13: El ángel y el diablo

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¡¡¡Buenaaas!!

Por unos problemitas he tenido que subir hoy el capítulo en vez de ayer como siempre. ¡Pero más vale tarde que nunca!

Espero que lo disfrutéis 💖💖

****

—¿Sabes lo que me ha costado asimilar todo eso? Las horas enteras que he llorado por ella, por nuestra relación, por lo que podría haber sido y no fue. Y ahora... ¿y si está viva?

Poco a poco empieza a relajarse y me deja por fin decir algo.

—Ojalá... —pero es lo único que sale de dentro de mí...

Veo cómo su cuerpo empieza a relajarse y deja de estar en tensión. Me observa de nuevo y nuestras miradas se topan, haciendo que mis ojos observen los suyos, que tanto me recuerdan a su hermana.

—Si estuviera viva, ¿hablarías con ella? —pregunto con curiosidad, porque, ¿lo haría yo?...

—Llevo meses intentándolo —cierra las piernas haciendo mucha presión entre ellas—, escribiéndola, llamándola, pero nunca he obtenido respuesta. Siempre he querido pensar que se había cambiado de número y que no me estaba ignorando, solo que no tenía su nuevo número. Saber que está viva me dejaría seguir viviendo, poder seguir adelante con mi vida, pero no sé hasta qué punto mi vida cambiaría...

Asiento, entiendo a la perfección esa lucha interna que la invade. Ese diablo que nos dice que no vayamos hacia ella, que dejemos que viva su vida y nosotros la nuestra. Pero luego está ese angelito que nos pide que vayamos con ella, que la salvemos y ayudemos. Y ninguno va ganando, porque ambos gritan a la vez, haciendo que mis pensamientos se llenen de gritos y de peleas.

—¿Y tú? —pregunta con curiosidad, y supongo que interés.

—Tampoco lo sé —niego mientras me llevo la mano a las gafas para subirlas de nuevo e interrumpir la bajada que estaban haciendo—, llevo días soñando con ella, me pide perdón, y siento que también quiere que la ayude. Pero no sé qué hacer, al principio lo intenté, quise averiguar todo para ver si podía hacer algo. Dí contigo, y todos mis pensamientos se congelaron y mezclaron en sabores que jamás pensé que existieran. Estoy muy perdido ahora mismo.

Cuando termino de desahogarme y de contestar es justo el momento de que ella se baje, y como siempre, Esperanza ocupa su lugar en cuanto Clara sale por la puerta del tren.

—¿Os habéis hecho amigos? —pregunta incluso antes de sentarse, con su característica curiosidad.

—Algo así —me pongo los cascos y decido seguir el resto del camino escuchando música. Hasta que una pregunta invade mi mente. Me quito los aparatos de los oídos y miro a la señora que me observa con atención—, ¿quién era la chica a la que seguías el otro día?

—¿No la viste? —pregunta entre gritos, provocando que todo el tren nos mire, incluida Mia, que arruga las cejas desde su asiento. Niego ante su pregunta—, ¡era ella!

—¿Quién? —vuelvo a preguntar, sintiéndome inútil por si acaso en otro momento me la ha mencionado.

—¡Luna! —cuando ese nombre sale de entre sus labios, mi corazón late con fuerza, queriendo llegar hasta esas letras que ahora vuelan en el ambiente.

—¿La viste?

La voz me sale carrasposa, como si para salir hubiera tenido que pasar por un jardín lleno de flores con espinas y le hubiese costado cientos de arañazos salir.

—Sí —hace una pequeña pausa—, bueno, no. La vi de lejos. Pero al salir del tren la perdí —chasquea la lengua con rabia—. ¡Pero era ella!

La seguridad con la que lo dice hace que yo me sienta aún con más dudas. ¿Es posible que fuera ella? Posible es, pero ¿probable? Si quiere esconderse no creo que saliera para que la vieran. ¿Verdad?

—Está viva —me mira con una sonrisa acogedora y la observo con miles de preguntas en mi interior. Pero se quedan en su lugar.

Cuando escucho el nombre de mi parada dejo de mirar al punto fijo en el que me había atascado y al ir a despedirme de Esperanza me doy cuenta de que no está. No sé cuánto tiempo me he quedado mirando al asiento vacío que hay al fondo del vagón, pero mis ojos agradecen por fin dejar de mirar al mismo lugar. Porque cuando los cierro respiran aliviados.

Veo delante mío cómo mi compañera de trabajo sigue su camino sin esperar, a pesar de que me ha visto en el tren. Pero decido dejarlo pasar e ir a mi ritmo. Nunca he sido una persona de tener muchos amigos, de hecho, casi ni he tenido. Cada vez que he conseguido acercarme a alguien hasta el punto de llegar a ser muy buenos amigos, todo se ha roto de nuevo. Muchas veces lo he pensado, y es que, he sido siempre el que se ha alejado.

Supongo que el miedo a ser querido se apoderaba de mí, metiéndose en mi interior y actuando por su cuenta, haciendo que me aleje. ¿Miedo a qué? A ser querido, a que me abandonen después, a ser muy vulnerable y que eso haga que me puedan hacer daño, a que se rían de mí y no me quieran realmente. Miedo al abandono en general.

Todo esto me lo ha dicho mi psicólogo, al que voy desde hace años. Desde pequeño he tenido muchos problemas para socializar, porque nunca he dejado que nadie supiese de mí, de mi vida. Pero todo esto se debe a algo, no nació de la nada, tiene su trasfondo.

Y yo nunca he sido consciente de eso, hasta que él me lo dijo. Me di cuenta que cada vez que iba se centraba en esa historia, en preguntarme sobre esas personas. Yo no entendía por qué, si iba porque todo me afectaba más de la cuenta, me preguntaba por ese pasado. Hasta que fui realmente consciente de que lo que somos hoy es por el pasado que arrastramos. Que nuestra personalidad se ve afectada con cada cosa que nos pasa, y los miedos de hoy pueden venir por hechos del pasado que puede que ni recordemos.

Todo tiene su significado, y sobre todo, tiene su principio. No podemos pretender superar algo, sin saber cuál es la raíz, de dónde viene ese temor, y hacia dónde va. 

Luna en el infierno (Completa)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora