8

11.3K 600 64
                                    

Una vez que me termine de cambiar salí de la habitación, encontrándome con Aidan sentado sobre el sofá viendo su celular.

— Termine. –hablé, captando la atención de él.

— La ropa te quedó mejor de lo que esperaba. –dijo con una sonrisa ladina.

No sabía si lo había dicho para hacerme sentir bien o por qué realmente era así, ya que al ser su ropa, su camisa me quedaba demasiado grande y su pantalón también.

— Iré a ducharme yo, puedes dormir en la cama, yo dormiré en el sofá.

— Si, gracias.

No dijo nada más y se fue a dar una ducha. Unos minutos después entré a la habitación sentándome sobre la cama, la cual era muy grande. Tome mi celular y le mande un mensaje a mi amiga, diciéndole que todo iba de maravilla y que la vería más tarde. No sé en qué momento termine dormida, hasta que desperté debido a lo que parecía ser el tono de un celular sonando insistentemente. Quise levantarme para apagar el mugroso celular que no dejaba de sonar, pero unos brazos me impidieron moverme. Sentía como mi cara comenzaba a ponerse seguramente muy roja, jamás había dormido con un hombre en la misma cama, había tenido un par de novios pero jamás había pasado de los besos.

— Apaga eso. –hablo Aidan con una voz muy grave debido a que acababa de despertar.

Me levante rápidamente de la cama ya que Aidan me había soltado. Tome mi celular y vi que era una llamada de mi amiga, también había un par de mensajes.

*Hola. –hablé en cuanto acepte la llamada, al mismo tiempo salía de la habitación para no molestar a Aidan.

**Se supone que deberías estar aquí hace dos horas, Oliver y yo estábamos bastantes preocupados por ti. —hablo mi amiga del otro lado de la línea.

*Lo siento me he quedado dormida. –respondí con inocencia–de verdad lo siento.

**Esta bien, ahora sabemos que estás bien, que es lo importante, te dejo cuídate mucho, un beso.

*Gracias por preocuparse, un beso.

La llamada terminó, puse mi celular en la pequeña mesa que había en la sala y me miré en el espejo que había cerca. Mi cabello estaba todo enredado y mis ojeras eran más grandes de lo que ya eran. Por un momento me sentí avergonzada por mi aspecto. Regrese a la habitación donde Aidan aún estaba recostado en la gran cama.

— Buenos días. –salude tímidamente.

— Buenos días. –devolvió el saludo mientras tomaba asiento– Pediré servicio a la habitación, una vez que desayunemos te llevaré a tu casa.

— Me parece perfecto.

Aidan se levantó de la cama y salió de la habitación para pedir el almuerzo. Yo fui al baño, lave mis dientes y mi cara, afortunadamente había crema para peinar en el baño, tome un poco y la unte en mi cabello, para finalmente hacerme una chongo. Sonreí con el resultado y salí del baño. Camine hacia la sala pero no había nadie.

— ¿Aidan? –pregunté preocupada.

— Lo siento, estaba en el baño. –respondió saliendo de una puerta que no había visto antes. No respondí por qué tocaron la puerta, un chico entro con un carrito de comida la cual era variada.

— Espero que disfruten su desayuno, y muy buen provecho. –dijo el chico para después salir de la habitación, cerrando la puerta de tras de sí.

Nos sentamos en una pequeña mesa que había en la cocina, almorzamos entre una plática trivial y muy divertida. Después de terminar, tomamos nuestras pertenencias y salimos de la habitación, llegamos al elevador para posterior entrar en el, segundos después estábamos en el lobby del hotel. Ahora había más gente, y de día el lugar lucia más fascinante.

— Señor Eaton. –exclamó una chica castaña aproximándose a nosotros con una pequeña libreta entre sus manos, junto con una carpeta– Justo iba a buscarlo a su habitación, espero no ser inoportuna.

— ¿Que pasa? –pregunto quedando de frente con la chica.

— El señor Wells, tuvo que irse debido a que su esposa tendrá a su hijo y resulta que hoy hay una junta con accionarios importantes y no hay quien nos represente. –explicó la chica, quien por cierto era muy bonita. Vestía una faltada entubada unos dos dedos por encima de su rodilla, junto con una blusa azul marino de vestir y una coleta bien hecha.

— ¿dentro de cuánto tiempo es la junta? –pregunto Aidan, sacando su celular de un bolsillo de su pantalón de mezclilla.

– En media hora.

— Iré en media hora.

La chica sonrió aliviada y le dio la carpeta a Aidan, para después regalarle una sonrisa e irse del lugar. Ahora Aidan me miraba fijamente a mi.

— Creo que surgió algo inesperado, se que prometí llevarte y puedo hacerlo pero tendrás que esperar cerca de una hora hasta que termine la junta o puedo pagarte un uber para que te lleve a tu casa. –me dijo, para después poner su mano en mi hombro.

— No me confió mucho de los ubers, así que lo esperaré.

▫️▫️▫️

Media hora después Aidan y yo caminábamos hacia donde sería la junta. Aidan ahora vestía un traje negro, lo que hacía que luciera guapísimo y yo seguía con su ropa.

— ¿Alice, cierto? –le dijo Aidan a la chica de hace ratos, que resultaba ser la secretaria del señor Wells, un gran amigo de Aidan y quien era el encargado de este hotel– ¿Podrías llevar a mi novia a dar una vuelta por el lugar? –pregunto seriamente.

Al mismo tiempo que yo me atoraba con mi propia saliva al escuchar que me había llamado su novia.

–Claro señor. –hablo la chica, dándole una sonrisa.

Aidan no dijo nada más y dio media vuelta para entrar a la oficina donde ya lo esperaban. Alice me miraba a mi con una ceja alzada y una expresión de asombro.

— ¿Tú, eres la novia del señor Eaton? –pregunto con asombro– es decir no me mal interpretes, pero no sabía que tenía novia.

— Si, al parecer si. –respondí y lo último fue más que ella que para mi.

— Espero que duren mucho y sean muy felices, de verdad.

— Muchas gracias.

Alice, dejó su libreta sobre un escritorio para después llevarme a recorrer el hotel, que constaba de 25 pisos de puro lujo y extravagancia. Después fuimos a ver el restaurante y la parte trasera del hotel donde había unas pequeñas tienda de ropa de verano, una gran alberca junto con sillas para tomar el sol y un bar al aire libre. En verdad era fantástico todo. Minutos después le dije que podría seguir sola, ella no puso pretexto pero antes me pidió mi número de teléfono para estar en contacto, en verdad que Alice me había caído muy bien.

Sugar HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora