Capítulo XXXIII

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Capítulo XXXIII Es hora

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Capítulo XXXIII
Es hora

Mirar al pasado no es una opción, puede haber momentos en que lo extrañamos, pero el pasado nunca más volverá hacer el presente y menos el futuro. 

(...)

Ambos se le quedaron mirando como si estuviese hablando en otro idioma; parecía imposible, pero había llegado el momento.

«¿De verdad ha llegado el momento?» pensó Alaia algo asombrada y a su vez asustada.

Por otro lado de alguna manera, Aekil lo sabía ya que habían conseguido el dinero y esa cantidad sería fácil de descubrir; debían huir rápido.

Los corazones de ambos se aceleraron a un ritmo alarmante, estaba pasando, mierda de verdad todo estaba en marcha, pero por unos minutos sus cuerpos se mantuvieron inmóviles, haciendo que Izan se irritara.

—¿A ver, no me entendieron? Debemos salir de acá ya. —Alaia negó como para despejar su mente y luego se levantó de un salto cosa que la mareo.

—Mierda —susurro mientras se agarraba del hombro de Aekil para no caer, a veces olvidaba que debía pensar dos veces sus acciones.

—Ala ¿Estás bien? —la voz de Izan era de preocupación; mientras Aekil rodeaba la cintura de la rubia con sus brazos para que no cayera, también con expresión preocupada.

—Si, solo me levanté muy rápido —susurro de nuevo mientras tomaba un par de respiraciones y se calmaba. —Ya estoy mejor. —le sonrió a Aekil haciéndole saber que podía soltarla.

—Bien, ve por Suni y Ailish. —Ella asintió dirigiéndose a la puerta, aunque no sabía muy bien cómo cómo explicárselo a la destinada de su hermano, pero lo mejor era llevarla con ellos. —Preparen comida y ropa, que la ropa no sea llamativa, por favor. —Alaia volvió a asentir, desapareciendo de su propia habitación.

—¿Nosotros qué hacemos?  —preguntó Aekil.

—Holzen me ayudó a conseguir un auto lo suficientemente grande, es de ocho puesto incluído el conductor. —El moreno le mira asintiendo. —Nosotros somos cinco con Ailish, trae a tu madre, convenceré a padre para que vengan con nosotros junto a madre.

—¿En serio, puedo traer a mi madre? —la voz de Aekil era de sorpresa y a la vez esperanza, ya se había resignado a qué moría por él.

—Si, toma mi auto y ve rápido, quiero salir en media hora de acá. —Aekil asintió y salió prácticamente corriendo del lugar, si había una oportunidad real de salvar a su madre lo haría, aunque esto implicara cambiar todo lo que conocían.

(...)

Izan estaba frente a la puerta de la habitación de sus padres, repasando la conversación en su mente, necesitaba convencerle, tenía miedo y culpa, no quería perderles.

AlaiaWhere stories live. Discover now