18 | A 100,000 kilómetros de la luna.

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HARRY

Enciendo el computador y tecleo:

¿Cómo saber que te gusta alguien estando con otra persona?

Después lo borro y me cubro la cara con ambas manos mientras emito un quejido de frustración, temeroso a identificarme con alguno de los resultados.

+++

Abro la puerta de la casa después de llegar de la preparatoria, pero apenas poner un pie dentro el olor asqueroso del tabaco y cerveza se introduce por mis fosas nasales. Retrocedo y cierro la puerta detrás de mí, huyendo de aquí.

¿Puede una persona haber sido tu distracción?

¿Eso es sano?

Corro, corro y corro.

+++

—Güey, ¿estás bien? —La voz de Sam me saca de mi ensimismamiento, devolviéndome a la realidad. Una realidad de la que no he formado parte desde hace más de dos semanas, cuando fui a la casa de Hunter y Lexie me impidió verlo. Alzo la mirada de mi desayuno, dándome cuenta que ni siquiera he probado un bocado.

Trago saliva y apoyo ambos codos sobre la mesa después de retirar la bandeja unos centímetros hacia el centro de la mesa. Descanso la barbilla sobre las manos.

—¿Por qué preguntas eso? —Murmuro con la voz ronca.

Zac deja de comer y Sam le mira de reojo, haciendo un movimiento con las cejas para que me mire. Él lo hace y se relame los labios.

Ahora cuatro ojos me miran fijamente.

—Has estado muy perdido últimamente... —Confiesa Zac mientras Sam, quien fue el que comenzó el tema, bebe un sorbo de su agua de sandía.

Parpadeo varias veces.

—Sí, todo bien.

—Ajá... que te crea quien te quiera, amigo, porque a nosotros no nos mientes —se une Owen hablando con la boca llena de comida.

Pongo los ojos en blanco, después me pongo de pie. Los tres pares de ojos me miran, siguiendo cada uno de mis movimientos, y yo aprieto la mandíbula. Tomo mi mochila del suelo y me la coloco en el hombro.

—Nos vemos luego, ¿sí? —Trago saliva—. Y, por favor, denme tiempo.

Todos asienten al unísono.

De repente, siento que más del cincuenta por ciento de alumnos que están desayunando en este momento en la cafetería me miran, siguiendo cada paso. Justo cuando llego a la puerta de salida, la risa de una chica que reconozco a la perfección resuena por toda la cafetería justamente cuando los alumnos se quedan callados.

Me freno en seco al escuchar el sonido de alguien más riéndose, pero con algunos sonidos de puerco.

Y siento el corazón apretujárseme.

Me giro sobre mis talones y lo busco desesperado con la mirada. Lo localizo al fondo del lugar en un grupito donde están él, Lexie y Jason, quien le está haciendo cosquillas en las costillas a Hunter. Supongo que la risa de Lexie se ha desatado por culpa del sonido de puerco de la risa de Hunter. Sonrío al verle tan feliz, pero aprieto los puños a mis costados sin saber por qué.

Un nudo en mi garganta se comienza a formar, trago saliva con dificultad... y un cosquilleo se me instala en la boca del estómago. Todo mi cuerpo son reacciones contradictorias. Y entonces emito un suspiro largo y tendido, sabiendo que ese suspiro tiene nombre y apellido.

Que mi humor y dudas han tenido nombre y apellido desde un principio.

Hunter Moore.

+++

En la oscuridad de mi habitación, con un padre hasta los codos de borracho y mi madre dormida harta del estilo de vida de mierda que tiene, vuelvo a ingresar a Google y tecleo:

¿Cómo saber que te gusta un chico?

Y esta vez, no temo identificarme con ningún resultado.

+++

Busco el número de Jason en mi lista de contactos, y sonrío al encontrarlo. Le envío un mensaje, tembloroso.

¿Ya estás aquí?

[Escribiendo...]

[En línea]

[En línea]

[Última vez 18:30]

[En línea]

[Escribiendo...]

[Escribiendo...]

[En línea]

¿Cuánto se tarda alguien en mandar un simple «sí»?

Ya. ¿Le vendo los ojos?

Sí, porque estoy que me muero de la vergüenza.

Relájate.

Muchas gracias por ayudarme.

No las des, ya sabes que si le haces algo te cortaré los huevos.

Ay...

Me guardo el teléfono en el bolsillo del pantalón y me coloco la parte restante de la botarga. O sea, la cabeza. Después camino hacia la puerta que conecta los vestuarios con el gimnasio. Por suerte, hoy no tuvimos entrenamiento y los chicos se fueron a su casa desde hace cuarenta minutos. Se les hizo raro que me quedara en las regaderas sin moverme mientras ellos se salían y gritaban que ya se iban.

Hace más de una semana y media que he estado planeando esto, y todo comenzó con la investigación que hice sobre cómo saber que un chico te gusta. E investigar sobre la bisexualidad. Y aunque todavía no estoy listo para identificarme como tal, no encuentro motivos para hacerlo porque para querer a alguien no hacen falta etiquetas.

Tras pasar horas y horas de desvelo leyendo las miles de páginas web sobre consejos para saber que te gustan los chicos, sobre cómo saber que estás enamorado y sobre cómo decirle a esa persona que te gusta, me decidí a darle una sorpresa a Hunter y que esto sirviera como una muestra de perdón por haberlo rechazado el día del beso.

Y después de pensarlo con todo detalle, me decidí a contactar a Jason para que me ayudara a organizar el momento. Cuando recibí su aprobación, corrí a la tienda de disfraces más surtida de todas las que había en la ciudad, y compré una enorme botarga de quien era para él.

Ahora, después de mucho pensarlo, lo único que queda en el instituto a estas horas mientras sale del vestidor de los chicos, es un enorme sujeto disfrazado de Taz, el famoso personaje enojón de los Looney Tunes. Empujo la puerta y salgo a la cancha de básquet donde, a través de las pequeñas rendijas de tela de los ojos, veo a dos chicos parados en el centro del lugar.

Uno con los ojos tapados, y el otro tapando los ojos del primero.

Y junto a ellos, está Lexie parada grabando todo con una cámara y una sonrisa enorme en sus labios.

¿Ya dejó el coraje atrás?

Cuando llego a ellos, Jason asiente una sola vez y retira sus manos de los ojos de Hunter.

Y entonces, todo cambia. 

Tan cerca de la luna [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora