23: Sé valiente

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—Sabemos que te ha enviado alguien para matarnos. Si nos dices quién ha sido nos apiadaremos de tí y te dejaremos libre.

Intenta relajar la voz para parecer más creíble, pero no lo consigue, su voz sigue siendo grave, y puesto que unos narcos me han secuestrado, no creo que me vayan a dejar libre. Por mucho que cuente la verdad de a saber qué. Porque esa es otra, no puedo decirles algo que no sé. No tengo ni idea de porqué piensan que alguien me ha mandado matarlos.

—Os están buscando, y no saldréis libres de esta —suelto las palabras intentando parecer serio y seguro de mí mismo. No tengo ni idea de porqué he dicho eso, pero puede que mintiendo consiga algo. Aunque no sé qué pretendo obtener de todo esto.

—¡Qué más quisieras! —se ríe con malicia, como si fuera la madrastra de Blancanieves—, no les importas a ellos, solo eres su peón en la jugada de ajedrez, un simple objeto al que utilizan para llegar a la reina, pero que si muere por el camino no importa, porque no vale nada.

—¿Y tú? —le miro con rabia—, ¿eres el caballo al que tampoco importa si le matan? Hasta la torre tiene más valor que tú.

Del único juego de mesa que más sé es del ajedrez, y yo creo que todo el mundo sabe que el peón es el más débil, siguiendoles el alfil y el caballo, y encabeza la fila de fuerza la torre y la dama (o reina y rey). Por eso lo que acabo de decir ha provocado que de un puñetazo a la pared y se haga un pequeño boquete.

Le observo aún desde el suelo y sonrío victorioso, he descubierto que el hombre armario tiene baja autoestima, y eso me puede ayudar a ganar a mí el juego.

Hace unas cuantas horas que el hombre se ha ido, tras dar el puñetazo ha salido por la puerta, dejándome de nuevo tirado en el suelo. Llevo unos pocos minutos escuchando voces fuera, suenan enfadadas y parece que gritan, alguien está discutiendo. ¿Será el hombre que discute con la reina o el rey?

Lo único que tengo claro es que él quiere un puesto mayor del que tiene, por su forma en la que se ha enfadado al decirle lo de la torre supongo que hay alguien muy fuerte por encima de él, y eso no le gusta. ¿Será Luna la reina del juego?

Ojalá ella saliese de mi cabeza, pero es que lleva siendo la protagonista de este libro desde hace meses. Ya hasta escucho su voz.

Pero, un momento... ¡Es su voz! Por una vez no son imaginaciones mías, es ella. Puede que apenas haya escuchado cómo habla, ni siquiera su acento. Pero algo me dice que es ella. Su voz es la que está gritando, y el que le contesta es el hombre. Aunque... hay otra voz. Y me suena demasiado ese acento tan musical. ¿De quién puede ser?

—¡Luna! —grito con todas mis fuerzas, y la pelea del fondo se convierte en silencio, me escuchan—. ¡Sé que estás ahí! ¡Da la cara! ¡Ven y sé valiente!
Espero unos segundos pero lo único que escucho a mi alrededor es un silencio ensordecedor. Ni siquiera cruje la madera, todo está enmudecido.
Dejo de gritar y me pongo a observar la estancia en la que estoy, aunque tumbado aquí se me hace bastante difícil tener una visión completa de la habitación. También es cierto que no hay mucho por ver.

A mi derecha solo hay pared, y a la izquierda hay una pequeña ventana tapada por maderas, aunque un pequeño halo de luz entra escapando por el hueco de dos tablas. Eso hace que pueda ver un poco, ya que en ningún momento han encendido una sola luz, solo puedo ver gracias a ese rayo de sol.

En el suelo y paredes no hay nada, solo estoy yo en la silla, se han encargado de vaciar esto antes de meterme aquí, o tal vez lo hayan usado antes...

Pensar eso hace que mis hombros se sacudan con temor, envueltos en un escalofrío que va desde la punta de la nariz a los dedos de los pies.

En cuanto a las voces que se escuchaban tras la puerta, se callaron cuando yo empecé a gritar, pero unos crujidos en la madera de fuera me indican que alguien se está acercando.

Esta vez sí que intento levantarme, pero de poco sirve, al contrario, lo único que consigo es girarme y quedar tumbado sobre mi lado izquierdo, de frente a la ventana tapada. Eso hace que la luz me dé de golpe a los ojos y me quede sin ver por unos segundos por el contraste de luz.

Desde el suelo escucho cómo la llave gira sobre la cerradura abriendo así la puerta. Pero debido a la postura en la que ahora estoy no veo quién entra. Solo escucho unos tacones pisar con fuerza en la habitación.

Acto seguido distingo entre el silencio una carcajada, definitivamente es una mujer.

Luna en el infierno (Completa)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant