Capítulo 56

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Al llegar a mi habitación, comencé a empacar mis cosas, pero no fue sencillo porque mientras lo hacía, estaba llorando.

¿Qué había pasado?

Me pasó por la cabeza hablarle a Miriam y pedirle una explicación, pero eso solo complicaría las cosas, sin embargo, como si la hubiese invocado, recibí un mensaje de su parte donde me informaba que estaba despedida a causa del alboroto que había ocasionado en el reino pues los reyes le habían puesto al tanto.

Terminé lanzando el teléfono a la cama y sentándome en el suelo con mi espalda recargada en ella, me sentía culpable del drama que había causado en la sala y me sentía molesta con Carsten por no hacerle frente a las cosas, por preferir evadirme, pero a la vez, no podía ignorar sus palabras pues seguían repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.

Había confesado que se había enamorado de mí.

Dios, lo había admitido en voz alta y yo no sabía como tomarme aquello, al menos, no lo había procesado en el momento en que los dos estábamos discutiendo debido a la situación. Después de un largo tiempo, decidí volver a continuar de empacar y asegurarme de que no se quedaba nada importante en la habitación, entre uno de los cajones, me encontré con dos sobres, uno de ellos era el que Carsten me había entregado y otro uno que sus abuelos habían dejado para mí.

Apreté los labios con fuerza en una mueca de desconcierto, los observé con intriga y decidí sentarme en la cama para proceder a abrirlos.

Me pareció más conveniente abrir el sobre de los reyes primero, el sobre llevaba mi nombre escrito, era una carta con la escritura de alguno de los reyes, la reina tal vez.

Querida Blair,

Ha sido un placer conocerte, lo digo en serio, me parece que has llegado al palacio de Liechtenstein en el momento más conveniente, aunque otros opinen lo contrario. Quizás es extraño para ti que te escriba esta carta, pero quiero pedirte un pequeño favor, me pareces la persona más conveniente para pedírselo.

Por favor, mi nieto ha pasado por mucho estos últimos meses que me temo que una de las cosas que más le a afectado es perderse a sí mismo, aunque él no lo piense, porque aquí entre nos, las dos sabemos que Carsten es un testarudo y algo creído. No se lo digas, ¿quieres?

Solo quiero pedirte que le ayudes a encontrarse a sí mismo en caso de que él no lo haga, sé lo difícil que es para él tener a todas esas duquesas allí cuando carga con más cosas importantes que cortejar a una de ellas, pero a veces nos viene bien recibir un poco de ayuda, sé su amiga, no lo digo porque sea su abuela, pero mi nieto tiene un buen corazón y tu tienes uno mucho más bueno.

Otra cosa que quiero pedirte, nunca olvides quien eres ni de donde vienes y recuerda siempre que una princesa no siempre es una persona que tiene sangre azul, hay quienes nacen dentro de la realeza y no tienen nada que los haga dignos de su título, mucho menos de poseer una corona y hay quienes son completamente ajenos a ese mundo y tienen todas las cualidades que hacen a una princesa, tú, mi querida Blair, me parece que eres una de ellas, así, sin título, sin corona y confía en mí cuando te digo que una corona te sentaría perfecta.

Si alguna vez mi nieto y tu dejan la ignorancia a un lado para aceptar sus sentimientos, quiero que sepas que tienes todo mi apoyo incluso si eso va en contra de las opiniones de los reyes.

No dejes que los estatus ni las leyes interfieran en sus caminos cuando de amor se trata, créeme, te lo dice alguien que estuvo en una situación bastante similar a la tuya hace años.

Amelia.

Me tomó un tiempo procesar la carta de la reina y una diminuta sonrisa se dibujó en mí, pero se desvaneció tan pronto como vi la sonrisa de la boca cuando vi el sobre de Carsten aun sin abrirse, dejé la carta de la reina Amelia a un lado decidida a abrir el sobre de Carsten.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora