37: A 694 kilómetros de la luna.

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HUNTER

—¿Ya recibiste alguna respuesta? —Inquiere mi madre cuando ingreso a la cocina días después de la fiesta en casa de Mason.

Esa noche, después de habernos vestido, Harry se puso muy seco conmigo y me respondía cualquier pregunta que hiciera con monosílabos. Ideamos un plan para que nadie sospechara de lo que había entre nosotros, así que le envié un mensaje de texto a Jason para que subiera como pudiera a la segunda planta de la mansión de Mason para bajar él y yo juntos, y así hacer creer a quien quiera que nos haya visto que éramos él y yo los que estábamos en la habitación; total, la gente sabía que nos gustaban los chicos.

Y funcionó. O eso creo.

Al menos nadie nos miró cuando descendimos las escaleras fingiendo algunas risas y sonrisas coquetas, después de varios minutos Harry bajó y se integró a su grupo de amigos con bastante rapidez y facilidad, como si nada hubiera sucedido momentos atrás.

Y, aunque no quiera admitirlo, algo cambió esa noche. Harry se volvió más distante conmigo, le mandaba mensajes y se tardaba en contestar. Incluso me ha cancelado varias salidas porque "está cansado" o "Nicole está conmigo". ¿Había hecho algo mal?

—¿Cariño? —La voz de mi madre me saca de mi ensimismamiento, devolviéndome a la realidad. Arqueo la cejas, fijando mi mirada en sus ojos—. Parece que estás en la luna, ¿en qué tanto piensas?

Frunzo los labios.

—No es nada, mamá, sólo... —Desvío mi mirada hacia el papel que hay entre mis manos y suspiro—. No me aceptaron —digo dejando caer la carta sobre la mesa del comedor.

Mamá se sienta a mi lado y me obliga a girar mi cuerpo sobre mi lugar para estar frente a ella. Toma mis manos con las suyas, trasmitiéndome esa calidez que tienen todas las madres cuando te demuestran que están ahí siempre para ti. Frunce el ceño, preocupada, y se relame los labios.

—Sé que no estás así por las solicitudes de las universidades, Hunter.

—¿Ah no? —Niega con la cabeza, poniendo los ojos en blanco.

—¿Sucede algo con Harry? —Inquiere y trago saliva.

¿Por qué las mamás parecen conocer más tu interior que tú mismo? ¿Es alguna clase de sexto sentido que tienen o algo parecido? Parpadeo varias veces, notando cómo la visión de repente se me emborrona y no soy consciente de que las lágrimas se han acumulado en mis ojos hasta que siento las mejillas humedecérseme, después agacho la cabeza para evitar que mi madre me vea.

—Oh, cariño, ¿qué tienes? —Vuelve a preguntar, tomándome de la barbilla para obligarme a mirarla a los ojos.

Lo hago y me encojo de hombros.

—La verdad no lo sé... —Comienzo a hablar con un hilo de voz—, Harry ha estado muy raro conmigo desde la fiesta de hace semanas.

—¿La del niño rico? —Asiento—. ¿Por qué? ¿Qué sucedió?, ¿se pelearon?

Sacudo la cabeza.

—Estábamos... eh... ya sabes —evito su mirada al sentir las mejillas arderme de la vergüenza, ¿cómo actúas cuando le confiesas a tu madre que tienes una vida sexual activa? Sé que no debe apenarte, que no debería ser un tema tabú en tu circulo familiar y social, pero... aún así, da pena confesarle a tu propia madre que tienes sexo. Pero me olvido de todo eso cuando solamente aprieta la mano que no me había soltado y asiente con la cabeza.

—¿Qué te he dicho de tener relaciones sexuales en casa ajenas, Hunter?

—Mamá, eso es lo de menos ahorita.

—Bueno, obviaré eso, ¿y qué pasó después?

—Pues... No sé en qué momento, quizá estábamos tan absortos en lo que estábamos haciendo que... Alguien entró y salió al instante al vernos —abre los ojos como platos—. No me preocupa que me hayan visto totalmente desnudo y en acción, ¿sabes? Me preocupa Harry.

