Capítulo 13

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─Carsten, ¿qué estás haciendo aquí?

Pregunté4 al tiempo que él se abrió paso por mi habitación y la observó con atención.

─No te he visto en la cena y quería comprobar que estabas bien.

Se atrevió a decir, observé como se llevó las manos a los bolsillos de sus pantalones y esperó por mi respuesta, la cual llegó tiempo después.

─Estoy bien. ─Me limité a responderle─. Solo no me apetecía comer junto a todos.

¿Estaría mal que le dijera que prefería mil veces comer en mi habitación? Podría no tomarlo bien, podría pensar que detesto convivir con todos cuando ese no es el caso. A veces podía ser antisocial pero solo muy pocas veces, diría que la mayoría del tiempo era muy sociable.

─Ya veo ─agregó con un leve asentimiento─. ¿Eso quiere decir que aún no has cenado?

Asentí.

─He cenado en mi habitación.

─Perfecto ─dio un asentimiento y después volvió a mirarme luego de un tiempo─. ¿Entonces aquí es donde pasas la mayor parte del tiempo?

Había rotunda curiosidad en su voz.

─¿Hay otro lugar en el que podría estar? ─Pregunté arqueando las cejas en su dirección, Carsten me observó por un tiempo nuevamente y luego observó mi habitación, noté que su mirada se detuvo en los libros desordenados que habían en mi cama.

─¿Te gusta leer?

No era que yo fuera amante a la lectura, pero mis abuelos me habían inculcado el hábito de la lectura.

─A veces ─respondí─. Aunque prefiero mil veces las películas.

Él me dio una sonrisa de lado.

─¿Prefieres las películas antes que a los libros?

Preguntó para quedar claros y asentí.

─Entonces creo que tengo el lugar perfecto para ti.

─No creo que exista algo más perfecto que esta habitación.

Lo decía en serio, mi habitación era enorme, incluso más grande que mi habitación en casa, tenía todas las comodidades y la cama era la mejor parte de ella.

─Hablo en serio ─aseguró y me observó con esa pequeña sonrisa que sus labios nunca abandonaron─. Ven, sígueme.

Era una ventaja que yo todavía no me había puesto el pijama así podía acompañarle.

Salimos de mi habitación, Carsten parecía conocer muy bien el lugar al que nos dirigíamos, estaba en el primer piso del palacio y recorrimos alrededor de cinco pasillos si era que los había contado bien, para el momento en que llegamos a nuestro destino, nos detuvimos frente a unas puertas doble.

─Antes de entrar aquí, hay algo que tienes que saber.

─¿Qué es?

Pregunté y esperé a que me dijera.

─No solemos estar aquí seguido, a decir verdad, solo soy yo el que suele venir de vez en cuando por lo que...

─¿Es un área restringida?

Interrumpí y frunció el entrecejo al negar.

─No, para nada.

─¿Entonces?

─No me has dejado terminar.

─Es verdad, lo siento.

Oprimí una mueca y él hizo lo mismo más no volvió a explicarme, abrió la puerta en su lugar y me invitó a pasar.

Si la corona te quedaKde žijí příběhy. Začni objevovat