Capítulo 16: Empezar desde cero

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Causa y efecto, toda acción provoca una reacción.

Algo tan sencillo como, haces una estupidez y esa estupidez, como consecuencia, produce algo que te afectará.

¿Alguna vez te ha pasado que haces algo sin pensar en lo que te puede llegar a costar?

Bueno, a mí me ha sucedido eso. Mentirle a Jai, o mejor dicho, no contarle a Jai sobre lo de la aplicación de citas. Ese fue uno de mis más grandes errores, porque si ya estábamos medios extraños luego del beso, una mentira solo sumará más problemas. Y esto simplemente me estaba sucediendo porque, vamos a ser honestos, por calentón. Es que, no era necesario besarlo, pero ahí me tienes, todos los días puedo superar mi estupidez. 

—¿Qué? Ese ni siquiera se parece a mi nombre —intenté inventar una excusa lo más rápido que pude.

Él acercó su rostro, aun más cercano al mío, provocando que unos cabellos rebeldes se escapen de la coleta que llevaba perfectamente armada, mientras pestañeaba lentamente, con una expresión repleta de incredulidad fingida. Jai definitivamente sabía que yo era Cir, no estaba siguiendo una corazonada, él realmente lo sabía. 

 —¿No te enseñaron tus padres que mentir es malo? —susurró con una sonrisa de boca cerrada.

No pude evitar que mi mirada se dirigiese directamente a sus labios algo rojizos, mínimamente brillosos.

 —Sí, lo hicieron. Por eso nunca miento —tragué con dificultad, mientras dejaba salir aquellas palabras.

 —Entonces, ¿por qué no me has contado que eras tú, Nani? O podría decir... Cir.

—Jai—me limité a decir.

—Me gusta, eh. Como que te queda bien el sobrenombre Cir, suena elegante.

 —Yo... ¡Muévete!  —me quejé, empujándolo.

Jai, desprevenido y sin verse venir aquello se tambaleó ante mi empujón. Al momento de pararme y recorrer la mesa de una punta a la otra para tomar sus cosas, y luego las mías, él me siguió a un paso tranquilo, sin perderme de vista. 

 —Tú también vienes conmigo —exigí al voltearme para observar a Jai y luego tomarlo de la mano para comenzar a caminar hacia la salida. 

Jai rio, mientras asentía, sin negarse. 

—Obviamente, me parece que tenemos que hablar de algunas cosas—respondió arrastrando sus pies, mientras caminaba con flojera, casi como si le gustase poner más tiempo entre la charla y este momento que estábamos teniendo.

Lo sabía, estaba disfrutando de mi reacción nerviosa. Es como los vampiros, pero en vez de alimentarse de sangre se alimenta de mis reacciones.

 —¡Nos vemos mañana, Kiento!  —grité, sin importarme demasiado que me escuchase.

 —¿Qué?  —lo escuché responder, pero ignoré supregunta. En este momento no me interesaba, me interesaba que Jai no deje de hablarme, y saber cómo se enteró de que con quien él hablaba era yo. 

Mientras avanzábamos por las calles, con un Jai muy silencioso aunque con una expresión de diversión, agradecí que al menos por el chat no le haya dicho ninguna estupidez. Bueno, quizá solo una, le pregunté si le gustaba su mejor amigo, o sea yo, o sea que ahora él sabe que me moría por saber si estaba interesado en mí. Mi cerebro no deja de pensar, al menos mis manos no estaban traspirando, ¿o si?

No puede ser, voy a morir. 

 —Ok, necesito que vayas más lento —exigió Jai, siguiendo mi paso mientras cruzábamos la calle. Él no lucia agitado, y claro que no, si vivía corriendo en la cancha, quien estaba casi muriendo por la respiración pobre que tenía era claramente yo—. Parece que estás corriendo por tu vida.

Amistad, descubrimiento y romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora