La verdad

1.1K 141 76
                                    

Al ducharme pude percatarme que en mi cuerpo no había ningún rastro de alguna lesión o quemadura a pesar de que la noche anterior el amor de mi vida había dicho que tenía quemaduras al rededor de todo mi cuerpo, por lo que, decidí retirar todos y cada uno de los vendajes y curitas que al fin al cabo no cubrían absolutamente nada. Lo mismo aplicaba para mí ropa la cual solo tenía cenizas y poco mas, que con simplemente sacudirla acompañado de una buena lavada bastaban para que luciera cómo nueva.

Después de haberlo meditado toda la noche, me decidí por hablar con la verdad y decirle de una vez por todas a mi amado sobre mi origen y como es que había llegado hasta este peculiar circo en medio de la nada.

Popee se encontraba ensayando otro de aquellos trucos peligrosos como de costumbre, en compañía de su padre y su mejor amigo. No parecía ser buena idea acercarse, sobre todo cuando se encontraban haciendo malabares con motosierras a todo lo que da.

—mejor espero a que terminen —dije para mí misma.

Tuve que retirarme con las chicas mientras tanto.
Cómo era de esperarse, el aprendiz de payaso había terminado sobre el suelo enmedio de un charco de sangre, al igual que sus acompañantes mutilados pero aún con vida milagrosamente. Solté un suspiro, ahora debía esperar hasta que regresará de la muerte.
El día transcurrió con total "normalidad" hasta el atardecer, que fue cuando pude mirarle en pie caminando hasta la cocina pues seguramente se encontraba hambriento. Era mi oportunidad.

—¡Popee! —le grite tratando de llamar su atención, lo cual conseguí al tercer intento.

—¿qué pasa? —pregunto con curiosidad deteniendo su andar.

—hay algo que debo decirte… —desvíe la mirada pues aún me sentía dudosa de confesar.

—¿es importante?, tengo hambre.

—¡es muy importante! —alce la voz sin darme cuenta, al reaccionar cubrí mi boca avergonzada—, lo siento, no era mi intención gritar.

Aquel chico me miró fijamente escaneandome con la mirada, suspiro y dijo:

—solo déjame buscar algo de comida y entonces te escucharé.

—si, claro.

Me sonroje debido a la vergüenza de haber gritado involuntariamente.

Únicamente se robó un paquete de galletas de la alacena, regresando al instante.
Nos dirigimos hasta un sitio apartado puesto que no quería que nadie más nos escuchará, ya era bastante difícil para mí el revelarle mi origen como para que escuchará alguien más y comenzarán a interrogarme al respecto.

—ahora dime, ¿qué es eso tan urgente que tienes que decirme? —pregunto mientras comía sus galletas.

Me tomé unos segundos para poder respirar profundo y decir:

—es acerca de mi origen —hable tartamudeando.

—no es necesario —comento dándome una enorme sorpresa—, no quería que te sintieras obligada a decirlo, hay cosas que simplemente queremos que permanezcan ocultas de los demás —al parecer hablaba por experiencia—, no tienes que decir nada si no quieres.

—pero es que si quiero —aclare—, porque ya no se que debería hacer y aunque no sé si puedas ayudarme o hacer algo al respecto, llegué a la conclusión de que no tiene caso seguir ocultandolo y hacer como si no ocurriera nada cuando claramente está pasando algo, tu tenías razón.

—entonces dilo.

—no soy de este mundo —revele.

—eso ya lo sabía —dijo decepcionado.

Misión, enamorar a Popee ||Popeextu||Where stories live. Discover now