Capítulo XXV

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Capítulo XXV
Debilidad

¿Quién es más fuerte, el que parece tener fuerza física o el que tiene fuerza mental?

Aekil observa a Alaia dormir entre sus brazos con tranquilidad, aunque sus ojos estaban hinchados y sus mejillas seguían húmedas luego de tanto llanto.

No podía creer aun, que ella había querido ocultar algo tan importante solo por protegerlo, le entendía, si él hubiese estado en su posición habría hecho lo mismo solo para protegerle. Aun así, saber que otro hombre estuvo a punto de criar a su hijo le causaba una molestia interminable, él amaba a Alaia, ¿cómo lo sabía? Pues no estaba seguro de cómo llegó a esa conclusión, él nunca había amado a nadie para tener referencia, pero de alguna manera sabía que lo hacía.

Miró al techo de aquella habitación que era todo lo contrario a lo que alguna vez tuvo, estaba todo a  oscuras y suspiró. ¿Qué iban a hacer? Lo único que se le venía a la mente era escapar, pero la pregunta con ello era ¿a dónde?

Cada rincón de Ankara era custodiado por el gobierno y la misma Kaia, así que se le ocurrió ir fuera de la ciudad, pero según los registros históricos no había nada más que la zona salvaje que había quedado hecha trizas luego de la gran guerra, era un gran peligro salir de la ciudad y más con una mujer embarazada.

La imagen de su madre vino a su mente, se la imaginó llorando bajo su cuerpo luego de ser sentenciado al castigo mayor, solo pensarlo le causó un escalofrío por todo el cuerpo y no solo por pensar en la posibilidad de morir, sino por el hecho de hacer sufrir a su madre.

Miró a Alaia nuevamente y en su mente solo pasó el fugaz pensamiento de que todo valía la pena por ella.

«Y ahora por él» pensó mientras miraba el vientre aun plano de Alaia, este estaba cubierto por su pijama; aun así le hacía ilusión pensar que allí había alguien que también amaría.

Miró la hora en el reloj que llevaba en el bolsillo, estaban en la quinta hora del día, debía marcharse pronto antes que amaneciera, solo que ahora era más complicado por toda la seguridad nueva que habían colocado.

Con cuidado despegó a la  chica de su cuerpo y se levantó lentamente. Antes de alejarse, besó su frente con amor y sumo cuidado para no despertarla.

—Lo resolveré, te lo prometo. —le susurró aunque sabía que no podía oírla.

Caminó hacia la ventana y aprovechó la ventaja de la oscuridad para escapar.

El viaje a casa era algo largo, cerca de treinta minutos caminando, pero al llegar, su madre estaba sentada sobre el sofá que estaba frente a la puerta con una taza de café en las manos.

—¿Dónde estabas, Aekil? —le preguntó con firmeza haciendo que el chico maldijera por lo bajo.

—Estaba con unos amigos. —dijo rápidamente aunque supo que era una muy mala excusa, su madre era perspicaz y muy astuta.

AlaiaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin