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Aquel verano…

Sus cuerpos no estaban preparados para una ola de calor a inicios de julio, para la sensación de ahogo, el sudor y la lengua de fuego que se colaba en mitad de la noche por la ventana abierta sustituyendo al viento… Parecía que se habían trasladado al infierno y (por fin) llegaría el momento de saludar al gran desconocido aire acondicionado. Una tragedia.

La asfixiante temperatura fue la excusa para que continuaran en la calle de madrugada, pero no el motivo por el que acabaron frente a la residencia de verano de los Kim tramando el plan o, mejor dicho, a un salto de ejecutarlo.

Si le hubiesen preguntado al responsable Yoongi de quién había sido la idea, le habría echado la culpa a Namjoon, quien a su vez habría señalado a Seokjin con un «cualquier proyecto destinado al fracaso tiene su firma», y… se acabó, porque al último le gustaba ser protagonista, aunque no lo mereciera. Nadie pondría el foco en el pequeño y dulce Jimin y su incitación sin pretenderlo al rememorar:

—¿Recuerdan cuando los regañaba de pequeños por meterse en la casa de los Kim? Esta noche los acompañaría para dormir en la piscina —Ante lo que los otros cuatro chicos se miraron cómplices—. ¿No estarán pensando en…?

Oh, sí, lo estaban. E iban a hacerlo. Ninguna de las quejas de Jimin logró detenerlos. A decir verdad, tampoco puso demasiado empeño en ello. Por una vez, estaba dispuesto a seguirles el ritmo y añadir una pizca de emoción al guion de su estructurada existencia.

Jimin fue el primero en franquear el muro. Le siguió Namjoon y después Jin. Quedaban Jungkook y Yoongi y los miedos de este último a hacerse daño, dormir en una celda o quedarse en calzoncillos delante de Jimin.

—El calor es un atenuante si nos descubren —lo animó Jungkook.

—¿Estás seguro?

—¡No! —Yoongi observó la pared como si se tratara de un monstruo a punto de engullirlo, el del enojo monumental de su madre si se enteraba—. Oye, no te preocupes, no nos van a descubrir. Además, es la primera vez de Jimin. Se merece nuestro apoyo en su inicio a la delincuencia después de tantos años cubriéndonos.

Jimin, la palabra mágica para Yoongi.

—Está bien. Pero nada de quedarnos en pelotas.

—¿Por quién me tomas? Evitaría con mi propia vida el trauma que te puede causar ver el trasero peludo de Namjoon.

—¡Te escucho, idiota! —gritó su amigo al otro lado.

Jin debió soltarle alguna de sus bromas y se sumergieron en una de sus eternas discusiones. Yoongi no prestó atención a lo que decían, se subió las gafas, asintió con firmeza y colocó un pie sobre las manos enlazadas que le ofrecía Jungkook para empujarlo hacia arriba. Lo logró a duras penas y esperó a su amigo, que trepó con una irritante facilidad, alucinado con la visión que tenía delante.

La casa de la familia Kim era una maldita fantasía. Dos plantas revestidas de piedra y madera y una buhardilla con el techo acristalado. Porche, jardín cuidado y un garaje para guardar el Mercedes con el que habían llegado a Gwangyang un par de días antes.

—¿Te imaginas cómo es tener tanto dinero? —se le escapó a Yoongi cuando Jungkook estuvo sentado a su lado.

—Sinceramente, prefiero probar su piscina —Le guiñó un ojo y, sin más, saltó al interior.

Jungkook tendría que haber esperado al resto del grupo, pero le pudieron las ganas y la impaciencia (culpa de su carácter competitivo, quizás). Corrió, deshaciéndose de los zapatos y la camiseta por el camino, y solo frenó para arrancarse los pantalones. Se colocó en posición y se tiró de cabeza.

That Summer ❀ KooktaeWhere stories live. Discover now