Capítulos 33: La picadura del mosquito

24K 2.4K 688
                                    

Nani

Jai me mantuvo entre sus brazos por unos minutos, su mano viajaba por mi muslo aun desnudo, pero mayormente tapado por un abrigo que habíamos encontrado por ahí tirado.

Por unos instantes pensé que luego de hacerlo estaría preocupado, pero la verdad era que no había podido sacarme la maldita sonrisa de la cara.

—Deberías cambiarte, mira si algún chismoso te ve desnudo —dijo él, en un tono de queja.

Una risa suave escapó de mis labios.

—Se va a llevar la sorpresa de su vida.

Él negó.

—No quiero que otras personas te vean desnudo —comentó, mientras las yemas de sus dedos recorrían mi pierna, con delicadeza. Sin apuro.

—No hay nadie en la calle, nadie me verá.

Él asintió, soltando un suspiro que provocó que su pecho se eleve y luego descienda rápidamente en compás con este.

—Perdona por no poder controlarme.

Sonreí.

¿Por qué dice estas cosas?

—Sé que podríamos haberlo hecho en una habitación, preparados y no así nomás —agregó tirando su cabello hacia atrás en un gesto de molestia.

Quizá no quería algo romántico y preparado, quizá quería simplemente hacer lo que sea con él.

—No me importa, créeme que si lo hubiéramos hecho preparados hubiera estado más nervioso de lo que desearía.

—¿Tan nervioso te pongo?

—¿Tan creído te has levantado?

—Siempre lo he sido, ¿no es acaso eso lo que me hace insoportable?

—Por lo que he visto esa parte de ti te hace irresistible para la mayoría de las personas que quieren algo contigo.

»He perdido la cuenta de cuantas personas me han pedido que les ayude para estar con mi inalcanzable mejor amigo porque te ven como alguien imposible de enamorar por las auras que das. Auras de confianza en sí mismo, aunque yo prefiero decirte... Creído.

Jai sonrió al escuchar el tono sarcástico con el que dije la palabra mejor amigo, y terminó soltando una risita que escapó mínimamente de sus labios cuando finalicé la oración.

—Entonces, al resto le parezco irresistible y a ti te pongo nervioso. Es curioso, porque no me gusta cuando las personas se ponen nerviosas por mí, el problema empezó cuando tú llegaste. Tu nerviosismo, tu timidez, como tiendes a sonrojarte ante mi mínimo toque me fascinan —susurró, acariciando mis mejillas.

Bajé mi mirada por la vergüenza que aquellas palabras me generaban.

—Y bajas la mirada porque no puedes sostenerla en la mía, hambrienta por tu timidez.

—¡Callate! Ya he aprendido a no ponerme nervioso contigo, pero ahora solo me estás provocando.

Sentí a su risa gruesa y seca resonar en su pecho.

Amistad, descubrimiento y romanceWhere stories live. Discover now