No quiero volver

1.3K 146 138
                                    

Después de terminar mis deberes no hice más que echarme a la cama mirando al techo, pensando en lo sucedido hace unas horas atrás recordando los horribles comentarios insensibles dichos por mi madre. Odiaba esa realidad, entre más tiempo permanecía ahí mas ganas tenía de regresar a ese mundo de fantasía, aunque violenta también, sin embargo a pesar de eso era más feliz en ese circo ubicado en el medio de la nada que en mi propia casa. No lo soportaba más.

Escuchaba las manecillas del reloj esperando que diera la medida noche, debido a que para ese horario mi madre ya se encontraba profundamente dormida gracias a sus pastillas para dormir que tomaba todas las noches.

En cuanto ambas manecillas marcaron las doce en punto me levanté de la cama tan estrepitosamente que mis pisadas resonaron, mas no me importo en absoluto si hacía algún ruido fuerte o no ya que gracias a sus pastillas mi madre quedaba cedada por completo, tanto que nada podía despertarla.

Entre a su cuarto para robarle el frasco que colocaba sobre la mesa de noche llevándomelo hasta mi habitación, ni siquiera me tomé la molestia de cerrar la puerta pues no importaría en unos instantes. Me serví un vaso con agua, regrese a mi habitación, me senté sobre mi cama completamente desidia y así, una por una tome tantas pastillas como me fue posible, casi ahogadome en el proceso.
Tanto mis párpados como todo mi cuerpo pesaban demasiado, hasta el punto en el que me fue imposible siquiera levantar el brazo, caí sobre la cama, mi mano ya no pudo sostener más aquel vaso de cristal el cual ví caer como si fuese en cámara lenta rompiéndose en mil pedazos al impactar contra el suelo lo cual fue lo último que llegue a escuchar haciendo eco en mi cabeza antes de quedar inconsciente…

Escuché una voz familiar que resonaba en mi cabeza, tenía un tono asustadizo y a su vez desesperado. Poco a poco fui abriendo los ojos encontrandome con aquella bestia que ocultaba su rostro tras una máscara la cuál en estos momentos reflejaba llanto.

—¿estás bien? —pregunto con suma preocupación.

—estoy bien —respondí en un suspiro, parecía que aún tenía en mi organismo aquel efecto adormecedor de las pastillas para dormir de mi madre.

—¡¿cómo se te ocurre atravesarse en el medio?! —reprocho el rubio.

—no me atravesé… —mencionaba entrecortado.

Intenté levantarme, sin embargo mi cuerpo pesaba, tanto mis brazos y piernas no tenían la fuerza suficientemente para poder sostenerme en pie, acumulado al hecho que aún tenía mi pierna lastimada debido a la bala que logro impactarme anteriormente, me fue imposible reincorporarme, cayendo de nuevo al suelo.

—ven aquí —escuche al aprendiz de payaso quien se posicionó frente a mi insistiendo en llevarme sobre su espalda. No tenía muchas opciones en ese momento y además me vendría bien su ayuda.

Kedamono me ayudó a colocarme sobre la espalda del chico quien me cargó llevándome consigo. Aún estaba cansada, mis párpados pesaban, sentía que me quedaría dormida en cualquier momento. Para cuándo recobre conciencia me encontraba ya recostada sobre el camastro de la enfermería, de nuevo.

—la bala te atravesó la pierna —explico el peli-morado.

—y la otra fue tan solo un rasguño que pasó por tu mejilla —continuo el rubio—, no son heridas letales pero perdiste bastante sangré.

—me siento mareada y tengo sueño —comente con pocas fuerzas.

—ni se te ocurra dormirte, si te mueres te mato —amenazo el rubio.

La lógica en esa frase era absurda, haciéndome reír al instante provocando que mis náuseas incrementarán.

—tragate está pastilla extraterrestre.

Misión, enamorar a Popee ||Popeextu||Where stories live. Discover now