Errando

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—dime la verdad, ¿te gustan los hombres o las mujeres? —le cuestione.

—me gustó yo —respondió.

—¿qué te atrae físicamente de otra persona?.

—nada.

—¿te gustan personas vanidosas o prefieres personas retraídas?.

—nadie puede resaltar más que yo —respondió de mala gana.

—¡lo sabía! —de inmediato anoté sus respuestas en un cuaderno que le robe a una de las chicas— ¿cuál es tu tipo?, ¿prefieres que sean circenses o normis?, ¿de personalidad tranquila o energética?, ¿masoquistas?, ¿valientes o temerosos?, ¿polos opuestos o compatibles?, ¿te gusta Kedamono?, ¿haz tenido pareja alguna vez?…

En este caso, las indirectas no eran una opción, debía saber más sobre el, necesitaba que me respondiera directamente para así saber con precisión lo que debería hacer, como mover mi siguiente ficha. Era como un juego de ajedrez.

—¡ya basta! —grito enfurecido—, deja de hacerme perder el tiempo o en serio te mataré —amenazo.

—esta bien, supongo que es suficiente información por hoy —cerré y guarde la libreta.

Aquel rubio se retiró irritado, ignorandome en el proceso. Le seguí de cerca pero manteniendo  mi distancia para no correr peligro de muerte.

Le mire buscar en un baúl y sacar un libro de este, aquel de dónde obtenía ideas para sus trucos, sin embargo el siempre solía irse a los extremos. Se dibujo una sonrisa en su rostro, no estaba segura de lo que pretendia pues buscaba chatarra con la cuál construía algo el cual no tenía una forma específica o al menos eso me parecía.

—eres una acosadora.

Escuche una voz a mis espaldas que me hizo dar un salto del susto. Termine encontrándome con las chicas.

—¿eso parece? —mencione avergonzada.

—no parece, sin duda lo eres —comento la de cabello corto.

—no la molesten chicas —defendió la de chongos—, que no se dan cuenta que está enamorada.

Analizando a detalle la situación, en definitiva podría decirse que lo estoy acosando. No sabía cómo sentirme al respecto…

—deja de mirarlo solo a la distancia y mejor acércate a el —propuso la azabache.

—no estoy muy segura… —desvíe la mirada.

Mis palabras les importaron muy poco, pues entre las tres conspiraron para empujarme a la par y hacerme llegar hasta donde se encontraba el chico quien noto mi presencia al instante.

—¿de nuevo tu? —decía irritado.

—hola otra vez —salude.

—no responderé a más tus absurdas preguntás —se apresuró a aclarar.

—no, no venía a eso —negué rotundamente.

—¿y entonces a qué vienes?

Mire hacía las chicas quienes me animaban por medio de señas; —“tal vez está sea una buena oportunidad”— pensé, pues de ser así no la dejaría pasar. Le mire decidida y dije:

—quiero ayudarte.

El me miró con cierta desconfianza por unos instantes en los que trate lo más que pude de no apartar la mirada ni hacer nada que le hiciera desconfiar de mi.

—esta bien, puedes ayudarme —acepto de mala gana.

Me alegré internamente.

Así fue como me pidió construir dos rampas con unas tablas de madera que había entre los tiliches de los cuáles no sabía exactamente como o de donde los obtuvo.
Mientras yo me encargaba de su pedido a mi cabeza llegaba varias veces la misma pregunta: ¿para que quería exactamente las rampas?, tenía curiosidad por saber lo que tenía en mente.

Misión, enamorar a Popee ||Popeextu||Where stories live. Discover now