21 | A 69,317 kilómetros de la luna.

28 9 7
                                    

HUNTER

Mamá me sonríe desde el marco de la puerta de su habitación, en el fondo del pasillo, mientras tomo la manija de la puerta de la mía. Está de pie con una bata de seda de color rosa fosforito y tiene el cabello suelto caído sobre sus hombros. Sus pies están desnudos sobre un par de sandalias del mismo color de su bata.

Me relamo los labios con una enorme sonrisa en ellos, el corazón latiendo desenfrenado.

Lentamente me giro hacia ella.

—A juzgar por esa sonrisita diría que tuviste un increíble día, ¿o no? —Dice con un atisbo de necesidad de saber el chisme.

Asiento varias veces.

—Fue demasiado increíble, mamá.

—¿En serio? —Inquiere caminando hacia mí. Cuando se detiene a pocos centímetros de mi cuerpo, me envuelve en un fuerte abrazo—. ¿Es ese chico de la última vez? ¿Harry?

Asiento nuevamente.

—¿Quieres contarme...? —Murmura sin despegarse de mí.

—¿Segura, mamá?

Se separa de mí y me mira con expresión de sorpresa.

—¿Tú qué crees? Que sea la figura de poder en casa no significa que no me interese saber qué le pasa a mi bebé —sonríe.

Mi sonrisa se expande.

—Es que, hace un par de semanas o más, tuvimos un pequeño conflicto...

—¿Conflicto?

—Ajá... Bueno, el día que salimos lo besé sin querer y arruiné las cosas entre nosotros... Me dejó de hablar un tiempo, yo también a él y fue como si nos hubiéramos borrado uno al otro de nuestros propios mapas.

—Pero... ¿es gay?

Me encojo de hombros.

—No lo sé, no creo. Yo pienso que es bisexual, pero dice que no está listo para definirse como algo —me aclaro la garganta—, el caso es que hoy apareció en el gimnasio, usando como cómplices a Jason y Lexie, y... Es que es vergonzoso, tendría que contarte algo que solo nosotros entendemos...

—¿Qué es? —Sonríe—. ¿Un apodo de esos que son ridículamente cursis?

Asiento lentamente sintiendo el calor subírseme a las mejillas, pintando mi rostro de un tono rojo haciéndome parecer un jitomate. Mamá se parte en pequeñas carcajadas llevándose una mano a la boca para sofocar el estruendoso sonido de su risa. Si algo tenemos en esta casa es que los tres nacimos con una característica risa que nos ha costado bastantes burlas y críticas: nacimos con risa de puerco.

Así que, al escuchar el sonido de puerco que sale de las entrañas de mi madre, la risa se me contagia y somos un par de puerquitos partiéndonos en carcajadas. Cuando el estómago me duele, me llevo las manos a él y lo aprieto en un intento para que la risa disminuya.

Cuando al fin nos relajamos, ambos tenemos una enorme sonrisa en los labios.

Hace años que no me reía así con mi madre.

—A ver dímelo.

—No, mamá, te acabas de callar y quieres que te haga reír de nuevo...

—No importa, prometo no reírme —dice alzando la palma en el aire, haciendo el juramento.

Pongo los ojos en blanco.

—Hace un tiempo, ambos nos mandamos sin saber por qué un mensaje con un apodo al final de este, siendo él Taz por su coraje y locura...

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now