Capítulo XXVIII

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Capítulo XXVIII¿Chantaje o ayuda?

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Capítulo XXVIII
¿Chantaje o ayuda?

A veces el corazón le gana a la razón. No sé qué tan bueno puede ser eso o qué tan malas sean las consecuencias.

(...)

La imagen ante sus ojos no era agradable, quería correr hacía el desgraciado frente a él y alejarlo de un empujón lejos de Alaia, pero sabía que no podía, que debía controlarse aunque sus manos temblaran y su cuerpo exigiera hacer lo contrario.

Estaba claro en el rostro de Alaia, que no esperó esa cercanía de Zev, y eso le molestaba aún más, se sentía inútil por no poder defenderle. Además, tener que quedarse solo de espectador.

Ella al verlos entrar se alejó automáticamente del hombre a su lado, llegandose a ver algo desesperado, su mirada delataba lo incómoda que se sentía.

—¿Interrumpimos algo? —la voz de Izan era perspicaz, era obvio que tampoco le gustó la cercanía del pelirrojo, a ella le hacía sentir incómoda, por ende, a él le enfureció.

—No. —respondió en automático Alaia, se sentía tan nerviosa.

Zev observaba la situación en silencio, desde que conoció a su destinada algo no le ha cuadrado, siempre de alguna manera Akil —no recuerda bien si se llama así —siempre consigue la manera de interrumpir o los mira de una manera que le hacía sentir que deseaba arrancarle la cabeza.

Quizás era su imaginación o quizás algo pasaba ahí y él no estaba enterado, lo cual era perfectamente entendible, si tenías algún tipo de relación con alguien no ibas corriendo a contarle a tu destinado; por ello, el pelirrojo decidió ser más observador y entender qué estaba pasando.

—No. —respondió de forma lenta él también; levantándose de donde se encontraba. —Solo vine a visitar a Alaia, ¿sucede algo? —dice mirando directamente a los hombres frente a él, pero la pregunta iba dirigida sobre todo al moreno, que parecía que deseaba matarlo lentamente.

El hombre frunce el entrecejo y se le nota que quiere decir mil cosas, aún así se muerde los labios para evitarlo, pero al parecer el corazón gana la batalla porque le es imposible no decir algo.

—No deberían estar solos, se puede mal interpretar. —dice con voz rígida, le dolía la boca del estómago por la situación, él no tenía derecho de reclamar nada.

—Alaia, es mi destinada; además en unos días nos casaremos, no veo lo malo y solo no estamos, allí está su doncella. —la voz de Zev era calmada y calculadora como siempre, cosa que irritaba a Aekil.

Por la manera que hablaba parecía que se sentía superior o quizás era ese sentimiento de que él era inferior por el simple hecho de ser morado lo que le hacía sentir así.

—Para ti quizás no, pero para ella sí. —el pelirrojo consideró sus palabras y supuso que el hombre podía tener algo de razón, aún así su enfado era por algo más, pero decidió dejarlo hasta ahí, tendría que investigar.

AlaiaWhere stories live. Discover now