Capítulo IX

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(si no has leído el capítulo VIII, debes ir antes al capítulo anterior)

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(si no has leído el capítulo VIII, debes ir antes al capítulo anterior)

Capítulo IX
Riesgos

La vida es un laberinto; puedes tomar muchos caminos, pero solo uno será el correcto.

(...)

Alaia había tomado una decisión desde el momento que mandó aquella carta con Suni.

La noche donde murió Akira, algo terminó de despertar en ella, se dió cuenta lo injusta que era la vida que llevaba; por ello quiso por una vez en su vida sentirse viva, sentir que valía la pena arriesgarse.

¿Que si estaba haciendo lo correcto? No lo sabía, hacer lo correcto puede ser interpretado de diferentes maneras dependiendo de la realidad de cada persona. En la realidad de Alaia, lo que estaba haciendo era motivo para ir a la horca, pero no sé centró en ello sino en vivir.

¿Era un pecado merecedor de la muerte querer tener libertad? Para Kaia si, Ankara se había esforzado por mantener el equilibrio durante muchos años, y cualquier intento de quebrantar la paz obtenida, sería castigado.

La chica estaba sentada en su cama esperando que se hiciera la hora en la que todos estuvieran durmiendo, mentiría si dijera que no estaba nerviosa, pero esa sensación de mariposas revoloteando en su estómago le daban una energía que nunca había tenido, por alguna razón lo prohibido le hacía sentir. 

Tomó su reloj de bolsillo y vió la hora, faltaba un cuarto de hora para la medianoche, esperaba de todo corazón que todos estuvieran dormidos, ser descubierta sin haber hecho realmente aún nada, no estaba en sus planes.

Aunque no sabía muy bien que iba a hacer, solo quería seguir sintiendo esas cosas que él le hacía sentir, según los libros del antiguo mundo, ella lo que deseaba era estar enamorada, y no porque Kaia se lo imponía, porque en su destino solo debía amar a Zev, sino porque ella lo decidía, aunque fuese por poco tiempo, quería sentir que ella tomaba una decisión por primera vez en su vida.

Volvió a mirar el reloj y solo faltaban diez minutos para la media noche, a paso lento camino a su armario y tomó un abrigo lo suficientemente grueso para el frío de la noche.

Había pensado durante toda la tarde si colocarse algún vestido bonito para la ocasión, pero había decidido que no, ya que si la atrapaban podía decir que solo había salido a tomar aire fresco y si no estaba en pijamas se vería raro.

Así que tomó el abrigo, se lo colocó sobre la pijama y camino hacia la puerta de su habitación, al tomar el pomo, respiro profundo, estaba nerviosa, muy nerviosa, pero también muy emocionada; giró el pomo de la puerta y con cuidado de no hacer ruido, salió para luego cerrar detrás de ella.

Observó el pasillo de ambos lados, estaba completamente desolado, algo normal a esa hora de la noche, agradeció que ningún sirviente estuviese por ahí,  caminó rápidamente hasta las escaleras para bajar a la planta inferior y poder salir al jardín.

AlaiaWhere stories live. Discover now