33: Investigación

16 7 11
                                    

Antes de que empieces a leer el capítulo debes saber unas poquitas cosas que van a pasar las próximas semanas:

El lunes 20 de junio será el último capítulo de Luna en el infierno. La historia de Xavi y Luna llega a su fin 😭😭. Como el día está cerca, la semana que viene subiré capítulo el lunes, miércoles y viernes. Por ser la recta final 💖

Ahora si... ¡a disfrutar del capítulo! 💖

****

—Mira, niñato. con un solo golpe soy capaz de matarte. No te hagas el listillo.

Se ha acercado a milímetros de mi cara para decir eso, y sus pupilas se han dilatado por el enfado y la rabia. En cambio a mí todavía me arde la mejilla donde hace unos segundos ella me ha dado un golpe, pero no le hago ver el dolor, no me va a ganar, es algo que tengo muy claro.

Luna cree que yo tengo información valiosa, tiene metido entre ceja y ceja que alguien va a por ella. Y por más que yo se lo niegue, ella seguirá pensando que yo soy uno de sus enemigos.

Ella vuelve a hacerme la misma pregunta una vez más, pero esta vez será la última que pronuncie esas palabras. Es mi última oportunidad para hablar, para contar la verdad.

Y es lo que voy a hacer.

—Creía estar enamorado de ti.

Termino confesando.

Luna no entiende a qué me refiero y me pregunta de qué narices estoy hablando. Entonces le cuento todo, desde el día que la vi, hasta el día en que desapareció. Le comento todos los sentimientos que tenía con ella.

Cuando termino de hablar miro al suelo, no soy capaz de mirarla a los ojos y ver la expresión que esté poniendo. Puede que ya no existan sentimientos, o que no sean los mismos que antes. Pero no soportaría ver cómo se ríe en mi cara.

Aunque sí que lo escucho.

La risa de la chica que tengo enfrente mío retumba por toda la habitación. Automáticamente cierro los ojos, deseando poder tapar mis tímpanos y dejar de escuchar su burla. Pero lo único que puedo hacer es no verla.

Sin embargo, sus manos se posicionan bajo mi barbilla, obligándome a subir la cabeza y a ponerla recta. Aún con los ojos cerrados intento resistirme, pero la fuerza que ejerce me gana, nunca he sido de ir al gimnasio.

—Mírame —ordena con gran fuerza en la voz.

En cambio, sigo con los ojos cerrados y desobedeciendo. Pero eso termina al recibir otro puñetazo por su parte. Esta vez en la otra mejilla, para igualar el dolor.

Su golpe hace que reaccione y finalmente la miro. Al hacerlo me topo de golpe con sus ojos de color mar, que me observa con gran atención, como si con ellos pudiera saber qué pienso, qué siento, y hasta averiguar el número de mi DNI.

—¿Por qué te acercaste a mi hermana? —sigue empeñada en que soy su enemigo.

—Luna —hablo mientras observo sus pecas, es imposible no distraerse con la cantidad de pequeñas manchas que rodean su rostro—: ya te lo he dicho, me gustabas. Solo quería saber que estabas bien.

Aunque le esté diciendo la verdad, sé que no sirve de nada, pero quería confesárselo antes de que esto acabe. Por muy mala que acabe siendo el final de nuestra historia. Aunque, mejor dicho, mi historia y su historia, nuestra nunca fue.

—Seguiste a mi hermana, y luego me seguiste a mí hasta aquí. Eres uno de ellos.

—Si te digo que sí, ¿de qué serviría? —me observa sin contestar, atenta a dónde quiero llegar—, vale, soy tu enemigo, trabajo para otros narcotraficantes. Pero tú más que nadie deberías saber que no te podría decir para quién trabajo, por mucho que fuera real que trabajara para alguien. ¿Verdad?

Sus ojos ahora se hacen pequeños, impidiendo que pueda seguir viendo ese azul tan bonito que los caracteriza.

—Podemos hacer un trato.

Escucho con atención sus palabras, pero no sigue diciendo nada más. No me propone nada, no habla de ese trato. Solo se queda mirando hacia la ventana, como si en ella estuvieran todas las respuestas que busca.

—Tú me dices para quién trabajas —me mira de nuevo—, y yo te dejo libre.

Suena tentador inventarme un par de nombres o lugares y conseguir salir de aquí, pero sé que eso no sería posible. Primeramente porque jamás me soltaría. Y en segundo lugar, porque en caso de que fuera verdad y me dejaran libre, antes de hacerlo comprobarían que esas personas existen y que les digo la verdad.

—¿No has investigado quién soy? —nuevamente mi pregunta le descoloca.

Esta vez no se la espera, y sin darle tiempo a sopesar la respuesta, asiente automáticamente, sin ser consciente de ello.

—Entonces sabrás que vivo en un pequeño estudio, en un barrio pobre de Madrid, y que trabajo en un supermercado. Las horas suficientes para pagar el cuchitril y mi comida mensual. No tengo lujos, ni mi familia los tiene. Como habrás podido comprobar, mis dos padres son unos borrachos que no hacen nada en su vida, mi madre trabaja por muy poco dinero y le mantiene a él, y todo se va para su casa y la bebida. Habrás investigado las cuentas corrientes también —asiente, aunque esta vez más despacio—, en ellas habrás podido ver que yo estoy a diez euros de quedarme vacío, porque el mes se estaba acabando e iba a cobrar en nada. Mis padres seguro que están en negativos.

A lo último hace un pequeño gesto con la cabeza casi imperceptible, como si quisiera asentir pero le diera pena hacerlo.

—Antes de secuestrarme seguro que me has seguido e investigado de cerca —prosigo con mi discurso—, y una vez más, habrás visto que tengo una vida aburrida, de trabajador. Que lo único que hago es salir de casa para ir al trabajo y a comprar. Ni siquiera tengo mascotas a mi cargo, ni amigos con los que salir de fiesta. Supongo que también habrás investigado mi pasado. En él habrás visto más de lo mismo, soledad y pobreza.

Tengo su mirada clavada en mí, muy atenta por todo lo que estoy diciendo. Hasta que finalmente decide hablar.

Luna en el infierno (Completa)Where stories live. Discover now