—¿Por?

Tomo aire.

—Porque él aún no está listo para que el mundo sepa que le gustan los chicos.

—Entiendo... —Aprieta los labios.

—Y el hecho de que alguien nos haya visto hace que, básicamente, la presión para confesarse sea aún más grande.

—Pero no está obligado a confesarle a nadie lo que es, hijo, es un ser humano como cualquier otro... El salir del clóset es una norma que ha establecido la sociedad solamente para clasificar a las personas y saber a quiénes hacer menos y a quiénes no. —Asiento lentamente con la cabeza—. ¿Y no has hablado con él?

—No responde mis mensajes, y si lo hace... se demora.

La miro acomodarse en su asiento, rascarse la barbilla y exhalar todo el aire que sus pulmones han sido capaces de recolectar. Después se encoje de hombros y dice:

—Ya viviste una vez esto, cariño, y ya te lo había dicho —traga saliva—, ¿estás dispuesto a ser el secreto de una persona que no está totalmente convencido de querer mandar a tomar por culo al mundo y vivir feliz?

—Pero...

—Mira, Hunter —guarda silencio unos pocos segundos que se me antojan eternos, buscando las palabras adecuadas para lo que está por decir a continuación—. Entiendo a Harry, me pongo totalmente en sus zapatos porque no ha de ser fácil descubrir que no eres quien creías que eras, pero también, como tu madre, estoy en todo mi derecho de decirte que no eres un tipo de Dios para salvar a las personas, ¿me explico?

Niego con la cabeza.

—Tú no puede obligar a Harry a decir quien es, ¿claro? —Asiento—, pero él tampoco puede obligarte a estar en una relación secreta porque todos merecemos vivir con libertad. El amor, cariño, no es ahí donde te mantengan encadenado y en secreto, el amor es donde o se es libre en su totalidad juntos, o aprendes a ser libre solo. —Se aclara la garganta, me toma de las mejillas y me mira fijamente a los ojos—. Ningún ser humano, óyeme bien... ningún ser humano merece ser el secreto de nadie, cariño, DE NADIE.

Frunzo los labios, sopesando sus palabras.

—Puedes decirme que lo quieres, sí, lo sé —me suelta—. Pero Harry no tiene derecho de apagar tu brillo solo porque él tiene miedo a brillar.

—¿Entonces?, ¿qué hago?

—Habla con él y decidan: u opacan el brillo del sol juntos, o se pierden en la oscuridad del universo.

+++

En la oscuridad de la noche, cuando el canto de los grillos me parece tan estremecedor, me pongo de pie de la cama y me siento en el borde del colchón. Las palabras de mi madre resuenan en mi mente en eco como si hubiera un enorme hueco en mi cabeza.

Brillar juntos o brillar solo. ¿Qué elección tomaré?

Me pongo de pie, colocándome los tenis, y extiendo la mano hacia el buró junto a mi cama para tomar las llaves de mi camioneta. Después suspiro mientras me dirijo caminando hacia la puerta de mi habitación, y a continuación la abro. Salgo al pasillo oscuro, encaminándome hacia la puerta principal. Al llegar, me aseguro de abrirla lentamente para no provocar ningún ruido y evitar que mis padres se asusten pensando que es un ladrón.

Cuando salgo, la cierro detrás de mí, me acerco a mi auto que está del otro lado de la acerca y me subo en el asiento del copiloto. Enciendo el motor, piso el acelerador e inmediatamente me incorporo a la calle vacía, sintiendo el corazón latir a mil por hora.

¿A dónde voy? No lo sé, sólo necesito pensar un momento.

+++

Tecleo su número y responde al tercer tono:

—¿Hunter? —Murmura.

—¿Puedes venir al campo donde nos conocimos? Necesito hablar contigo.

—Yo también necesito hablar contigo.

Y cuelga.

Tan cerca de la luna [#1]Where stories live. Discover now