Capítulo 10: Viajes y nuevos amigos

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Generalmente una persona con cerebro inventaría una excusa para no viajar con la persona a la que besó, que encima le gustó tu beso, pero que de todas formas decidió rechazarte. Pero repito, cualquier persona con cerebro, parece que a mí me lo hubieran reemplazado con una nuez o algo parecido, o bueno, posiblemente lo hayan dejado vacío.

Podré ser inteligente en muchas cosas, pero esto de superar a alguien no era mi fuerte. Cuando se trataba de evitar a Jai... No me enorgullecía admitir que me pongo un poco más tonto de lo normal.

Luego de aquella conversación y situación incómoda por la que Diara, la madre de Jai, nos hizo pasar tomándonos de las manos, mi madre, y la madre de Mali llegaron a hacernos compañía, mientras que Jai, sigilosamente, desapareció hacia su habitación. No fue difícil adivinar la razón, supuse que era porque no dormía desde el día anterior, y porque encima había jugado un partido que le había gastado las energías. Por otro lado, aquello me relajaba, el saber que no me miraba de reojo cada vez que hablaba, o que trataba de no cruzar miradas.

Vamos, no era tan difícil irme antes de que Jai se despertase y decir "uy, fue sin querer, ¿qué cosas, no? Que distraído que estoy últimamente." Para luego reírme con ironía.

Pero la noche llegó, y debíamos volver juntos al complejo de departamentos, a la Universidad, en un viaje de 4 horas, los dos sentados...

Uno

al lado

del

otro.

Cosa que podría salir muy bien si nos dormíamos todo el viaje, ya que por la mañana tendríamos clases, o muy mal, teniendo en cuenta que Jai durmió toda la tarde, posiblemente parecerá un niño inquieto, preguntando cada dos segundos en cuánto llegaríamos, o posiblemente no duerma, pero tampoco me hable y haya un silencio incómodo.

Que alguien escuche mis plegarias y me salve de esto.

Entonces, allí en la puerta de la casa de Jai nos despedimos de todos. Menos de mi padre, quien no se apareció por allí desde la discusión que tuvo con Diara, y de la cual mi madre, nunca se enteraría, porque eso no le convendría a mi padre.

Ya saben, peleas de casados.

Acá estábamos, uno al lado del otro, como lo predije, Jai se había dormido a los 10 minutos de subir al autobús, su cabeza descansaba en mi hombro, mientras que su cabello despeinado y negro no dejaba de provocar cosquillas en la piel de mi cuello. Solo esperaba y deseaba que no me estuviera babeando toda la ropa como de costumbre, porque ahí sí lo superaría extremadamente rápido.

Bien, Nani. Tratar de olvidar a alguien que te rechazó con humor. Eres el humorista del año, la verdad.
Qué bueno que no me dedicaré a eso, no quiero pasar hambre.

Un suave ronquido de parte de Jai me devolvió a la realidad y lo observé dormir, su boca estaba mínimamente abierta, aunque no tanto como para meterle una papa frita en la boca y decirle que se durmió comiéndolas.
A esta altura no sabía si despertarlo, ya que presentía que al verse durmiendo en mi hombro provocaría que se sintiera extraño, pero, realmente ya no podía sentir la sangre circular en mi brazo por el peso muerto que ejercía su cabeza en este.

La oscuridad del autobús por la escasa luminosidad de la luna, no me permitía ver muy bien a mis alrededores.

—¡Jai! —susurré, pero este solo se movió, balbuceando unas palabras, lanzándole una cachetada a mí brazo.

No supe si aguantarme la risa o devolvérsela, pero dado que no estábamos en una tan buena situación y que estaba dormido decidí que el golpe no era una buena opción. Además de que Jai había estado todo el día anterior actuando como una persona seria y no como solía serlo siempre. Me intrigaba su lado serio, ya que nunca lo había visto actuar así cuando estaba con Mali y conmigo, pero también extrañaba el Jai que no dejaba de hacerse el gracioso con cada mínimo comentario que hicieras y que el sintiera que era material para chiste.

Amistad, descubrimiento y romanceWhere stories live. Discover now