11 | A 217,403 kilómetros de la luna.

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HUNTER

La cámara hace su parte y la selfie queda guardada en mi teléfono. Después ingreso a Instagram y la posteo, agregando como pie de foto: TQM, Lex. En la noche del sábado, que podríamos estarlo pasando en grande en cualquier fiesta de un tipo desconocido con tal de beber y bailar, estamos recostados sobre mi cama con la película de Troya reproduciéndose en el televisor.

Van varias veces, durante el transcurso de la velada, que veo a Lexie morderse el labio inferior cuando Brad Pitt sale desnudo en la pantalla. No está mal, verdad, pero no logra removerme las hormonas su trabajado cuerpo. Y, siendo sincero, no le estoy prestando demasiada atención a la película porque he estado más ocupado revisando mis redes sociales.

O, mejor dicho, platicando con Harry sobre cualquier cosa que se nos venga en mente. Por ejemplo, la última conversación que tuvimos fue sobre si era creyente o no de la reencarnación, a lo que contestó:

Posiblemente. Quizá morí en la Segunda Guerra Mundial y por eso sueño con ser militar.

¿Quién, en su sano juicio, quería soñar con ser parte del ejército? En fin, no soy nadie para juzgar los sueños de otras personas porque yo quería ser investigador de la NASA.

¿Y tú? ¿Crees en la reencarnación?

¿Yo? Sí. Creo.

¿Qué piensas que fuiste en tu otra vida?

Amm... Un panda, posiblemente.

[Escribiendo...]

[Escribiendo...]

¿Un panda? ¿Y eso?

Porque soy demasiado torpe y solo me gusta comer...

Después de eso, me dejó en visto y no volvió a responderme.

Regreso a la realidad cuando noto el cuerpo de mi mejor amiga moverse a mi costado, cambiando por millonésima vez de posición en los cuarenta minutos que lleva la película. Cuando siento su mirada sobre mí, decido bloquear el teléfono y dejarlo sobre el buró junto a mi cama, suspirando. Después me giro hacia Lexie y le sonrío.

—¿Sucede algo? —Murmura.

—¿Alguna vez has escuchado esa historia sobre el romance entre el sol y la luna? —Hago una mueca, pensativo.

Tras varios minutos de silencio donde su ceño se frunce y me mira con una expresión rara, niega con la cabeza.

—¿Por qué querría saber eso?

—No, por nada...

—¿Tienes hambre? —Pregunta, cambiando de tema.

Me encojo de hombros y asiento. Nos ponemos de pie, pausamos la película y salimos de mi habitación. Justo cuando estoy cerrando la puerta detrás de mí, escucho mi teléfono vibrar. Corro hacia él, tomándolo con una emoción que nunca antes había sentido al llegarme algún mensaje. O, al menos, no desde la última vez que estuve saliendo con alguien que, si hacemos cuentas, sería hace casi tres años.

Deslizo el dedo sobre la pantalla, desbloqueándolo y mi sonrisa se apaga cuando veo que es un mensaje de la compañía telefónica a la que pertenezco. Pongo los ojos en blanco, lo bloqueo y lo guardo en el bolsillo de mi pants gris, después me giro sobre mis talones y continúo mi camino hasta alcanzar a Lexie en la puerta de la entrada.

La abre.

—¿Adónde van? —La voz de mi madre nos detiene.

Lexie se gira en su dirección y le sonríe.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now