5: Familia Rodríguez

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Los ojos me pesan indicando que me rinda ante ellos y que decida dormir de una vez. Pero no puedo quedarme tranquilo sin saber algo más del entorno de Luna. Enciendo el móvil por décima vez, ya más por aburrimiento que por buscar información. Cuando vuelvo a entrar en su perfil de instagram me doy cuenta de lo tonto que he sido todo este tiempo. ¿Cómo se me ha podido pasar algo tan obvio como eso?

Entro en los comentarios de sus cinco fotos, pero tardo más de lo que debería en pasar de una a otra. Sus ojos azules me inhiben y hacen que me quede embobado observándolos. ¿Cómo alguien como ella ha podido estar metida en eso? Pero de nada sirve ya pensar en eso, lo hecho, hecho está. Y ahora sí que no puede volver atrás...

Cuando llego a una foto de hace tres años por fin veo un comentario, al contrario de las otras cuatro, que no tiene ni uno solo. Es un comentario normal y corriente, pero su nombre de usuario hace que todas mis alarmas se disparen y que un descarga me recorra el cuerpo entero, haciendo que me despierte de golpe.

Clara Rodríguez. Mi corazón palpita a gran velocidad mientras con dedos temblorosos entro en su perfil para descubrir si tiene algún parentesco con ella. Pero toda esperanza se esfuma de golpe al descubrir que es una cuenta privada, y su foto de perfil borrosa hace que no pueda verla con claridad. Me debato por unos segundos entre mandar solicitud de amistad o no, pero finalmente es mi cuerpo el que habla por mí y lo hace.

Nada más despertarme lo primero que hago es comprobar si ha aceptado mi solicitud, pero aún sigue estando pendiente. Los nervios hacen que me levante con dificultad y que no pueda estar centrado en nada al cien por cien. Por eso cuando se acerca la hora de salir de casa no soy consciente. Haciendo que tenga que correr hacia la estación rezando para que no se me vaya el tren.

Finalmente me tiro en el asiento del tren con gran pesadez y alivio, he llegado.

—¿Se te han pegado las sábanas? —la voz de la señora de todos los días hace que pegue un bote y a ella le entre la risa. Sonrío contagiado por su forma de reír y asiento —. Por cierto —agrega ya más relajada—, me llamo Esperanza.

Me cede su mano y le doy un suave apretón a la vez que le digo mi nombre. Sonríe tras decirme que es un nombre precioso y por primera vez después de todos estos días me doy cuenta de su color de ojos. Sus ojos marrones brillan con una gran intensidad que solo he visto en jóvenes. Por un momento un escalofrío recorre mi cuerpo al juntar nuestras manos y frunzo el ceño extrañado.

—Sigue saliendo en las noticias —suelta de repente, refiriéndose a la chica que antes compartía el trayecto con nosotros. La observo esperando que siga hablando, aunque no con muchas ganas de saber esa información —, han confirmado que uno de los cuerpos que había en el almacén es el suyo. Es oficial, Luna Rodríguez estaba ahí dentro.

Al decir esa última frase suspira con gran fuerza y me mira con los ojos humedecidos. La observo con atención, sin llegar a entender del todo su reacción frente a esta situación. Aunque la mía, vista desde otra persona, tampoco es muy natural. Estoy enamorado de una chica de la que ni sabía su nombre. Qué loco, ¿no?

Abro los ojos a la vez que me levanto de golpe y noto el sudor caer por la frente. Miro hacia fuera del tren desubicado y suspiro al ver que no me he pasado de parada. Ya cuando me relajo compruebo que en los pocos veinte minutos que he dormido, he soñado. Y estaba con ella en ese momento.

Iba andando por un bosque eterno, agobiado por no encontrar la salida y corriendo de un lado a otro, pero pasando siempre por el mismo lado. Me veía envuelto en un laberinto, lleno de gritos, aullidos y crujidos. Todo a mi alrededor me asustaba, no sabía si en algún momento pudiese aparecer uno de los animales a los que escuchaba. Cuando por fin había encontrado la salida del bosque y me disponía a salir de ahí a toda velocidad, oí un crujido a mi espalda. Al girarme unos ojos azules me miraban con gran atención, era un lobo. Pero lo peor no era eso, sino que la cara del lobo era humana, y era de ella, la cara de Luna.

Sin embargo, no me atacaba, solo me observaba desde la distancia, y de repente todos los sonidos del fondo dejaron de escucharse. Ya nadie gritaba, ni aullaba, ni se oían crujidos. El animal empezó a correr por donde había venido, intentaba seguirle con la respiración acelerada, iba mucho más rápido de lo que mi cuerpo podía ir. Y de repente, una nave.

Y ahí me he despertado, cuando ella entraba en un pequeño espacio de cuatro paredes, y volvía a desaparecer de mi vista.

Me levanto dispuesto a salir y posiblemente encontrarme con mi compañera de trabajo, y justo llega una notificación a mi móvil: Clara Rodríguez ha aceptado tu solicitud de amistad. 

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Gracias de corazón por esas casi 100 lecturas, de verdad. No puedo estar más feliz de ver lo mucho que os está gustando. 

😍😍SOIS GENIALEEES 😍😍

Luna en el infierno (Completa)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang