Capítulo XXXIV

727 92 15
                                    

Capítulo XXXIV Sangre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo XXXIV
Sangre

A veces cuando las cosas están tan calmadas y tranquilas, que el miedo te domina al estar a la espera de una tormenta.

(...)

¿Cuánto tiempo había pasado desde el cumpleaños de su hermano? Siete u ocho meses, no lo sabe realmente, ya el tiempo tenía otro sentido para ella. A veces pasaba muy lento y otras muy rápido, pero en aquel momento donde se encontraban, en un viaje que iba a marcar un antes y un después en su vida, se sentía eterno.

Nunca en su vida se había sentido tan incómoda ante el silencio absoluto, luego de que se decretará el hecho de que iban a buscar a las hermanas de Ailish, el silencio volvió entre ellos. Tampoco fue que esas últimas horas hubiesen estado muy comunicativos, pero creía fielmente que era porque cada uno tenía su mente ocupada en su propia batalla.

Al final, todo lo que estaban haciendo no era algo sencillo. No solo dejaban una vida atrás, se estaban enfrentando a todo un gobierno.

¿Qué los hacía especiales para poder sobrevivir? Muchos se habían revelado y todos terminaban igual: En la horca.

Quería ser positiva, pero sentía que en cualquier momento acabaría allí como Akira hace un par de meses, solo que ella sí era culpable.

—¿Te sientes mejor? —la voz de Aekil se filtró por sus oídos en apenas un susurro para no romper aquel incómodo silencio.

—Me siento mejor. —respondió casi modulando, tampoco quería llamar la atención.

Todo a su alrededor le parecía tan extraño, le parecía sorprendente que siempre estuvo encerrada en la burbuja del Sector 1. Nunca había visto las carencias de los distintos sectores, si lo analizaba, Aekil tenía suerte de vivir donde vivía para ser de su casta.

¿Cómo iba a adaptarse a un lugar así? No lo sabía, pero debía acostumbrarse a esa vida ahora, ya no había vuelta atrás, aunque quiera pero ese no era el caso.

—Gatita, hacia dónde voy ahora —preguntó el hombre al volante haciendo que Ailish volteara los ojos, pero empezará a dar indicaciones.

Pasaron unos cinco o diez minutos cuando el hombre se detuvo frente a una casa de lata a punto de derrumbarse, ver el contraste de dónde vivía antes la mujer y a dónde terminó por las decisiones de Alaia le hacía cuestionarse el hecho de que a ella no le había ido tan mal.

—Esperen acá, buscaré a mis hermanas —dijo tomando la manilla para abrir la puerta pero la voz del hombre la detuvo.

—Tienes cinco minutos, gatita, o te dejamos acá, estamos arriesgando mucho. —Ailish se mordió la lengua para no mandarlo a la mierda y bajó rápidamente entrado a la casa. 

Volver allí le causaba una serie de sentimientos contrarios, en aquel lugar recibió amor por parte de sus hermanas, pero también pasó muchas carencias y abusos por parte de su padre.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora