Capítulo 31

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Continuamos conduciendo por alrededor de media hora, fue difícil poder deshacernos del auto que nos seguía, pero después de un tiempo de andar recorriendo las calles de la ciudad, conseguimos perderlos de vista, sin embargo, ya era tarde y Carsten había dejado en claro que no era buena regresar al palacio.

—¿Entonces qué haremos ahora? —Pregunté, me estaba mordiendo las uñas de las manos por culpa de mi nerviosismo—. ¿A dónde vamos?

Pregunté. Presentía que no iríamos al palacio en un largo tiempo.

—Estamos un poco a las afueras de la ciudad y el palacio queda en dirección contraria a donde hemos estado conduciendo y... —checó la hora en el reloj que llevaba en su mano izquierda—. Volver nos llevaría un par de horas.

Un par de horas, pensé. No debería de ser así, pero habíamos estado conduciendo por un largo periodo de tiempo.

—¿No podemos volver? —Pregunté solo para asegurarme. No estaba cómoda con la idea de no volver al palacio, por mucho que el lugar fuera enorme e intimidante era seguro que estar por las calles de un país que solo había visto como tres veces.

—No es una buena idea.

—¿Por qué no?

El miedo comenzaba a invadirme.

—Porque podrían seguirnos fácilmente y vernos. No es seguro.

—Pero no podemos quedarnos conduciendo toda la noche, tampoco es seguro dormir en el auto.

—Nadie se quedará conduciendo toda la noche y tampoco dormiremos en el autor, Blair.

—Entonces, ¿qué haremos?

—Iremos a un hotel.

—¿No es una mala idea? —Enarqué las cejas. Si alguien lo reconocía al llegar a un hotel podría ser peor que ser perseguidos por las calles, podría generar uno de esas noticias que salen en la televisión de chismes de la realeza y lo peor de ello es que yo saldría involucrada.

Que la tierra me tragara, no podía creer que estaba metida en líos.

Era peor que cuando vi a Carsten en la ducha la primera vez que llegué al palacio.

Vamos, verlo desnudo en la ducha fue lo mejor que te pasó...

Me traicionó la voz en mi cabeza y negué.

—Me parece que es una mala idea.

—¿Tienes alguna mejor?

—¿Podríamos esperar a perderlos de vista?

—Créeme, no lo harán fácilmente si conducimos al palacio, lo mejor es ir a un hotel y... —hizo una breve pausa—. Que seas tú quien reserve la habitación de hotel.

—No siquiera hablo alemán.

—Por suerte para ti, la mayoría habla inglés aquí.

—Carsten...

Sentencié.

—Blair, no tenemos muchas opciones. Tienes que cooperar conmigo.

En mi cabeza me negaba una y otra vez a la idea pero después de pensarlo, me dije que Carsten podía tener razón. Si nos estaban siguiendo y conducíamos en dirección al palacio, sospecharía que realmente es el príncipe, si conducíamos en dirección contraria y yo me dejaba ver solamente, podrían pensar que se equivocaron de personas.

—Está bien.

Dije al soltar un suspiro pesado.

Carsten condujo por una media hora más, agarraba las calles más largas y no dejaba de checar los espejos para estar seguro de que no estábamos siendo seguidos, nos tomó un tiempo que la camioneta dejara de hacerlo, al parecer se rindieron cuando vieron que nunca regresamos en dirección al palacio y yo esperaba que nadie lo hayan reconocido.

Si la corona te quedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora