Capítulo XXXV

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Capítulo XXXV

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Capítulo XXXV

La vida tenía la costumbre de que cuando creías que las cosas no podían ir peor, algo más sucede y te cierra la boca.

(...)

Todos sabían o tenían una noción de dónde se metían cuando empezaron este plan. Quizás Alaia era muy inocente, pero nunca se le pasó por la mente el hecho de tener que matar a alguien. Quitar una vida era algo que le parecía impensable, sentía que no tenían ese derecho ni aunque estuvieran desesperados sin embargo lo habían hecho, y aunque no fue ella la que empuñó el cuchillo, había sido por ella que esas muertes habían sucedido.

Toda decisión conlleva a consecuencias, ella había decidido toda esta locura el día que beso a Aekil, ella había zanjado el destino de todos. Se sentía egoísta, se sentía sucia.

Ver a Ailish una chica tan pequeña matar con tanta facilidad, le hizo caer de golpe en su nueva realidad. Si, no eran nadie para quitarle la vida a otra persona pero su nueva realidad no era para nada parecida a la anterior en esta debía luchar por estar viva, que aunque su hermano le haya comprado una cama donde dormir, seguían en peligro por el resto de su vida.

Y si, tenía muchas personas que la querían cuidar, pero no podía depender de ellos, no siempre estarían a su lado para poder ayudarles, debía dejar atrás a la niña que solía ser, ya no lo sería más, debía creer; ahora sería madre. 

¿Estaría dispuesta a matar? La verdad no se veía capaz, hace solo unos minutos se había quedado paralizada viendo cómo los otros peleaban por ella, cómo esa gente arriesgaba su vida por un error que ella había cometido, quizás si no tenía más solución llegará a hacerlo, pero como le iba a afectar no lo sabía.

El viaje se estaba volviendo eterno y si el inicio de esta travesía la estaba  traumando, no sabía si iba a aguantar mucho más, sentía que eran muchas emociones juntas, era una pobre ilusa que había pensado que las cosas no podían ser tan malas. Estaba tan equivocada. 

—Lo lamento, tienes razón, gracias por salvarnos —le dijo Alaia a Ailish tratando de salir del aturdimiento de ver de primera mano cómo era matar a alguien. —¿Está herida tu hermana?

—Estoy bien, he recibido golpes peores —respondió la chica con la mejilla roja y dándole una media sonrisa. —Por cierto me llamo Akim, ¿Y tú?   

—Alaia —le responde con una elevación de sus labios simulando una sonrisa aún seguía en shock, simplemente no podía imaginar por todo lo que tuvieron que pasar esas niñas para tomar esto como si nada, como una anécdota más.

—Un gusto —dijo la chica, mirando la bolsa de comida que casi nos delata —Me regalan una de esas galletas que casi nos matan.

—Claro. —Las chicas tomaron un paquete cada una y las devoraron, parecía que tenían días sin comer, por el aspecto que tenían no le extrañaría que fuese cierto.

AlaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora