Capítulo 6: Lo siento, es culpa del alcohol

29.8K 3.6K 1K
                                    

Jai observaba hacia el techo, concentrado en una almohada de la cama, lanzándola hacia el blanco techo, mientras que al caer la recibía, para luego, volverla a lanzar.

No sabía cómo reaccionar, o hacia dónde mirar. Sentía que mi más mínimo movimiento podía delatarme. En este momento, era el meme que usa Jai cuando el profesor pide respuestas en clases, "uy, kieto".

Observé de reojo, solo para notar su mirada cansada, posarse en la almohada, y como sus pestañas bajaban y subían con el movimiento de sus ojos en ella.

Es estúpido creer que un amigo miraría así, tan detalladamente, a su mejor amigo.

¿No? ¿Inconsciente?

Ya estás haciendo tu trabajo allí arriba, haciéndome sobre pensar todo.

Cerré los ojos por unos segundos, negando en mi mente. El problema es que tenía razón, es mi mejor amigo, ¿por qué debería de reaccionar así? Si quien me interesa es Yef...

¿Por qué creí que lo que dijo hace unos minutos podía ser verdad cuando es uno de los chistes que él suele hacer?

Nada cambió solo porque yo sepa que él es Yef, nunca lo haría.

Abrí mis ojos al sentir el roce de su mano en la mía, sobresaltandome con su toque, su atención ya no se centraba en la almohada. El mismo se sentía tibio pero también provocaba que mi corazón latiese rápidamente. No debería, Jai siempre hacía eso. Le gustaba que le hagan mimos en su mano para poder relajarse y dormirse. Pero hoy su toque se sentía extraño.

No, Nani. Solo estás pensando de más.

—¿Y mis mimos?—preguntó él, apretando con mayor fuerza mi mano, algo común que él solía hacer cuando estaba en su momento de caprichoso, algo que en voz alta admitía que me molestaba, pero en realidad, me agradaba.

Me agradaban sus berrinches porque me hacían sonreír.

No le contesté, y Jai suspiró en respuesta ante mi nulo interés en darle sus tan preciados mimos.

—Despiértame en un rato, estoy cansado —susurró rendido, apoyando su cabeza en mi hombro, aún sin soltar mi mano.

Ah, idiota. Cálmate. 

¿En qué piensas, Nani?

Por Dios, y qué mierda le sucede a mi corazón. 

¿Por qué se acelera de esa manera?

¿Por qué siento un calor subir por todo mi cuerpo cuando él está tan cerca de mí? Esto no tiene sentido.

No puede ser, Jai no es quien te gusta, Nani. Me volví a repetir, pero mi boca suelta esta vez fue más rápido que mi inteligencia.

—¿Jai? —lo llamé, mi voz se sintió temblorosa, aunque no supe si él lo pudo notar.

—¿Huh? —contestó él, en un susurro.

—¿Puedo besarte? —pregunté y él rio.

—Sí, claro. Pero que sea con lengu—

No lo dejé terminar de hablar y bajando mi cabeza hacia donde estaba apoyada la suya lo besé.

Sus labios se sintieron tibios al toque y aunque creí que no cederían, que él se alejaría, que me rechazaría al instante, poco a poco fueron haciéndolo.
Su cuerpo se incorporó lentamente, acercándose más a mí, la cama rechinó mientras el beso se acrecentaba, ahora podía sentir la calidez de su cuerpo cerca de mí. El agarre de su mano en la mía se volvió cada vez más fuerte, cesando solo para pasar a tomar mi cuello y atraer mi rostro más cercano al suyo. Su beso era cada vez más rápido, acompañado de su cuerpo y sus piernas colándose entre las mías, queriendo poder rozar mi piel no solo con sus manos.

Amistad, descubrimiento y romanceWhere stories live. Discover now