28: Desaparición

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NARRA MIA

Me rasco la mejilla derecha de nuevo por enésima vez. Estoy esperando a la madre de Xavier y estoy atacada de los nervios desde que mi jefe me ha informado de su desaparición.

¿Dónde está?

Vuelvo a llevarme la mano a la mejilla y la bajo al ver entrar en la cafetería a una señora con el pelo bastante estropeado y la ropa desaliñada.

—¿Mia? —la que supongo que es su madre se sienta en la silla que he colocado enfrente de mí.

Cierro el puño con fuerza porque la mano quiere volver a ir a mi cara y rascarse de nuevo pero intentó pararla. Mientras la señora se presenta yo asiento a lo que me dice, sin poder hablar, llevo desde ayer sin pegar bocado ni poder dormir, ahora mismo no soy persona. Y si yo me siento así, ¿cómo se debe estar sintiendo ella?

—Te he llamado por si podrías... —para de hablar y cierra los ojos con fuerza. Intento tranquilizarme y llevo mi mano hacia la suya en signo de apoyo, lo que la ayuda a seguir hablando—. Si pudieras saber dónde está, cualquier cosa que pueda ayudar a la policía a encontrarle, cualquier pista.

Pero desgraciadamente no tengo nada que decir. Nunca hablábamos fuera del trabajo, solo en el trayecto, y últimamente ya ni eso, él estaba muy absorto en su mundo y no había quién le sacase de ahí. Desde que me dijo...

—¡Estaba enamorado! —grito demasiado alto, por lo que me encojo y avergonzada vuelvo a susurrar—: me dijo que se había enamorado de una chica.

La mujer abre los ojos y puedo observar que los tiene del mismo color que su hijo, marrones tirando a verde. Una mezcla preciosa y cautivadora. Por su forma de reaccionar ante lo que le digo deduzco que no sabía nada de ese romance de Xavier.

—¿Salían juntos? ¿La conoces?

Nada más escucharla niego a las dos preguntas, pero acto seguido me encojo de hombros, la verdad que ya no sé qué partes de la vida de Xavi desconozco y cuáles no.

—No lo sé... —admito finalmente con pena—, las últimas veces hemos hablado menos. Ha estado más frío y distante, como más perdido. Incluso en varias ocasiones le he visto hablando solo.

Recuerdo las veces que he entrado en el tren y le he visto mirando hacia su lado mientras hablaba, como si alguien le escuchara, y lo peor es que esperaba unos segundos y volvía a hablar, como si realmente alguien estuviera hablando con él.

La madre suspira con fuerza y una pequeña lágrima sale de su ojo izquierdo. Seguidamente asiente, y tras pedir un café cargado agacha la mirada.

Me pregunto cuánto lleva sin dormir, las bolsas que tiene debajo de los ojos dudo que sean por la edad, porque un color oscuro rodea sus ojos, indicando que lleva bastantes horas sin dormir. Debe ser muy duro que alguien tan cercano desaparezca y no sepas qué es de él.

—Es su pensamiento —ante su intervención tan repentina la miro sin entender a qué se refiere—. Cuando su padre se fue de casa... —baja la voz como si no quisiera que la gente la escuchara—, empezó a aislarse del mundo, a no querer salir, a meterse en la habitación y no salir, a vivir en su mundo. Pero sobre todo, a hablar solo. Cuando empezó a ir al psicólogo me explicó que la persona con la que él creía que hablaba no era real, era su mente. Él pensaba que era una persona real, porque le contestaba a todo lo que le decía. Pero en realidad eran sus pensamientos, que se transformaban, porque él no los quería dejar salir, los reprimía. Pero no es malo. No es de locos.

Muevo la cabeza de izquierda a derecha con rapidez. Claro que no es de locos. Todos alguna vez hemos hablado con nosotros mismos. Es algo normal, o por lo menos yo siempre lo he visto así. Aunque, hasta cierto límite...

Pero si en su día su pensamiento salió de él era porque los reprimía por la huída de su padre. Esta vez, ¿por qué era?

—Se fue... —viene a mi mente la respuesta de repente—: la chica que le gustaba, me dijo que se había ido. Uno de estos días vino triste y le pregunté qué le pasaba, simplemente me dijo: "se ha ido". Intenté averiguar qué había pasado pero no me quiso contar nada más. Desde ese día ya no la mencionó nunca más.

Durante un par de horas más hablamos un rato intentando averiguar quién es la chica, investigo sus redes sociales, miro si alguien le ha comentado recientemente, pero lleva meses sin subir nada nuevo. Cotilleo a las personas que sigue y descubro que solo tiene veinte usuarios, siempre me ha dicho que no es de tener muchos amigos, y no me mentía.

—Aquí no hay nada —me rindo finalmente, ante la mirada apenada de su madre.

Las palabras de esa mujer no se van de mi mente ni un solo momento. Es increíble cómo una persona puede pasar de ser la más popular del instituto, a ser invisible, y de repente desaparecer y que nadie se de cuenta. Claro que me siento culpable, porque yo fui una de las personas que no me di cuenta de que él ya no estaba. Lara, mi novia, no para de repetirme que yo no podría haberlo sabido, él estaba de vacaciones y no he podido darme cuenta de que las cosas no iban bien. Pero se equivoca, sí que podría haber hecho algo. Sabía que algo no iba bien con Xavier, él no estaba bien. y yo le descuidé, no le llamé, no le presté atención.

Si le hubiese llamado...

—¡Mira por donde vas! —una chica me grita tras chocar con ella por no verla.

Le pido disculpas y seguidamente salgo corriendo hacia mi casa. Tenía tantas cosas que contarle...

Luna en el infierno (Completa)Where stories live. Discover now