10: Luna en las noticias

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Mia me observa aún en shock y sin procesar mi pregunta.

—¿Estás bien Xavier? —hace caso omiso a lo que acabo de decir.

—Sí, estoy perfectamente —contesto con nerviosismo, necesito que me aclare eso que acaba de decir—, ¿cómo que no era la jefa?

Mi compañera insiste en que me vaya a casa y ella avisa en el trabajo, que no estoy bien y debo descansar. Pero yo no necesito eso ahora mismo, quiero que me cuente todo lo que sepa. He decidido dejar de ver las noticias y las redes sociales desde que esa noticia me descolocó. Y he estado tan perdido con respecto a eso que parece que me he perdido cosas muy importantes. No quiero que se siga preocupando en si estoy bien o no, mi mente necesita oír lo que ella va a decir.

—Mia, estoy bien, solo que no he desayunado. Vamos a trabajar, que al final llegas tarde por mi culpa —me relajo para que ella también lo haga y conseguir que me lo cuente—, ¿qué me estabas contando?

—Ay, no lo sé ya —sus ojos se vuelven pequeños por el estrés que sigue dentro de ella.

—Lo de la jefa del narcotráfico, has dicho que no era ella.

Asiente con entusiasmo por fin acordándose de lo que iba a contar.

—¿No has visto las noticias? —niego ante su sorpresa y se lleva la mano a la frente con dramatismo—, pues que la tal Luna resulta que puede que no estuviera en el incendio cuando se produjo.

Una sonrisa sale de dentro de mí inconscientemente y los ojos se me llenan de brillo y alegría al escuchar esa buena noticia.

—Pero encontraron su cuerpo.

—Eso creían, pero no es así, puede que sea de otra persona y no de ella. No hay pruebas suficientes para asegurarse de que realmente fuera el de ella. Estaba tan hecho trizas el cuerpo que no pueden estudiarlo. Además, hay rumores que dicen que no quieren hacerlo, que hay medios, pero prefieren dejarlo pasar. Según dice la gente, prefieren que las personas piensen que está muerta porque implicaría que están a salvo. En cambio, si realmente no está muerta, todo esto no ha terminado.

Proceso toda la información que me está dando y asiento ante cada palabra que dice. Aunque mi mente no es capaz de asimilar todo esto, las letras están entrando al igual que salen, sin ser analizadas. Y es que ahora mismo siento como si estuviera en la atracción de la taza que gira a la velocidad que tú muevas el volante. Porque siento que todo gira y se mueve a mi alrededor pero sin saber en qué punto exacto estoy, y sin tener el control de la velocidad a la que va.

Han pasado tantísimas cosas en estos pocos días, que no soy capaz de procesarlas y entender todo. Hace apenas unos días tenía a la chica perfecta sentada ante mis ojos. Dos días después descubrí ese mundo tan oscuro en el que estaba metida, y que la había matado. Y hoy me dicen que puede que esté viva. Cualquiera en mi situación se volvería loco, porque esto no tiene sentido.

¿Ahora yo que hago? ¿A quién creo?

—¿Xavier? —mi acompañante me vuelve a zarandear y por fin la miro, siendo en este momento consciente de que ya hemos llegado al trabajo—, estás muy raro, ¿seguro que va todo bien?

Niego con la cabeza y sin decir ni una sola palabra más entro al vestuario a cambiarme, evitando así tener que contárselo. Porque llego a estar unos minutos más con ella y toda la verdad estalla de dentro de mí.

Paso los productos uno a uno por el escáner y cuando termino con toda la compra levanto la cabeza para decir el precio final al cliente. Al ver unos ojos marrones, con pequeñas arrugas me sorprendo y miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie nos vea.

—Esperanza... —susurro mientras observo a la dueña de ese nombre.

—Ay corazón, no sabía que trabajabas aquí —su tono de voz no parece sorprendido, todo lo contrario, diría que hasta tenía la respuesta preparada.

Decido ser profesional y dar por terminada la conversación repitiéndole lo que me debe. Pero ella parece que no se queda agusto, porque en vez de abrir su monedero vuelve a hablar.

—Está viva, Xavier —sus ojos se llenan de luz y su sonrisa se agranda con gran entusiasmo.

—Perdona, pero no puedo hablar de esto aquí —mi tono de voz empieza a ser desesperado e impaciente.

Veo por el rabillo del ojo cómo alguien se acerca a nosotros y ella con rapidez me da un billete de veinte euros. El encargado se gira de nuevo y vuelve a irse por donde ha venido, contento de ver que todo va como debería.

—Mañana hablamos —coge las bolsas y sale del supermercado lentamente, dejando ver el paso de la edad.

Ella era la última persona, y la verdad que lo agradezco, porque ahora mismo entiendo menos cosas que hace unas horas. La forma en la que ha andado no era la misma que cuando salió casi corriendo por la estación. Es como si cada día tuviese un grado de vejez distinto. Hay mañanas que viene encorvada y busca corriendo un asiento en el que descansar, pero en cambio, hay otros que se levanta con gran rapidez y desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

Entre ella y Luna tengo un enredo de pensamientos... 


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Últimamente está teniendo menos apoyoo la historia de Luna, así que si la estás leyendo házmelo saber por favor. Lo más seguro la semana que viene solo publique el miércoles y viernes, de todas formas os lo confirmaré. 

Gracias a quienes apoyais 💖💖💖

Luna en el infierno (Completa)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum