5 | A 375,178 kilómetros de la luna

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HUNTER

—¿Cómo te ha ido en las pruebas? —La voz de Lexie me devuelve a la realidad después de pasar un rato pensando en esa última encestada que di, sintiendo aún los fuertes brazos de Baker rodeándome de la cintura aún cuando mi cuerpo estaba encima del suyo contra el suelo.

Cierro la puerta de mi taquilla y me giro hacia ella.

—Bien. Me han aceptado —le informo con una enorme sonrisa en mis labios.

Mi cuerpo da un enorme brinco cuando pega un fuertísimo grito y se abalanza contra mí, abrazándome del cuello. Las miradas de los pocos alumnos que aún quedan en el instituto nos miran, algunos con curiosidad y otros con diversión por el chillido de Lexie.

Se despega de mí y mira por encima de mis hombros a alguien, levantando el dedo corazón.

—¿Y qué tal está? —Pregunta y frunzo el ceño sin comprenderla.

—¿Qué cosa?

Pone los ojos en blanco.

—Pues Harry...

—¿Harry? —Asiente, emocionada—. ¿Quién es Harry?

Y entonces su emoción se esfuma al instante convirtiéndose ahora en sorpresa, o confusión, no lo sé. Pero me mira con cara de: ¿cómo que quién? Y no sé qué me incomoda más, si su mirada extraña o que se ha quedado bloqueada durante unos minutos mirándome fijamente. Paso una mano frente a sus ojos en un intento de devolverla a la realidad, pero ni siquiera parpadea.

¿Estará teniendo un paro cardíaco y no me estoy dando cuenta?

La tomo de los hombros y la sacudo.

—Lex, ¿qué pasa? —Nada, no reacciona. La vuelvo a sacudir con más fuerza, ahora tomándole de las mejillas—: ¡LEXIE!

—Es... oh... dios... —balbucea sin dejar de mirar fijamente por encima de mi hombro.

—¿Qué dices? —Inquiero sacudiéndola más.

—¿Tu amiga está bien?

Y, justo en ese momento, mi cuerpo se paraliza al igual que el de Lexie cuando mi cerebro capta de quién es esa voz gruesa, masculina, hablándome al oído. Abro los ojos como platos, la saliva se me atasca en la garganta y no me doy cuenta de que he ejercido presión en mi mandíbula hasta que comienza a dolerme. «¡Reacciona, estúpido, reacciona!».

Giro poco a poco mi cabeza a la izquierda, en su dirección, encontrándome con su rostro de perfil. El aro en su lóbulo derecho parece brillar con las luces del techo. Mi garganta se abre, dejándome tragar saliva nuevamente cuando su rostro se gira hacia el mío y sus ojos cafés se encuentran con los míos, a pocos centímetros.

Sonríe.

—¿Está viva?

Su aliento se estampa en mi rostro, invadiendo mis fosas nasales de un fresco olor a fresa con menta. Su cabello café le cae encima del rostro, mojado. ¿Se ha duchado? Mi cerebro envía una corriente eléctrica lo suficientemente fuerte para hacer reaccionar mis cinco sentidos al darme cuenta que está esperando una respuesta de mi parte o, mejor dicho, que me he bloqueado como Lexie.

Parpadeo varias veces y me relamo los labios, separándome un poco de él.

—Eh... Sí, solo que sufre de... Hmm... bloqueos mentales.

—¿Bloqueos mentales?

—Ajá.

Camino hasta posicionarme al lado de mi amiga, coloco una mano en su trasero y le meto un pellizco disimulado que queda en evidencia cuando esta por fin reacciona pegando un fuerte grito.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now