16 | A 127,014 kilómetros de la luna.

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HARRY

Enfoco el objetivo, tomo aire y, con un clic, la luna queda marcada en la memoria de mi cámara. Observo la toma, analizando los detalles perfectos de la foto, y sonrío al escuchar su voz resonar en mi mente aquella noche mientras cenábamos hamburguesas.

Siento una leve presión en el pecho cuando la imagen de su sonrisa se recrea en mi mente.

Han pasado... ¿qué? ¿Dos semanas? ¿Tres? La verdad no las he contado desde la noche del beso, y sigo sin saber cómo demonios sentirme. Sé que mi reacción en ese momento no fue el mejor porque, ¿cómo te sentirías si alguien no reacciona bien a un beso tuyo? O, mejor dicho, ¿cómo reaccionar a algo a lo que no estabas preparado?

Los días en la preparatoria han sido demasiado extraños, y más los entrenamientos del equipo de baloncesto. Los chicos han comenzado a notar nuestra distancia porque es demasiado evidente en el rostro de Hunter cada vez que me ve. De una sonrisa cambia a una expresión de vergüenza.

Y sí, miles de veces me han preguntado Oliver y los demás qué ha pasado, y miles de veces les he dicho lo mismo: nada. Porque no pasó nada.

Si dices...

Sí, acepto que en el restaurante Hunter me hizo sentir de una manera muy extraña, me hizo sentir la comodidad que Nicole no me ha hecho sentir desde el primer mes de novios. Me prestó la atención que ni siquiera mis padres me han dado cuando les cuento sobre mis sueños siendo fotógrafo y lo mucho que me gustaría conocer el mundo para capturar los pequeños detalles que nadie se detiene a observar con detenimiento.

Me hizo sentir... magia.

Pero un beso... un beso ya es otro nivel.

Nunca en mi vida me había atrevido a tomar la cámara, salir de casa y venir a un sitio lejos de toda la contaminación mundana para tomar fotos al atardecer, la luna y las estrellas cuando el sol comenzaba a desaparecer. El ligero tono lila, mezclado con tonos rosas, amarillos y anaranjados creando un espectáculo de diversos matices me liberó la tensión que he acumulado desde hace más de un mes. Nunca había tomado esa iniciativa hasta que lo hablé con él y ahora, en este momento con el cantar de los grillos y el aire meciendo el césped de la maleza del campo abierto en el que me encuentro, me siento yo.

Vuelvo a enfocar la cámara a la luna, y cuando hago clic no soy consciente de la pequeña estrella fugaz que ha cruzado el cielo nocturno hasta que reviso la toma y le encuentro en perfecto estado, desintegrándose, por detrás de la luna. Sonrío de oreja a oreja recordando la loca teoría que me contó Hunter sobre la tristeza representada en forma de lluvia de estrellas, en la que dijo que cada lágrima que salía de nuestro interior era una estrella que terminaría desintegrada al igual que los astros que surcaban nuestro cielo.

Sacudo la cabeza, borrando la imagen de su rostro iluminado por la diversión.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo trasero del short de mezclilla que llevo puesto, me dejo la cámara colgada del cuello y lo saco.

Un mensaje de Oliver.

¿Estás con Nicole?

No. ¿Por qué?

Es que vine a tu casa y me dijeron que saliste desde temprano y nos has vuelto, y eso normalmente sucede cuando vas a tener sexo loco con tu novia. ¿O me equivoco?

Pues sí. Te equivocas.

¿En dónde estás?

Llego en 20min, no te vayas.

OK.

Bloqueo la pantalla y lo guardo, después cierro la pequeña mochila con los lentes de la cámara y me pongo de pie para comenzar a caminar hacia el coche, que lo he dejado estacionado a pie de carretera. La maleza me ocasiona cosquillas en la piel de las piernas y siento un leve estremecimiento al recordar el mismo estremecimiento al haber escuchado su risa de puerco la primera vez.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now