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Moví sensualmente mis caderas mientras las manos del chico que bailaba conmigo se colocaban en mi cadera. Ambos estábamos bailando tan cerca que podía sentir nuestros cuerpos chocar con el ritmo de la música. En estos momentos nada me importaba, era solo la música el chico y yo.

Después de un rato de bailar y presentarnos, decidimos ir a un lugar más solitario. Sabía lo que vendría después de estar con el a solar y no importaba, en estos momentos no me importaba nada, sabía que lo estaba haciendo por despecho y aún así no me importaba.

Tome a Caleb de la muñeca y subimos hasta la segunda plata de la casa, revisamos algunas había y aviones hasta que encontramos una desocupada. Sonreí mientras me tomaba por la cintura u se disponía a besarme.

Y que bien besaba este chico. Los besos fueron subiendo de intensidad, al mismo tiempo que explorábamos el cuerpo del otro.

La puerta se abrió de golpe, haciéndome sepárame de Caleb, quien soltó un gruñido debido a la interrupción.

— ¿Que diablos te pasa amigo?, busca otra habitación.

Observe a Aidan en la puerta con la mandíbula apretada y observando con odio a mi acompañante. Sentí vergüenza por un momento al recordar que seguramente me encontraba toda desaliñada debido a sesión intensa de besos.

Antes de poder reaccionar y hechas a Aidan de la habitación, este avanzó rápidamente para tomarme de la muñeca y sacarme jalando.

— ¿Que diablos haces? –pregunte irritada, tratando de seguirle el Paso.

— Estoy evitando que cometas un error, por lo borracha que estás.

— ¿Y quien diablos eres para preocuparte por mi? —pregunte frustrada, en estos momentos era a él a la última persona que quisiera ver.

Una vez afuera de la casa de Oliver, Aidan se dispuso a llevarme hasta su automóvil.

— Suelta a la chica, ¿no vez que no quiere ir contigo? –hablo Caleb caminando junto a nosotros.

— Tu no te metas, es un asunto entre mi mujer y yo.

La furia se arremolinó en mi interior al escucharlo hablar, no podía creer lo que había escuchado.

— Esta bien Caleb, lo arreglaré yo, espero volverte a ver y por cierto, no soy su mujer.

— ¿Estas segura?

— Descuida.

Caleb me observo dudoso, y se alejó sin decir más. Al mismo tiempo habíamos llegado al automóvil de Aidan, quien me subió al asiento del copiloto.

Quería gritarle y enojarme con Aidan pero no podía, me sentía cansada y con muchas ganas de llorar, era una tonta. Estaba en el mismo automóvil con la persona que más amaba y me había lastimado.

Aidan se dispuso a conducir durante algunos minutos hasta que llegamos a una hermosa casa a un lado de la playa. En todo el trayecto nadie había dicho nada.

▫️▫️▫️

Me baje del automóvil cerrando la puerta con fuerza. A pesar de seguir intoxicada con el alcohol, eso no impedía que siguiera sintiendo furia por mi acompañante.

— Vamos entran. –ordenó Aidan mientras abría la gran puerta de madera de la casa.

Entre por que no tenía otra opción, solo había podido traer mi celular conmigo. Y no tenía forma de volver a casa.

Seguí a Aidan hasta la cocina donde se puso a hacer un café, el cual procedió a dármelo para que lo tomara.

— ¿Puedes decirme por que estamos aquí?

— Necesitamos hablar, pero ahora no estás en las mejores condiciones. –explico– Dormiremos un poco y por la mañana cuando estes más sobria hablaremos sobre lo que está ocurriendo.

— No quiero escucharte decir nada, tengo claro cómo son las cosas.

— No lo entiendes.

— No tengo nada que entender.

Dejé la taza sobre la mesa y me levanté de la silla.

— Te amo tanto que duele. –le dije al borde de las lagrimas– y tu solo, me pagaste de la peor manera, me tuve que enterar por otra persona.

— También te amo muchísimo, pero las cosas no son tan fáciles como piensas.

Aidan camino hasta quedar frente a mi. Me acerqué más a él y lo tome con ambas manos de la camisa a la altura de su pecho.

— Fui una tonta, a pesar de que sabía desde el principio esta relación estaba condenada al desastre, no pensé que terminaría tan rápido y de esta manera.

Las lagrimas no tardaron en salir, me sentía tan patética. Sin pensarlo recargar mi frente sobre el pecho de Aidan y solo me dispuse a llorar.

— Quiero que sepas que eres a la mujer que más he amado toda mi vida, pero este compromiso es algo que no puedo romper. —exclamó con la voz entrecortada– Hice una promesa y debo cumplirla.

Solté su camisa y me alejé de el, tenerlo cerca dolía y mucho.

— Quisiera descansar un poco. –hable entre sollozos.

— Claro te llevare a una de las habitaciones.

Aidan me condujo hasta la segunda plata donde me indicó que podía dormir. Una vez que se encendió la luz una hermosa habitación me dio la bienvenida.

— Gracias, descansa. —me despedí y cerré la puerta dejando a Aidan con las palabras en la boca.

No quería seguir escuchando lo que tenía para decir, él me había dicho que el compromiso no se iba a romper.

Camine sin ganas hasta la cama y solo me deje caer sobre ella, el resto de la madrugada me la pase llorando en posición fetal, hasta que pude quedarme dormida.

Cuando volví a abrir los ojos, el reloj de mi celular marcaba cerca de las once de la mañana. Camine perezosamente hasta la puerta que creí que sería el baño. Una vez dentro me observe en el espejo, mis ojos están rojo y se veía claramente que había estado llorando toda la noche.

Sobre un pequeño banquito en el baño, había un poco de ropa y una nota.

"Buenos días, puedes usar esto después de darte una ducha, y después baja a la cocina para desayunar. —Aidan"

Sugar HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora