Trilogía 404: Libro 1
La vida en Ankara no era mala para aquellos que nacieron rodeados de fortuna. Alaia no conocía de carencias o de miedos; había nacido perteneciendo a los amarillos, la casta con más poder en la ciudad, por otro lado había quie...
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Capítulo XX Consecuencias
A veces actuamos sin medir qué puede pasar después, pero cuando el resultado de nuestras acciones toca la puerta, nos aterramos.
Ailish había entrado al armario cuando Izan le dió la orden, pero no había buscado a Alaia entre las prendas hasta que oyó que su prometido salió con los malhechores de la habitación.
Luego que él salió del lugar todo se sumió en un silencio aterrador que le hizo estremecer y, en ese momento, recordó a su cuñada.
Rápidamente se puso en su búsqueda, ese closet era enorme, pero luego de buscar por unos minutos entre tantos vestidos la encontró en una esquina rodeada de telas frondosas mientras lloraba y temblaba, Alaia se veía muy afectada.
Ailish no era una mujer sensible, muy pocas veces lloraba o mostraba sus sentimientos, la mayoría de las veces que alguna lágrima había rodeado sus mejillas fue por dolor, no por pena o miedo, así que ver a Alaia así le causó un gran impacto, haciendo notar nuevamente las diferencias que había entre ambas.
Ella había gritado, pero había sido por los golpes y solo lloró cuando fue arrastrada del cabello. Había dolido como el infierno, pero se había calmado en automático cuando fue soltada, en cambio su cuñada parecía genuinamente aterrada.
Y si lo pensaba bien era totalmente comprensible, la rubia nunca había pasado por alguna situación parecida, en cambio Ailish estaba mucho más familiarizada con el hecho de sobrevivir y defenderse.
La chica de cabello negro se acercó a la petrificado rubia y la abrazó con fuerza para calmarla, con el contacto físico trataba de transmitirle seguridad y hacerla sentir tranquila.
Los temblores de Alaia eran fuertes, a tal punto que ambas se movían con ellos, pero Ailish acariciaba su espalda tratando de calmarla.
—Vamos, respira conmigo. —le susurró la chica y Alaia empezó a tratar de seguir el ritmo de su respiración y, poco a poco esta se fue regularizando.
La mente de la chica aterrada no dejaba de maquinar escenarios terroríficos, si bien se había calmado aún no lograba acallar sus pensamientos, y menos sabiendo que su hermano se había ido con la gente mala; si le pasaba algo...
—Izan. —el nombre del chico se asomó como susurro temblando entre sus labios, se sentía tan asustada.
—Está bien, te lo aseguro. —le respondió la joven que la abrazaba sin dejar de acariciar su espalda de forma tranquilizadora.
—Pero se fue...
—Lo sé, pero le va a dar lo que quieren a esos tipos y luego ellos se irán. —Ailish le sonrió para hacer ver que no se sentía preocupada, aunque sí lo estaba un poco. —Según he escuchado no quieren hacerle daño a nadie, solo quieren dinero. —le susurró nuevamente y ella asintió tratando de creer en sus palabras.
