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El día de la boda había llegado, mi amiga me había dicho que ella me ayudaría a arreglarme, por lo que ahora estábamos en su casa. Sus padres habían salido de casa por lo que nos teníamos que ahorrar preguntas por partes de ellos.

Aidan había quedado de pasar por mí una hora antes de la boda para poder llegar a tiempo; ya que iba a hacer afueras de la ciudad. Me sentía nerviosa, jamás había ido a una boda donde seguramente habría tanta elegancia por todos lados. Sídney me ayuda a maquillarme y hacerme un peinado que consistía en el pelo recogido y algunos pequeños mechones de cabello caían libre, dándole un toque elegante y sencillo; una vez que terminamos fui al baño a ponerme el vestido por que faltaba menos de media hora para que llegara Aidan.

— Te vez hermosa. —hablo con un tono de madre orgullosa. 

— Gracias.—respondí viéndome al espejo. Yo nunca me consideré una mujer fea, pero tampoco era de esas mujeres que por el simple hecho de ser bonitas se creían el centro del universo.

— Yo voy. —hablo mi amiga al mismo tiempo que el timbre de la casa se escuchaba. No me dio tiempo de responder pro que había salido rápidamente. Segundos después yo también baje, cuando iba bajando las escaleras un silbido digno de un albañil se escuchó.

— Estás bellísima —me halagó Oliver.

— Muchas gracias Oli. —respondí mientras lo saludaba con un beso en la mejilla.

— Pase para saludarla su ver cómo va todo, pero veo que va de maravilla.

— Si, todo Perfecto. —comentó Sídney.

— Shaleen, si en algún momento te sientes insegura estando con ese hombre no dudes en llámeme, e iré por ti en seguida ¿okay? —hablo Oliver, mientras me miraba fijamente.

— Quedó muy claro, muchas gracias Oliver, por eso te quiero mucho. —respondí para después abrazarle.

— Pues ahora yo me voy, por que tengo una comida familiar. —hablo mi amigo para despedirse de ambas— Y Shaleen, tenemos una plática pendiente.

— Claro. —respondí, mientras él salía de la casa.

— Sabes, creo que le gustas. —dijo Sidney.

— Claro que no. —respondí.

— Yo digo que si, a demás está guapísimo, harían una buena pareja.

— Sidney, no empieces por favor.

— Está bien, pero cuando se te declare verás que tenia razón.

No le respondí a mi amiga por qué el timbre de la casa se escuchó, así que camine hasta la puerta para abrirla y encontrarme con Aidan, Dios santo, este hombre se veía guapísimo, y un iba a provocarme algo.

— Buenas tardes Shaleen.—me saludo para darme una hermosa sonrisa, haciendo que me convierta en un manojo de nervios; a mis 18 años ningún hombre había logrado que me sintiera de esta manera.

— Buenas tardes, seño...Aidan. —respondí.

— ¿Lista? —pregunto con ese tono característico de su voz.

— Iré por mi bolso regreso en un segundo. —respondí.

— Hola —saludó mi amiga llegando— no hace falta por que aquí está. —dijo para después darme el bolso y sonreírme pícaramente.

— Ella es mi mejor amiga Sidney Windsor. —presente— Sidney el es Aidan Eaton.

— Hola, es un gusto señorita Windsor.

— El gusto es mío. —respondió mientras se estrechaban las manos.

—Nosotros nos retiramos, hasta luego. —hablo Aidan, mientras ponía su mano en mi cintura y me daba un leve empujón.

— Adiós. —me despedí para ir al automóvil de mi acompañante.

Una vez ahí, Aidan me abrió la puerta del copiloto como todo un caballero, la cerró y rodeó el auto para llegar a su lugar.

— Luces demasiado hermosa.

— Gracias, también luces guapísimo.

***

El viaje había sido muy agradable, habíamos platicado de cosas triviales, lo raro fue que no tocamos el tema de nuestras familias. Pero no importo por qué aún así fue agradable. Ahora estábamos en la fila para ingresas al lugar del evento, por lo que podía ver había automóviles de las mejores marcas. Una vez que llego nuestro turno Aidan salió de su lugar y rodeó el automóvil para abrir mi puerta. Una vez abajo nos tomamos de los brazos y entremos al lugar de la boda, había mucha gente elegante, y el lugar ni se diga, todo aquí decía elegancia y dinero, mucho dinero.

Un mesero nos acompañó hasta la mesa donde estaba un hombre de cabello negro, con una barba de varios días y era bastante atractivo.

— Eaton, ¿quien es tú acompañante? —hablo el hombre.

— Alexander, ella es Shaleen Dunne, una amiga nueva. —respondió.

— Shaleen, él es Alexander Cowell, mi mejor amigo.

— Un gusto, señor Cowell.

— El gusto es mío, y dime Alex.

— ¿Y Diana? —pregunto Aidan.

— El embarazo la tiene agotada y decidió quedarse a descansar.

Seguimos platicando durante varios minutos más hasta que llego un hombre junto con dos mujeres muy bellas y bastantes elegantes.

— Aidan, Alexander —hablo el hombre, mientras nos saludaban— ¿Y tú eres?

— Shaleen Dunne, mucho gusto.

— El gusto es mío y ella es Olivia mi esposa y Sofía mi hija. —dijo el hombre señalando a las mujeres.

Cerca de unas dos horas después habíamos terminado de comer, y todo había está muy bien, dejando de lado los coquetos descarados de Sofía hacia Aidan, quien no le prestaba mucha atención. Alexander, se tenía que ir por qué no quería dejar más tiempo sola a su mujer.

— Fue un gusto enorme conocerte Shaleen. —me hablo Alexander mientras media un abrazo fraternal— Dentro de dos semanas será mi cumpleaños y estás cordialmente invitada.

— El gusto fue mío, y cuanta con mi asistencia. —respondí con una sonrisa, mientras dejaba de abrazarlo, definitivamente se había ganado mi cariño en una sola noche y esperaba verlo de nuevo.

Después de eso Alexander de despidió de de Aidan y de los demás de la mesa y se fue de la fiesta. Media hora después los novios, abrieron la pista de baile.

— ¿Bailamos? —me pregunto Aidan cerca de mi oído, causándome un pequeño susto debido a que estaba distraída viendo hacia la pista de baile.

— Claro. —respondí, mientras tomaba su mano para ir hacia la pista de baile.

Sugar HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora