6 | A 358,099 kilómetros de la luna.

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HARRY

Dicen las malas lenguas que mientras más cerca tengas a tu enemigo, más secretos terminarás descubriendo de él. Pero, ¿en realidad él era mi enemigo? ¿O solamente eran mis celos por haberme ganado en ese ridículo partido de basquetbol? No lo sé, pero podría afirmar que desde ese día había decido seguirlo para lograr descubrir cosas de él y hacerle la vida imposible durante todo el ciclo escolar.

Y ese día, en esa plaza comercial donde se encontraba el antiguo cine, la vida pareció iluminarme y darme señal verde para descubrir asuntos que pudieran arruinarlo.

«¿Por qué quieres hacerlo?» Me preguntaba constantemente porque no sabía la respuesta. Solo sabía que había algo en él que llamaba mi curiosidad por saber quién era y qué le gustaba, además del basquetbol. Admitámoslo: cuando conoces a una nueva persona lo primero que quieres conocer antes que su nombre son sus secretos.

Voy con Nicole a ver una estúpida película romántica cuando lo veo a la distancia abrazarse de Jason, y en el instituto todos saben que a Jason le van los chicos. ¿Él también sería gay? Saco el teléfono y les hago una foto minutos antes de que se separen y caminen hacia la horrible carcacha que dejó varado a Moore en aquel campo tan tranquilo. Por suerte, Nicole no se da cuenta de la fotografía.

—Churrito, ¿si me estás escuchando?

—Como vuelvas a llamarme así te dejo aquí sola y me regreso a mi casa, ¿estamos? —Bufo y la tomo de la cintura—. Ya habíamos quedado que esos apodos cursilones y ridículos no nos pegan en nada, Nicole...

—Ya, guapo, no te enojes.

Mi mirada se desvía de sus ojos azules hacia el pare de chicos que caminan uno junto al otro hacia la camioneta, riéndose a carcajada abierta. Aprieto la mandíbula sintiendo los brazos de Nicole rodearme el cuello. Huele delicioso. Como a chicle y fresa y menta.

Entonces, sus ojos hacen contacto con los míos y me paralizo con Nicole colgada de mi cuello. Frunzo el ceño y una sonrisa se dibuja en sus labios, pero justo cuando la comisura de los míos comienza a alzarse, Nicole me habla:

—Oye —volteo y estampa sus labios contra los míos.

Solo se escucha, a lo lejos, la camioneta arrancar.

Ella se separa de mí y me toma de la mano, conduciéndome hacia el cine mientras deslizo mi dedo sobre la pantalla de mi teléfono, desbloqueándolo. La fotografía de ellos dos abrazados aparece en la pantalla y sonrío sin saber muy bien por qué. Solo sonrío y sigo a mi novia hacia el interior del lugar.

+++

Si hay algo que todo estudiante detesta es saber que el mismo profesor que te hizo la vida imposible el curso anterior te volverá a dar clase. Me siento en mi lugar en el laboratorio de Química mientras me ajusto los botones de la bata blanca. Conforme pasan los minutos, los lugares comienzan a llenarse poco a poco. Y mientras rezo para que no se siente nadie a mi lado en el primer día de esta clase, escucho cómo es arrastrado el banco junto al mío, una mochila caerse al piso y un suspiro de cansancio.

Miro de reojo al chico que se ha sentado junto a mí, y suspiro al ver que se trata de Sam. Sonrío de oreja a oreja mientras chocamos los puños en un saludo, ignorando al resto de estudiantes que entran al aula.

—¿Es en serio que nos volverá a dar el anciano de O'Connor?

—Así es, Sam Parker —una voz ronca y masculina responde por mi justo cuando abro la boca para hablar, pero la cierro al darme cuenta que se trata del maestro O'Connor.

Aprieto los labios, reprimiendo una risotada.

—Qué buena bienvenida me ha dado, señor Parker, por lo visto quiere volver a recursar conmigo una materia —una sonrisa autoritaria se dibuja en sus arrugados labios, se ajusta los anteojos y se cruza de brazos—. Por cierto, ni crean que este semestre estará en el mismo sitio, así que señor Baker, cámbiese de sitio.

Tan cerca de la luna [#1]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum