Capítulo 35: Un sentimiento estúpido

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Canción: Limbo — Lee Know (Stray Kids)

Por favor, evitemos insultar a cualquier personaje. Todos ellos tienen sus razones de ser y actuar.
Gracias.

××××

Jai observó la imagen con curiosidad, entrecerró sus ojos y acercó su rostro al teléfono de Kiento. Sin poder comprender lo que estaba viendo su entrecejo se arqueó hacia abajo. No había más que confusión en la expresión de su rostro.

—No entiendo, ¿qué es esto? —preguntó, su curiosidad se escuchaba genuina.

Aunque a esta altura, ¿cómo podía saber qué era genuino en él?

—Eres tú, Jai —respondió Kiento enseguida, a aquella respuesta la acompañó su mirada, observando a Jai de arriba hacia abajo, y él le devolvió la mirada de la misma manera.

Jai soltó una carcajada, mientras le hacía zoom a la imagen y me la mostraba.

—¿Parezco yo?

No contesté.

—Tiene tu camiseta de fútbol —dijo Kiento.

Mordisquee mi labio inferior, con nerviosismo.

—¿Y? Puede ser cualquiera de mis compañeros. Lo que estés intentando no funcionará, imbécil. —La queja de Jai, con su voz indignada por lo que se le planteaba, resonó en mis oídos como si fuese un eco que deseaba creer.

—Te recomiendo que veas la otra, Jai —respondí con calma, quería que lo explique, pero al deslizar de imagen él se quedó de boca abierta, sin poder decir nada.

Claramente era él, la primer imagen podía verse borrosa, pero la segunda se lo veía a Jai, a su cabello bicolor, la cola que solía llevar en este, su camiseta de fútbol y frente a él, una chica a la cual estaba besando.

—¿Por qué mientes, Jai? —pregunté, deseando que en su respuesta haya una explicación lúcida para saber que no es verdad.

—¿Eres o no eres tú?

—Sí, soy yo —respondió con honestidad.

Sí, soy yo. Tres simples palabras que resonaron en mi pecho, fuertes, como si de un golpe seco en este se tratase. Como si pusiera en palabras lo que significa que te rompan el corazón, una maldita desilusión.

Unas lágrimas brotaron de mis ojos mientras mi labio inferior temblaba de impotencia.

—Lárgate.

Él se quedó observandome por unos segundos, su mirada se veía llorosa, y sin queja alguna, asintió.

—Te lo explicaré —prometió él, tomando mi mano, pero en el instante en el que lo hizo, la quité.

Su piel no se sintió cálida como se había sentido el día de ayer, en mi auto, en mi cama, u hoy en la Universidad. No se sintió como si fuese a protegerme, a otorgarme su calidez, era más parecido a un sentimiento agrio, áspero.

—Creo que las fotos dicen más de lo que tú puedas decir, Jai. No quiero verte —respondí sin observarlo, porque sabía que si lo veía con las lágrimas caer por su rostro lo abrazaría, lo atraería a mí y le diría que todo estaría bien.

Pero a quién quiero engañar, ni siquiera él puede defenderse, ¿por qué yo si podría hacerlo?

—No digas palabras de las que te puedes arrepentir —susurró y yo simplemente sonreí.

Entonces lo tomé del brazo, y devolviendole el maldito celular a Kiento, llevé a Jai hasta la parte trasera del café, saliendo de este.

—¿Hablas en serio? —elevé mi voz una vez que estuvimos a solas—, ¿yo soy el que no debe decir palabras que puedan provocar que se arrepienta?

Amistad, descubrimiento y romanceWhere stories live. Discover now