Capítulo 40: Sostén mi mano

15.5K 1.8K 608
                                    

Canción recomendada para este capítulo: I can see you - Taylor Swift. Es imposible que esta canción no suene a los toques y encuentros furtivos entre el Jaini, PORQUE SI LO HACE AAAHHH.

NANI

Mali acababa de salir de su clase cuando me llamó. No duró ni dos segundos preocupada, preguntándome dónde me encontraba, para luego pasar a insultar hasta mi tatarabuelo por los mil mensajes que me dejó mientras estaba en clases, de los cuales no había respondido a ninguno por andar acostado con Jai en su cama. No fue buena idea dejarla durmiendo sola en medio de la madrugada, pero escucharlo a Jai por teléfono cambió rotundamente mis prioridades.

—Mali quiere que vaya a comer algo con ella al café de la Universidad, ¿vienes? —pregunté terminando de beber el café que me había hecho hacia unos minutos Jai, para luego lavar la taza.

Jai pareció pensárselo mientras se miraba en el espejo de cuerpo completo, atando a su cabello en una cola, para luego sacar los típicos dos mechones y dejar que caigan por su frente.

Sonreí al ver con la seriedad con lo que hacía aquello.

 ¿Cómo algo tan simple podía lograr que se viera tan bien?

—¿Debería? ¿No quiere hablar solo contigo? —cuestionó terminando de secar su espalda.

Al parecer había aprovechado mi llamada,  en la que solo habló Mali, para ducharse, por lo que todo su cuerpo y cabello se encontraban húmedos.

—Idiota, es tu mejor amiga. Sé que te sientes raro porque crees que le dije que me rompiste el corazón.

—Cosa que, de hecho, no hice. Fue Kento.

—Sí, fue él.

Él se cruzó de brazos provocando que sus bíceps desnudos se marcasen, y con una sonrisa de costado, mostrando nada más que satisfacción ante mi respuesta, asintió.

—Está bien, iré. Dame unos minutos para vestirme, y por cierto, en el baño hay un cepillo de dientes sin usar, puedes quedártelo para cuando quieras venir a dormir conmigo de nuevo.

¿Venir a dormir de nuevo?

Asentí, casi con una risa tímida a segundos de escapar de mis labios. No porque me causaba gracia lo que había dicho, sino porque la faceta considerada de Jai podía volverse fácilmente una de mis favoritas.

Me dirigí hacia su baño y tomando el cepillo de su caja comencé a cepillarme los dientes sin poder quitar esa sonrisa estúpida de mi cara.

Al terminar de enjuagarme la boca coloqué mi cepillo al lado del suyo, y observándolo, negué riendo.

—¿Ya estás pensando en convivir, Jai? —pensé en voz alta.

Por alguna razón no podía deshacerme de la maldita sonrisa de mi rostro que tenía desde hoy a la mañana.

—¿Qué? —gritó desde afuera.

Mierda, ¿qué es esa capacidad para escuchar? Parece oído de perro..., o de golden.

—¡Que me ducharé! —elevé mi voz, diciendo la primer mentira que se me ocurrió. Aunque si moría por darme una ducha caliente.

—¡Bien! ¿Quieres que vaya a buscar algo de ropa a tu habitación?

—¿Lo harías?

—Claro, tomaré tus llaves.

—¡Gracias! —respondí, abriendo el agua caliente y un poco la fría para templarla.

Amistad, descubrimiento y romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora