Cartas sobre la mesa

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Tome una gran bocanada de aire tratando de regular mi respiración.

—¡si vuelves a gritar, olvídate de morir hoy! —escuche la voz de mi mejor amiga bastante molesta.

—está vez no, no estoy molesta, no gritaré —respondí entrecortado.

—pues más te vale —hizo pucheros—, ¿y cómo es que moriste está vez? —pregunto curiosa.

—me ahogue en la bañera.

—huy, eso en definitiva no debió ser una buena experiencia.

—no, no lo fue —sin dudas una experiencia que no deseaba repetir—, como sea, regrese porque necesito de tu ayuda —cambie el tema de conversación.

Le expliqué la situación, mis vivencias en aquel mundo y mi fracaso en la conquista del corazón del rubio. Ella escucho atenta hasta el final.

—la verdad no sé mucho sobre tu enamorado pero tal vez pueda ayudarte —expresó.

Su solución consistió en mirar conmigo la serie completa, tres temporadas más especiales, buscando información en las wikis y artes oficiales, de esa manera, logramos hacer un análisis sobre aquel chico, anotando información que pudiese ser relevante para mí objetivo.

Para cuándo logramos percatarnos era ya de madrugada, el sueño nos vencía y simplemente caímos en los brazos de Morfeo…

A la mañana siguiente teníamos clases, por lo que nos preparamos y caminamos juntas hasta la escuela.

—¿ya sabes lo que harás? —pregunto.

—eso creo —respondí.

—¿te suicidaras antes o después de clases?.

—después de clases .

El día transcurrió con normalidad, mismos compañeros, mismas clases en las cuales prestaba nula atención pues no podía concentrarme en absoluto, tan solo repasaba en mi mente lo que haría al volver a ese mundo.

La campana que indicaba el final de las clases retumbó en mis oídos, regresandome a la tierra. Mi mejor amiga se encontraba en la butaca frente a mi pintarrajeando en mi brazo.

—¿qué haces?.

—te hice un dibujo con plumón permanente para que me recuerdes —dijo ella.

Rodé los ojos.

Observé mi brazo notando en el un dibujo de un conejo haciendo clara referencia a mi enamorado e instintivamente sonreí.
Me despedí de mi mejor amiga y cada quien tomo su rumbo.

Caminaba hasta mi muerte mientras repasaba el acordeón con detalles clave de Popee, tanto gustos como personalidad entre otras cosas; —“esta vez si estoy preparada”— me di ánimos a mi misma.

Me senté sobre las vías del tren motivandome internamente con la esperanza que todo resultará como lo había planeado.

Escuché el silbido del tren acompañado del temblor en las vías; —“¡finalmente!”— sonreí, le mire acercarse y cerré los ojos deseando volver a ese mundo.

De un momento a otro sentí agua entrar por mi nariz y boca; patale, abrí los ojos al instante, me sujete con fuerza de los bordes de la bañera para salir del agua, tosi varias veces y escupí el agua que había tragado, respirando profundo hasta encontrarme mejor.
Observé mis alrededores, estaba de vuelta en el circo. Sonreí dichosa.

Al terminar la ducha y cambiarme de ropa me percate que en mi brazo aún seguía aquel dibujo de un conejo realizado por mi mejor amiga, esa era su manera de demostrarme su apoyo.
Una vez lista salí de la carpa en busca de ese chico rubio, tarde en encontrarlo hasta que finalmente lo hallé colgando la ropa junto a Kedamono.

Camine hasta donde el completamente decidida, seguiría el plan el cual no tenía mucha ciencia, simplemente debía ser directa.

—hey Popee —le llame.

—ahora no extraterrestre, estoy ocupado —respondió.

Tome aire y simplemente lo solté.

—¿estás saliendo con alguien?.

Tarde me di cuenta de mis palabras, eso no era lo que quería decir, sin embargo los nervios me jugaron en contra haciéndome preguntar algo que no había planeado decir.

—¿a qué viene eso? —cuestiono.

—quisiera saber.., ¿a ti te gusta alguien? —titube al hablar.

Baje la mirada en espera de una respuesta, no estaba siguiendo el plan en absoluto, no creí que los nervios me jugarán en contra al momento de confesarme.

—pues si, estoy enamorado de alguien.

Al escuchar aquello sentí una fuerte opresión en mi pecho; —“¿en serio está enamorado de alguien más?”—, no podía creerlo, me negaba a aceptarlo.

—¿de quién se trata? —pregunte con suma curiosidad.

—pues de mi mismo —respondió con altanería.

Sentí aquella presión desvanecerse en segundos, me enfurecí pero al mismo tiempo me alegré, una mezcla de emociones que no sabía cómo reaccionar y simplemente termine sonriendo.

—que preguntas más tontas, solo me quitas el tiempo —dijo aquel chico.

—lo siento, mejor me voy.

Me alejé. Debía calmar ese cúmulo se sensaciones que me provocó aquella conversación.

Lo que resto del día lo perdimos haciendo los deberes y terminamos viendo aquel programa tan conocido sobre dos mujeres “bailando” con poca ropa, un programa supuestamente “gracioso”. La idea era relajarnos, sin embargo todos terminaron tan cansados que se quedaron dormidos viendo el programa a excepción del rubio quien no paraba de reír y yo que simplemente le escuchaba.

—¿qué es exactamente lo que da tanta risa? —pregunte fatigada.

—¿es que no lo vez? —dijo entre risas.

No importaba el porque, sino escucharle reír me era suficiente.

De pronto la televisión fue apagada por el rubio quien sobaba su estómago consecuencia de las carcajadas de hace un momento.

—vamos a guardar la ropa —dijo aquel chico.

—si —le seguí.

Le ayude tal cual me pidió, ambos colgamos, doblamos y guardamos la ropa en sus debidos sitios. No era la gran cosa, sin embargo era mi oportunidad de confesarme o nunca lo haría, aprovechando la soledad pues el resto dormían cómodamente, no había nadie que nos molestará.

—deja de mirarme tan fijamente y mejor trabaja —se quejo.

Cerré ambos puños con fuerza tratando de disminuir mis nervios, respire profundo y solté:

—oye Popee, tu me gustas.

El detuvo lo que estaba haciendo, mirándome dudoso.

—¿a qué te refieres con eso? —cuestiono.

— me refiero a que —hice una pausa para tomar aire y continuar—, estoy enamorada de ti.

Trate tanto como pude de no apartar la mirada, mi corazón latía fuertemente, sentía mis mejillas arder y sujetaba con fuerza mi propia ropa a manera de consuelo simplemente esperando una respuesta o una reacción, alguna señal.

—yo también —respondió.

Sin darme cuenta sonreí enormemente, me alegré de sobremanera al escuchar aquello.

—¿también te gustó? —pregunte con enormes ansias de escuchar su respuesta.

—no, también estoy enamorado de mi —dijo con soberbia.

Nuevamente sentí mi corazón romperse en pedazos, estaba consiente que no sería tan fácil, más no me rendiría aún.

—bien, en ese caso, ¡voy a hacer que te enamores de mi! —hable con firmeza.

—buena suerte con eso —hablo con sarcasmo

A pesar del fracaso había puesto las cartas sobre la mesa, dejando en claro mis sentimientos y mi objetivo sin vacilar, estaba determinada a conseguirlo.

Misión, enamorar a Popee ||Popeextu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora