando su rostro a mi pelvis con más fuerza, y sus manos me rodean de los muslos apretándolos tanto que siento sus dedos atravesarme la piel.

Después de varios segundos así, lo suelto y saca mi pene de su boca, sonriendo.

—Necesito que acabemos juntos —murmuro lo suficientemente claro por encima del ruido de la regadera.

Hunter no dice nada, simplemente se pone de pie y con una mirada llena por completo de picardía me toma de la nuca y estampa sus labios contra los míos con fuerza, excitación y la adrenalina al mil. Cierro los ojos mientras saboreo el sabor (vaya la redundancia) de mi entrepierna en su saliva, que se mezcla con el sabor a cloro del agua de la regadera.

Me separo de sus labios, tomando aire. Tenemos la respiración bastante acelerada, nuestros pechos suben y bajan al mismo compás.

—¿Qué? —Inquiero cuando Hunter se me queda mirando varios segundos en silencio.

Extiende una mano y la posa sobre mi pecho.

—Me encanta saber que tu corazón está latiendo así de acelerado gracias a mí.

Le doy un pequeño beso en la frente.

—No es lo único que aceleras en mi anatomía, Hunter.

Dicho eso, ambos desviamos la mirada hacia nuestras entrepiernas que están ansiosas por descargarse. Sin decir una palabra más, invierto las posiciones y hago que su cuerpo ahora esté pegado contra la pared, mientras lo miro a los ojos. No despego ni un segundo la mirada de la suya mientras comienzo a agacharme lentamente, poniéndome de rodillas frente a él.

Una pequeña palpitación en su entrepierna hace que ésta choque contra mi mejilla y río.

Entonces, sin avisar y sin dejar de mirarlo, me la introduzco a la boca y escucho como suspira. Meneo la lengua por encima de su tronco, pasándola después por su glande mientras que con una mano le masajeo los testículos, y todo esto sin despegar la mirada de sus ojos. La otra mano libre la utilizo para deslizarla por sus muslos, rodeándolos hasta llegar a su trasero donde me detengo y aprieto una de sus nalgas con fuerza, haciendo que ejerza fuerza e introduzca su pene hasta mi garganta.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now