Cap 43

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(Parte II)
Crónicas de... "Un traidor"

¿Cómo se diferencia lo bueno de lo malo?

Es una pregunta que ha definido mi vida entera y, debo admitir, aún no he encontrado respuesta a ello.

Nací un 8 de Mayo de 1981 en Miami. Mi infancia no pudo haber sido considerada normal en lo absoluto, desde pequeño me la he pasado siendo testigo de toda la responsabilidad que implicaba mantener a la gente segura. Aún recuerdo las historias de mi madre sobre las misiones en las que habían participado ella, mi padre y mi abuelo, Elliot. Sí, Elliot Jones, el cofundador de la ASSO fue mi abuelo por muy difícil de creer que sea. No recuerdo mucho de él, solía jugar conmigo y decirme que algún día yo atribuiría al bien común justo como él. Si tan solo supiera...
Por mucho que lo intente, en mi memoria ya no existe el día en el que murió pero sí recuerdo a mi padre hablar de que no fue un accidente y, también, una ira que me abrumaba a raíz de eso. Max me ayudó a lidiar con ello de una forma segura, él era el único Collins al que tenía permitido acercarme pues mis padres confiaban en él y yo lo veía como a un hermano mayor.

Desconozco la manera en la que Max consiguió ganarse la confianza de mi familia pero todos estaban seguros de que él jamás sería como su padre o abuelo y que sería un gran director, desde luego, estábamos equivocados. Pronto ellos descubrirían que fue enviado a espiarnos y yo me enteraría de esto cuando ya todo el daño se volvía irreparable, pero estoy adelantándome demasiado.
Mi admiración hacia él creció mientras más cercano a él me volvía, me enseñó a defenderme y me hizo creer que siempre estaría allí para protegerme al punto en el que él se volvió mi mayor referente, pronto cumpliría dieciocho y se volvería un agente igual pero me aseguró que siempre tendría tiempo para mi.

Mi mundo comenzó a venirse abajo cuando mi padre murió y de pronto debíamos huir de nuestro hogar, como un niño de once años, fui incapaz de comprender por qué debíamos irnos sin siquiera despedirnos. Tomamos el primer vuelo a Francia mientras nuestra casa era allanada por agentes de la organización, recuerdo haberme molestado mucho con mi madre por obligarme a teñir mi cabello de negro y cambiar mi nombre. Una vieja amiga de mi madre nos ofreció asilo, le consiguió un trabajo a ella y me inscribió en la escuela de su hija. No quería aprender francés o asistir a una nueva escuela, soñaba con volver a casa.

Seis meses, dos semanas y cuatro días, llevaba la cuenta de cuánto tiempo llevaba lejos de mi país. Seis meses en los que mi francés seguía siendo un asco y había optado por aislarme del resto de niños. Discutía mucho con mi madre por querer regresar a nuestro hogar, "no hay hogar al que regresar" el día que me dijo eso lloré demasiado sobre todo porque sabía que no mentía.

Me encontraba muy confundido y había encontrado una forma de despejarme al salir a caminar, a mi madre no le gustaba que lo hiciera y yo nunca entendí que le preocupaba que me reconocieran, lo seguí haciendo sin ser consciente del peligro que me asechaba. Un día me encontré "casualmente" con Maxwell Collins, mi corazón se llenó de alegría al ver a mi hermano mayor así que ignoré las reglas que había impuesto mi madre y lo llevé al departamento.

FLASHBACK

_¿Tu madre no está en casa?- preguntó el agente mientras pasaba el umbral de la puerta con las manos en los bolsillos.

_No, pero llegará en cualquier momento- dijo tras cerrar la puerta y lo guió a la sala de estar- ¿quieres galletas?

_Claro- le sonrió- te extrañamos en la organización, todos estuvimos tristes cuando se fueron pero me alegra que me haya topado contigo hoy. El mundo es muy pequeño- comentó mientras vagaba la mirada por el lugar.

Perfect two - CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora