Capítulo 32

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Me senté en una orilla de la cama y Carsten se acercó para sentarse a mi lado.

─La relación con mi padre no es muy buena que digamos ─expliqué y Carsten no dijo nada, solo me observó en silencio. Suspiré, no era fácil hablar sobre ello─. Digamos que él tiene suficiente dinero como para hacer más bienes de los que ya tiene y ahora quiere comprar la casa de mis abuelos y construir quién sabe qué allí, hemos estado peleando por ello, pero es complicado, es mucho dinero y... bueno, no podemos pagar todo lo que mi padre exige por el terreno.

─¿De cuánto estamos hablando?

Me encogí de hombros.

─No lo sé exactamente. Aún discutimos eso, cuanto debemos pagar por el terreno.

Hubo un pequeño silencio entre los dos.

─¿Es por eso que aceptaste el trabajo aquí en Liechtenstein? ¿Por la paga?

Inflé mis cachetes cuando tomé una bocanada de aire y después la dejé caer antes de asentir.

─Este trabajo me ayudará a reunir probablemente una parte de lo que él pide pero debe ser suficiente para darme tiempo en recaudar otra. Sé que mis abuelos han estado ahorrando por mucho tiempo, pero me parece injusto que él quiera quitarles el lugar donde han estado casi toda su vida.

No solo era especial para mis abuelos sino para mí también.

─¿Por qué lo hace? ¿No han negociado con él?

─Negociar con mi padre es complicado, es una persona obstinada y créeme, nada bueno sale de hablar con él.

─¿No tienes una buena relación con él?

Negué.

─¿Qué te vea solo una vez al año cuenta como una buena relación? ─Pregunté arqueando las cejas y Carsten apretó los labios en una fina línea antes de negar para él.

─Jesucristo, eso no es ser un buen padre.

─Por supuesto que no.

─¿Qué hay de tu madre? ─Preguntó con rotunda curiosidad. Un pequeño nudo se hizo en mi garganta y negué.

─Yo... ─hablar sobre mamá no era nada fácil─. No sé nada de ella exactamente.

─¿Por qué?

Preguntó de inmediato y volví a negar.

─Se fue de casa cuando yo cumplí dos años. Me dejó a cargo de mi padre y él y mis abuelos al principio fueron quienes me criaron, pero después él siguió los mismos pasos que ella y se fue ─expliqué. No era un tema fácil de hablar para mí.

─Lo siento mucho.

Negué.

─No es tú culpa.

─Aún así no está de más decir un lo siento.

Oprimí una mueca, un pequeño silencio se avecinó entre los dos, sentí la mano de Carsten posarse sobre la mía y darme un apretón que consiguió mandar una onda de electricidad por mi cuerpo. No resistí a mirarle, tenía los ojos fijos en mí y me perdí en ese azul turquesa de sus ojos, eran preciosos además de que su piel lucía tan reluciente sin ninguna imperfección en el rostro, incluso con ese pequeño rastro de barba que estaba creciendo le daba un toque encantador, fue inevitable no mirarle los labios.

Es una mala idea que miré su boca, pensé mientras me era difícil apartar mi vista de sus carnosos labios.

Me relamí los labios, me estaba costando sacarme de la cabeza la idea de acortar la corta distancia entre los dos y besarlo.

Si la corona te quedaWhere stories live. Discover now