Capítulo XXII

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Capítulo XXII Encuentro

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Capítulo XXII
Encuentro

Vivir muchas veces se siente como un deporte de alto riesgo, muchas veces sientes que estás apunto de morir y no encuentras una solución eficaz para solucionarlo.

(...)

El día había amanecido más frío de lo usual, pero incluso la temperatura no le distraía de todo lo que estaba pensado.

¿Cómo hacía para olvidar?

Ojalá que fuese tan fácil como simplemente quererlo, pero no era así, sus problemas se repetían una y otra vez en su mente, haciéndole imposible olvidar.

Otra de las cosas que no querían salir de su mente era la imagen de Zev besándola, cada que lo recordaba un rubor de vergüenza se apoderaba de sus mejillas, fue tan tonta que ella misma arruinó su plan de seducción; se había alejado.

Cuando los labios del pelirrojo tocaron los suyos, le fue imposible no reaccionar, no tuvo momento de reaccionar, porque a pesar de que él era un excelente destinado con ella, se sentía horrible, ella solo lo veía como un amigo, no de esa manera.

Así que arruinó su propio plan, ya que no pudo ni devolver un beso, mucho menos llegar a más.

Aunque su doncella tenía razón, era obvio que no podría engañarlo cuando naciera el bebé, eso le hubiese dado más tiempo para crear un plan.

Mierda, Alaia aún no le entraba en la cabeza la idea de que iba a ser madre.

Iba a tener en serio un bebé, claro si no la mataban primero. Pero iba a hacerlo, aunque Suni le siguiera recordando la otra opción, no se creía capaz.

La palabra madre y ella juntas le hacían sentir náuseas, pero era una realidad y lo cierto era que estaba en pánico sin saber qué hacer.

Esa mañana había despertado temprano, había decidido que necesitaba desestresarse y qué mejor para ello que pintando, por eso se encontraba frente al lienzo que había hecho en modo automático, sin notar que había plasmado la casa del árbol que tanto significado tenía en ese momentos para ella, su subconsciente la  había  traicionado.

Habían vivido tantas cosas allí, sus primeras citas, tantas risas, tantas miradas, había sido su lugar de secretos junto a su habitación, pero la casa del árbol era aún más especial ya que tenían recuerdos de su infancia.

Una imagen dolorosa pasó por su mente: ella con un bebé en sus brazos que se parecía demasiado a Aekil, tanto que le dolía el pecho.

Miró fijamente el lienzo y un suspiro doloroso salió de sus labios, era hermoso y le encantaba, pero las ganas de llorar por los recuerdos le invadieron, estaba tan perdida, iba a morir, estaba consciente de ello.

—¿Sucede algo, señorita? —preguntó asustada Suni, acercándose a ella cuando la vio enjuagarse los ojos, la señorita era alguien que muy pocas veces lloraba en público.

AlaiaWhere stories live. Discover now