34 | A 3,169 kilómetros de la luna

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HARRY

Lo primero que escucho cuando abro los ojos la mañana del sábado es la alerta que anuncia la entrada de un nuevo mensaje en mi teléfono. Parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la luz de los potentes rayos del sol que entran por las cortinas blancas de las ventanas. Un bostezo que dura bastante tiempo, más de lo normal, es interrumpido por un nuevo mensaje, y otro y otro y otro.

Frunzo el ceño ante tanta insistencia.

Me giro un poco sobre la cama, retirándome las sábanas del cuerpo para después extender la mano hacia el pequeño buró junto a la cama y tomar el aparato que no deja de vibrar y emitir sonidos.

—¿Qué carajos...? —Pregunto al aire en el momento en el que otro mensaje vuelve a ingresar en mi bandeja de entrada.

Nicole está bombardeando mi espacio de notificaciones con muchos mensajes que no son más ni nada menos que puras letras, cada mensaje que entra es una E, pero sin contexto alguno. Reviso el reloj para comprobar la hora justo antes de emitir un bufido bastante fuerte.

Justo cuando estoy tecleándole una respuesta, su nombre aparece en la pantalla indicando la entrada de una llamada nueva. Deslizo el dedo sobre el icono verde y contesto:

—¿Bueno? —Respondo con la voz ahogada por el sueño.

—¡Hola! —Me alejo un poco el teléfono del oído cuando su voz bastante aguda casi destroza mi tímpano—. ¿Cómo amaneció el chico más guapo y sexy de todo el sistema solar?

—No lo sé, pero yo amanecí bien.

—Bobo, sabes que me refería a ti —pongo los ojos en blanco.

—Nicole... sabes que la vanidad y egocentrismo nunca han sido algo propio de mí.

—¿Desde cuándo?

—Desde siempre.

—Mentiroso —toma aire—, la primera vez que llegó ese chico, Hunter, eras más creído de lo normal sin razón alguna.

Me relamo los labios y sonrío al recordar aquellos tiempos.

—Sí, pero solo era por molestar.

—¿Seguro?

—Sí, ahora somos amigos.

—Por favor, ¿quién se hace amigo de su enemigo?

—Nosotros.

Guarda silencio un par de minutos en los que pienso que la llamada se ha cortado por alguna interferencia o algo, pero esa opción queda descartada cuando escucho la puerta de su coche cerrarse en el fondo.

—¿A dónde vas? —Inquiero.

—Oh... vine a... mmm... —y entonces, el timbre de la entrada suena por toda la casa y bufo.

—¿Estás aquí?

—¡Sorpresaaaaa!

—¿Sorpresa?

—Sí, cariño. ¡Sorpresa! Ahora abre que quiero que veas algo.

¿Sorpresa de qué? Sin muchos ánimos, me levanto de la cama y me encamino hacia la puerta de la habitación sin importarme un poco la poca ropa que llevo puesta: un short de franela gris. Atravieso el pasillo hasta la sala de estar, donde me detengo en seco al encontrarme una imagen que no me sorprende en lo absoluto: mi padre tirado en el suelo, seguramente lo bastante alcoholizado, dormido y la mesita del centro llena a reventar de botellas de cerveza.

Hago una mueca de desagrado y abro la puerta, encontrándome con una Nicole lo bastante desarreglada para ser ella. Lleva puesta su pijama rosa con dibujitos de Mickey Mouse, además de que trae consigo una enorme caja café con un gran moño de color azul que la rodea por completo.

Tan cerca de la luna [#1]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang