Capítulo 57

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─ ¿Qué estás haciendo aquí? ─le pregunté incrédula, ¿no debía de estar en la corte?

─No podía dejarte ir como si nada ─se alejó del auto para llegar a mi lado, pues yo no había dado ni un paso, estaba estática en mi lugar sin poder creerlo. Carsten desvió su mirada de la mía, tomó una bocanada profunda de aire que dejó salir segundos después y volvió a mirarme─. He sido un tonto Blair, lo que dije... Dios, perdón, no quería ofenderte mucho menos lastimarte, pero me dejé llevar por mis emociones en ese momento y toda la presión de la corte, no puedo ─negó con una enorme mueca en la boca─. Voy arrepentirme mucho si te dejo marcharte de nuevo a tu país.

─¿Qué dices?

Volvió a caminar hacia mí.

─No puedes irte, al menos, no hasta que me escuches y después de que me escuches dejaré que decidas por tu cuenta lo que quieres para ti ─me explicó y di un pequeño asentimiento dejándole saber que iba a escucharlo. Volvió a tomar aire y dejarlo salir antes de volver a hablar─. Con todo lo que ha pasado, he hablado en la corte sobre el secreto de mi hermano, además de dejarles en claro que no tengo ningún motivo de contraer matrimonio, al menos no si no es por amor y con la persona que yo quiero.

─¿Qué les has dicho?

─Les he dicho que no me casaré con ninguna duquesa por el momento, pero asumiré el trono y seré su rey si me lo permiten, gobernaré Liechtenstein de la mejor manera, todos hemos hecho sacrificios alguna vez y estoy dispuesto a hacerlo, además, no puedo seguir ocultando a Edmond ─se refirió a su sobrino─. Mis padres ya lo saben, es difícil para ellos procesarlo, pero creo que eso no es tan relevante ahora, Blair, te quiero.

Consiguió decir dejando todos sus pensamientos a un lado y abriendo su corazón.

─Te quiero aquí conmigo en el palacio y no en el otro lado del mundo, te quiero en mi vida aun con esas mentiras raras que te inventas cuando quieres evadir un tema, te quiero a ti y tus excusas, tus ocurrencias y todo lo que te hace ser la mejor mujer que he conocido ─mis ojos se nublaron por culpa de las lágrimas, Carsten negó y se acercó a mí─. Por si no te queda más claro, me he enamorado de ti y a ver, no me importa el protocolo ni las absurdas leyes que han puesto mis padres si eso me hace perderte, he cometido muchos errores en mi vida y sé que, de todos, perderte sería del que más me arrepentiría. Tal vez mi vida no es una vida común para ti y entiendo que te sientas ajena a todo lo que me rodea, pero creo que, si me dieras la oportunidad, serías una excelente princesa.

─Carsten ─llamé su nombre cuando dijo la palabra princesa, todo mi cuerpo se tensó y no supe que hacer, Carsten aprovechó mi silencio para acercarse lo suficiente a mí, sus zapatos chocaron con los míos─. ¿Princesa?

Alcé las cejas y una media sonrisa se apareció en su boca.

─Estoy seguro de que has presenciado muchas veces este momento ─empezó a explicar y de pronto lo vi más nervioso de lo normal─. Quizás también has soñado con él, pero... ─tomó mis manos entre las suyas y después dio un paso hacia atrás para arrodillarse frente a mí─. Está no es la propuesta que mereces, pero estoy dispuesto a hacerlo si eso me hará que te quedes, ¿quisieras casarte conmigo? Quiero decir, no ahora si te parece demasiado apresurado, yo lo entiendo, pero ¿quizás en un futuro? Lo que intento decir es que... ─me incliné lo suficiente para besarle, tan rápido como respondió al beso, se levantó para rodear mi cuerpo con un brazo y hundir su otra mano en mi cabello profundizando el beso─. Te quedes aquí en Liechtenstein, conmigo.

Concluyó cuando los dos nos separamos, me dio un suave y corto beso en los labios.

─¿Qué dices?

Aguardó por una respuesta.

Reí nerviosamente.

─¡Sí! ─exclamé contenta y reí de nuevo. Dios, me costaba creer lo que estaba escuchando─. ¡Sí! ¡Claro que sí!

Carsten rio junto conmigo esta vez y después volvió a besarme.

─¿Qué hay de la duquesa de Gotemburgo?

─¿Connan no te lo dijo? ─preguntó con el ceño fruncido y negué.

─No lo hizo, ¿qué pasó?

Un suspiro salió de él y me atrajo más a él si eso era posible.

─Digamos que hay muchos oídos en el palacio ─ladeó la cabeza al decirlo─. Sé que te amenazó Blair, le pedí que se fuera si no quería meterse en un problema sobre esas fotografías de nosotros, que la verdad, no son una mala toma.

Me reí, ¿cómo es que podía bromear tan naturalmente sobre eso?

Volvió a besarme.

─Ya lo he dicho, no quiero a nadie más en mi reino si no eres tú.

─¿Qué hay de los reyes?

─Lo superarán ─se encogió de hombros para restarle importancia─. Mis abuelos los harán entender, por si no lo sabes, mi abuela una vez estuvo en una situación similar a la tuya.

─He oído de eso.

─Qué suerte, entonces, ¿qué dices Blair? ¿me dirás que sí? ─Alzó las cejas esperando mi respuesta.

─Creo que debería de considerarlo ─ladeé la cabeza─. Además, eso que hiciste por mis abuelos... yo...

─Blair, estoy dispuesto a hacer todo lo que este en mis manos para facilitarte la vida a ti y a quienes estén a tu lado, podrías traerlos aquí o podrían quedarse en casa si lo prefieren, pero tu padre no se meterá más contigo y tus abuelos, eso te lo prometo.

─Bien, en ese caso ─envolví mis manos alrededor de su cuello, no oculté la sonrisa en mi boca─. Mi abuela diría que no debería desperdiciar una propuesta como está.

─Debe ser una mujer muy inteligente.

─Lo es.

Dije y volví a besarle.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora